La aventura de luchar con un pez gallo en nombre de la ciencia

Cientos de turistas extranjeros viajan a Costa Rica para capturarlo y luego devolverlo al agua. Sin embargo, más allá de solo hacer pesca deportiva, en Quepos se impulsa un proyecto con miras a su conservación

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

–”Al agua, al agua, al agua, ¡devuélvalo al aguuuuaaa!”–, insiste el marinero Christian Bolaños.

Los segundos son oro, pues el tiempo que dure fuera de la superficie, es para el pez gallo cuestión de vida o muerte. En el bote de al lado, por su parte, le colocan con rapidez un tag satelital a un espécimen de 40 pulgadas, que por su tamaño será capaz de llevar el dispositivo por hasta cinco meses, luego este se desprenderá, saldrá a la superficie y revelará algunos datos que permitirán conocer más de este valioso animal.

Finalmente el pez volvió al agua, nadó zigzagueando y rápidamente se repuso del tiempo fuera de su hábitat. Es en el agua donde debe estar.

El tag se colocó poco después de las 3 p. m. del viernes 3 de febrero y, tras ocho horas de misión en las aguas del Pacífico, el objetivo se cumplió. Todos en el bote lo celebran con aplausos.

***

La carne del Pez Gallo no resulta agradable para el paladar de quienes la han probado, por lo que cuando son pescados por los grandes barcos comerciales posiblemente no se consuman. Más bien, existe la probabilidad de que se vendan como bocadillos para los cocodrilos que viven en el Río Tárcoles, los mismos que son vistos por decenas de turistas cada día, por mencionar solo un escenario. Muchas personas desconocen que estos peces son un verdadero tesoro.

Habitante de las aguas que rodean México y Perú, el Pez Gallo -llamado así por su llamativa aleta dorsal similar a la cresta del ave-, también puede encontrarse en Costa Rica, lo que ha generado que los fanáticos de la pesca deportiva viajen desde Estados Unidos y Europa para “pescar” al codiciado animal, que muy poco después es devuelto al agua. Es de captura y liberación. Sin embargo, más allá de pescarlos solamente por recreación, hay un proyecto con miras a la conservación que se realiza en el país y que permitirá conocer más del comportamiento de estos animales marinos.

Desde Marina Pez Vela se trabaja una iniciativa junto a la fundación estadounidense Gray Fish Tag, grupo que desde el 2015 le ha colocado 20.000 tags a diferentes peces que, al ser capturados, aparecen con una pequeña etiqueta que los pescadores pueden consultar en https://grayfishtagresearch.org/ y así descubrir más del animal.

Desde el 2017 la marina, ubicada en Quepos, trabaja con ellos y han etiquetado a varios peces Gallo. Algunos han recibido tags satelitales que se desprenden del animal cinco meses después revelando un poco del recorrido de esta especie y mostrando que siempre hay mucho por aprender. Antes se creía que esta criatura solamente pasaba por las nacientes de ríos o en las rocas cercanas a la orilla del mar, pero gracias a la información brindada por los dispositivos se ha podido descubrir cómo varios animales han llegado hasta la Isla de San Lucas: ¡recorriendo más de 60 millas naúticas!

En una ocasión, curiosamente, el nombre con el que bautizaron al pez capturado fue Nicaragua y, meses después, el dispositivo se desprendió del animal, justamente, en aguas de Nicaragua. Al descubrir tal detalle, la emoción de los participantes del proyecto fue grande, por todo el recorrido hecho por el espécimen.

Al respecto, todos los involucrados en el proyecto consideran que esta práctica es el inicio de un camino vital, una camino para la conservación del pez Gallo.

Jeff Duchesneau, gerente de Marina Pez Vela, pero quien más allá de ejercer un puesto administrativo es un participante activo del proyecto y un apasionado de la pesca deportiva, ahondó en el propósito de colocar los tags a los peces, los cuales son tan afamados como los Vela o los Merlin.

“El objetivo es capturar información migratoria y los movimientos de los peces. Sus hábitos y tendencias. Cuando se conoce mejor se puede empezar a pensar en qué cosas es posible hacer para preservarlos. Nosotros lo hacemos desde el 2017.

“En esto también hay ciencia asociada, tratamos de entenderlos, crear conciencia en las personas de lo que es el Pez Gallo. Es un privilegio tenerlo en estas aguas. Su presencia beneficia el turismo, a la comunidad. Entonces, en este evento (el tagueo), se unifican la economía local, la parte turística y la ciencia”, comentó Duchesneau, quien durante la captura y colocación de tags tuvo en sus manos la “pesca” de un animal.

Para comprender mejor esta práctica, Revista Dominical participó en la aventura de viajar en bote en busca de los peces. La travesía, que representó pasar ocho horas en el mar, tenía la misión de colocar dos tags satelitales que tienen precios entre los $1.500 y $5.000.

Una misión exitosa

Antes de las 7 a. m., la marea mantenía la calma en las aguas de Manuel Antonio, en Quepos. Tres botes zarparon varias millas adentro con el objetivo de capturar varios peces Gallo. La disposición de todos los participantes era la mejor. Había entusiasmo y pasión, aunque horas antes la naturaleza había vaticinado que el día podría estar complicado. Así lo manifestó Christian Bolaños, mencionando a la luna.

Actualmente, Bolaños trabaja como gerente en una empresa que ofrece a los amantes de la pesca figuras de majestuosos peces en fibra de vidrio, aunque antes de este oficio fue pescador por 20 años. Según él, la luna influye en la marea y la noche previa estaba llena.

Llegó el gran día. Todos los participantes de la misión madrugamos para aprovechar el día. En mi caso viajé en el Good Day, un bote propiedad de Benn Gilmour, un inglés que antes de venir a vivir en Costa Rica, se dedicaba a vender seguros en Hong Kong y Singapur. Desde hace siete años vive en Quepos y desde su negocio Jackpot Sport Fishing ofrece tours para los amantes de la pesca deportiva. Es el propietario, pero también un marinero experto. Se enamoró de la naturaleza.

El bote tiene como capitán a Manuel Gabuardi, un hombre que ha realizado esta labor por 35 años, solamente que de un tiempo para acá en lugar de trabajar en pesca comercial ahora trabaja en pesca deportiva. Participar en actividades como la de la captura y liberación del Pez Gallo le emociona, pues siente que con su trabajo está protegiendo a estos animales.

“Se va aprendiendo de la importancia que tienen”, comenta don Manuel.

Gabuardi fue quien nos llevó hasta los diferentes puntos en los que él, gracias a su conocimiento, sabe que es usual que haya peces. Asimismo, el Good Day cuenta con un GPS, lo que vendría siendo un Waze o Google Maps marino que puede mostrar un poco de lo que hay en la profundidad. Este es un trabajo en el que se fusionan la experiencia y la tecnología, aunque nunca nada es seguro cuando se trata de la naturaleza.

El viaje inicia y, Christian y Ben, preparan las cañas. Para atraer al Pez Gallo deben utilizar carnada viva, un detalle que puede resultar grotesco para quienes tienen sensibilidad por los animales, pero que es parte de la normalidad de quienes están en el mundo de la pesca.

Recordamos la misión: se deben colocar dos tags satelitales y, además de capturar al pez, es necesario que tenga más de 40 pulgadas de tamaño para que sea idóneo colocarle el dispositivo. A eso de las 10 pasadas, hay acción en el Good Day, el sonido sutil pero clásico de la caña anuncia que hay pesca. Por la fuerza con la que se mueve el artefacto hay señales de que debajo del agua hay un pez fuerte: es el Gallo.

Con sus conocimientos, Christian Bolaños va sacándolo. Este Pez Gallo salió rápido. En oportunidades, los pescadores tardan hasta media hora luchando con el animal que se caracteriza por su fuerza. Un anzuelo redondeado “atrapó” al pez. Cuando el pescador va subiéndolo a la superficie, Ben se acerca y coloca una gran red en la que lo meten y así evitar que el anzuelo lo dañe.

El pez está en el bote. Hay que actuar en sincronía y celeridad. Le quitan rápidamente el anzuelo, luego lo miden: este es de 38 pulgadas y no es apto para el tag satelital, pero sí para uno de los convencionales que son como una gasa plástica con una serie de números.

Mientras Christian lo sostiene, el animal lucha y cae al piso, necesita regresar al agua. Rápidamente y con mucha fuerza le incrustan el tag a través de lo que parece una gran aguja. El Gallo está de vuelta en su hogar. Es impresionante todo lo que puede ocurrir en escasos minutos.

El tiempo continúa pasando y Christian Bolaños refuerza lo que había dicho horas antes: la luna influyó y por ello estaba costando capturar gallos. En otras misiones han cumplido el objetivo a las 9 a. m.

A pesar de que la marea está en aparente calma, el bote no deja de menearse, a veces con violencia. Ni el capitán, ni los marineros, ni Daisy Obando -una trabajadora de la compañía Gray Fish Mounts y quien se ha hecho asistente frecuente a este tipo de salidas- se inmutan. Se mueven con naturalidad y sin perder de vista el propósito.

El sol del mediodía es candente y los celulares suenan. Otro de los botes capturó a un enorme ejemplar de unas 50 pulgadas.

En ese momento solo queda esperar. La mejor hora de captura y liberación generalmente es por las mañanas. Luego hay oportunidad entre las 3 y las 4 p. m. A eso de la 1:40 p. m. la marea empieza a cambiar y las probabilidades son bajas. Nos movemos de lugar, pero poco cambia.

Unas horas después la adrenalina se vuelve a sentir, en el bote de don Jeff, quien participa activamente en la misión, hay movimiento. Capturaron un nuevo pez y por su tamaño parece que es idóneo para colocarle el tag satelital.

Don Jeff, un estadounidense que se enamoró de Costa Rica, es quien pesca al Gallo. Sus compañeros de bote actúan rápido, lo liberan del anzuelo y velozmente le colocan el tag. Es una animal de 40 pulgadas y de mucha fuerza. Pero necesita regresar al mar. Por eso, de un bote al otro Christian Bolaños insiste en que deben devolverlo al agua ya. Un tripulante hace rápidamente unas tomas del gran protagonista.

–”Al agua, al agua, al agua, ¡al aguuuuaaa!”–, dice Bolaños y quien se lanza primero es Pancho, un joven que con su Go pro en mano se sumerge para grabar en su hábitat al pez que regresó al mar con un dispositivo en su cuerpo.

En el bote todos aplauden, en el Good Day también. Don Jeff, el pescador y propulsor del proyecto, celebra a más no poder y con voz alta anuncia que el nombre de ese pez, al que ya registraron en grayfishtagresearch.org/revista-dominical/ es Revista Dominical.

El etiquetado de peces

Luego de la misión del 3 de febrero, los tres botes participantes lograron colocar tags a varios peces, dos de ellos satelitales. Los Peces Gallo que llevan el dispositivo fueron llamados Sandra y Revista Dominical, tal como lo mencionamos antes.

Luego de la experiencia, surgieron algunas preguntas que fueron aclaradas por Jeff Duchesneau y también por Roxanne Wallmer, directora de Gray Fish Tag, fundación que nació con el propósito de educar y próximamente conservar. La señora también es parte de la empresa Gray Fish Mounts, que se dedica en Estados Unidos y también en Costa Rica a hacer las grandes réplicas de peces en fibra de vidrio y en la que en el país trabajan Christian Bolaños y Daisy Obando.

Como la empresa estaba de lleno en el mundo de la pesca deportiva y quienes la realizan son sus principales clientes (lo han hecho por 60 años), pensaron en hacer una práctica más encaminada a la ciencia. Hasta ahora el propósito principal de la fundación es ofrecerle datos de los peces a las personas.

Acerca de la colocación del tag convencional que se incrusta con fuerza en el animal, Duchesneau y Wallmer comentaron que se le coloca en el costado donde el animal es más fuerte e hicieron la analogía de cuándo a una persona la inyectan en su músculo.

Por ahora, comentan que estos métodos son los que tienen a mano y mejores que los practicados tiempo atrás cuando era mucho más invasivo e incluso el animal debía recibir una sutura.

“Es el mejor método hasta el momento. Pocos mueren. Muchas veces se llenan de conchas, los peces están acostumbrados a tener cosas en su cuerpo. Con el tag convencional no pasa nada, se recupera rápidamente”, comentó Duchesneau.

Al día siguiente de esta misión, en Marina Pez Vela se realizó un torneo de pesca deportiva: más de 20 botes salieron en busca de Peces Gallo. Antes ha ocurrido que los peces capturados durante la actividad ya tienen el tag, lo que significa que el animal se comió la carnada.

“Si puede comer de nuevo es porque está saludable”, agregó Duchesneau.

El gerente de Marina Pez Vela, además, se refirió al impacto que puede generar en los animales un evento como el torneo de pesca. Don Jeff explicó que el propósito de colocar los tags satelitales también tiene que ver con descubrir nuevos resultados. Por ejemplo, si colocan 10 dispositivos y en dos semanas aparece un pez muerto, esto arrojaría que hay prácticas que afectan al animal. Hasta ahora no ha ocurrido.

“Uno se siente bien porque los peces continúan nadando por meses”.

También enfatizó en las prácticas de pesca y captura. Como se mencionó antes, previo a que el pez sea sacado del agua, el espécimen se coloca en una red. No se hace como antes, tal como siempre se ha ilustrado: un pescador jalando la caña con fuerza y tirando al pez contra el bote.

“Se ha aprendido a hacerlo de otras maneras”, agregó el experto en negocios internacionales y quien gerencia la marina desde el 2014.

El fanático de la pesca deportiva vive en Costa Rica desde hace 23 años, y aunque se declara un novato en el tema de la pesca, asegura que tiene suerte, y sobre todo, pasión. Se enamoró del ambiente y de los sentimientos que se viven en el bote, más cuando hay misiones como la del etiquetado de peces Gallo.

La marina es una de las empresas que apoyan la fundación Gray Fish Tag, que se financia, sobre todo, con donaciones. En sus casi ocho años de funcionamiento han aprendido a tener mejores prácticas para la captura y liberación de peces, para que cuando los peces lleguen al bote el ambiente se encuentre limpio y mojado para ellos, entre otros.

Parte de la asesoría que reciben en Gray Fish Tag, viene de la empresa en la que compran los tag satelitales, pues tienen conocimiento de vida silvestre.

Hasta ahora se han colocado 10 dispositivos satelitales a peces Gallo en la zona de Quepos. La expectativa es que a final de año la cifra aumente a 13.

La misión empezó en el 2017 y desde entonces el animal ha sido más valorado, muchos lo reconocen como el tesoro que es y algunos otros se educan. Un joven, por ejemplo, aprendió que ir a “un torneo de gallos” tiene que ver con captura y liberación de un pez y no con las reprochables peleas de las aves de granja. Otra muchacha, por su parte, ahora comprende que se trata de una especie marina por la que miles de extranjeros acuden a su pueblo y que con eso ayudan a activar la economía de la zona. Además, muchos en la comunidad saben ahora que el pez gallo da nuevas oportunidades a quienes antes se dedicaban a la pesca comercial

Recuadro: Cuidando la casa

Se entiende que el Pez Gallo es un animal que vive cerca de las superficies y, al igual que muchos peces, pasan mucho tiempo en los arrecifes.

Sin embargo, en las últimas tres décadas se ha perdido un gran porcentaje de arrecifes, cerca de un 70%, asegura la bióloga Katherine Evans.

Katherine, justamente, es quien lidera el proyecto Marine Conservation, que se encarga de restaurar arrecifes en la zona: recolectan corales sanos que han sido quebrados naturalmente, los recolectan y en un espacio en Marina Pez Vela los microfragmentan y los colocan en viveros en el mar.

Los corales van cicatrizando y creciendo. Desde el 2019 se han sembrado 1.000 colonias, que dan hogar a los peces Gallo y al 25% de la vida marina.