Johnny Araya

Un dandi político con la mira en Zapote

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Hay que verlo acomodado en el sillón de la sala de su casa, con la pierna cruzada, ofreciendo una gaseosa, un té o un vaso con agua, saboreando con cierto disimulo el recuento que hace del último año, ajeno a los compromisos de oficina y a los resultados de una encuesta de Unimer que publicó La Nación un día después de este encuentro y que dejó clara su suprema ventaja en la carrera para ser candidato a la presidencia de la República por el Partido Liberación Nacional (PLN).

Hay que verlo así para sentirse tentado a separar a Johnny Araya Monge del dandi político que floreció en él, según reconoce, desde sus años mozos en el colegio.

El intento es válido, pero infructuoso. Todo en él remite al hombre que se coronó desde hace más de dos décadas como el capitán de la ciudad de San José: el caminar erguido, el hablar calculado, la sonrisa meditada, los reproches ya dichos' Hasta su casa, glamurosa, de amplios ventanales y espacios blancos, la alargada mesa de madera brillante y la terraza, parecen aguardar la llegada de visitas diplomáticas y estar exentas de ruidos familiares. Sin embargo, él asegura que siempre hay tiempo para compartir con su hijo y sus dos hijas.

No. No es posible emancipar a Johnny, el hombre de 55 años, el ingeniero agrónomo, el padre, el novio, el caballista, el cocinero... del político empedernido, alcalde de San José y –si las predicciones se cumplen– candidato a la presidencia a partir del 21 de abril, cuando se reúnan los liberacionistas tras meses de disputa por la fecha en que se haría la convención .

Y no es que a él (a Johnny, el hombre) le moleste cargar con semejante investidura (la del político). Al contrario, si en palabras suyas hubiese que definirlo, él sería “un político natural”.

“Yo no tengo una obsesión por ser presidente de Costa Rica. Yo no me hubiera metido jamás si mi candidatura no hubiera surgido de manera natural. Es una candidatura que surge con un respaldo natural, no solo de los liberacionistas sino de muchos costarricenses que ven con muy buenos ojos el desempeño que he tenido como alcalde de San José. No creo en las candidaturas forzadas, no creo que uno tenga que entrar a codazos a abrirse campo”, dice sin reparos, para agregar luego que se refiere a su adversario, Rodrigo Arias, cuando habla de entrar “por la fuerza”, con “campañas millonarias”, mientras que él, asegura, solo ha seguido con las labores propias de su cargo.

Por eso, desacredita a quienes insinúan que los proyectos que ejecutó durante los últimos meses son parte de su precampaña.

“Yo tengo muchos años de ser alcalde y no es ahora que empecé proyectos como la recuperación de espacios públicos. Mi gestión ha estado marcada por obras , ya sea la recuperación de los parques o el bulevar de la avenida central (...) Eso no es de ahora. El Festival de la Luz tiene 17 años. Entonces no es válido. Si de repente yo empezara a hacer cosas distintas, cualquiera podría sospechar que estoy haciendo eso como plataforma electoral”.

–El barrio chino le dio mucha notoriedad...

“Yo repito mucho una frase bíblica que dice: ‘Por sus frutos los conoceréis’, y a mí la gente me ha conocido por mis frutos. Este año ha habido diferentes noticias, la del barrio chino es una. Sin embargo, no ha dejado de ser polémica; recordemos que el mismo periódico La Nación publicó una encuesta donde había un porcentaje importante a favor y otro en contra. Me parece más bien que es un conjunto de actuaciones”.

De cuna política

El hijo de José Fabio Araya y Miriam Monge vivió la política de cerca aun antes de comprenderla. El chiquillo palmareño se crió en el seno de una familia apasionada por el quehacer público.

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“Papá estuvo en diferentes campañas. Luis Alberto (Monge), hermano de mamá, fue presidente. Dos hermanos de mamá fueron diputados, papá fue diputado dos veces y regidor muchas veces'”.

Con ese legado, nadie se extrañó de que tanto él como su hermano Rolando (excandidato presidencial) se sumaran a las lides políticas.

Mientras cursaba la carrera de Agronomía en la Universidad de Costa Rica, se convirtió en líder estudiantil. En 1982, cuando su tío llegó a la silla presidencial, Araya ocupó el cargo de regidor de la municipalidad de San José. Casi una década más tarde, asumió la jefatura de ese municipio en el puesto de Ejecutivo. Y en el 2002, estrenó la recién creada figura electoral de alcalde. Desde entonces, el cargo se adhirió a su nombre y se convirtió, al parecer, en su principal adjetivo.

Su hermano Rolando, quien es diez años mayor, ya llevaba camino recorrido. Johnny trazaba el suyo propio. Ambos intentaron, sin éxito, alcanzar la cúspide de aquella herencia familiar: la presidencia de la República.

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El hermano mayor probó el peso de su trayectoria por primera vez en el 2002; fue elegido en el PLN, pero derrotado por un doctor mediático y bonachón, candidato por el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC).

Johnny, por su parte, hizo su primer ofrecimiento para las elecciones del 2010, pero tal parece que, en esa ocasión, su candidatura no surgió de manera “natural”, pues los liberacionistas apostaron por la mujer quien hoy dirige al Gobierno.

Ahora, convencido de que llegó su momento, el alcalde ha tenido que sortear uno que otro imprevisto, incluida la aparición en el escenario del expresidente José María Figueres .

“Toda una polémica, un personaje muy mediático, a quien la prensa ha convertido en un eventual precandidato aun cuando él no ha resuelto si va a serlo o no”.

Insiste: “Dan por un hecho que José María va a ser precandidato, aun cuando él termine decidiendo otra cosa”. Con su insistencia, casi confirma lo que unas horas más tarde, ese miércoles 31 de octubre, estallaría en la agenda noticiosa: Figueres anunciaba que no lucharía por ser candidato del PLN . Al otro día, el titular de La Nación resaltaba que Araya duplicaba a sus principales contrincantes en intención de voto.

–¿Ya conocía esa decisión?, le pregunté 22 días más tarde.

“En lo que yo había conversado con él, telefónicamente, y con gente amiga de él, y viendo otras encuestas, me parecía que no era un ambiente propicio, entonces no me sorprendió”.

¿Enemigos?

Como buen político que aprendió a ser, asegura no tener enemigos. Ni siquiera el ambientalista Freddy Pacheco, quien ha objetado varios de sus proyectos, le roba la paz. “Yo no me considero enemigo de él, por más que él ha tratado de perjudicar mi gestión”.

Defiende con ahínco que San José estará listo para los Juegos Centroamericanos 2013 (del 3 al 17 de marzo), el último de los proyectos que probablemente liderará como alcalde antes de entregarse por completo a la campaña electoral y cuya participación, sostiene, significó que Rodrigo Arias intentara adelantar la convención liberacionista .

De las diez causas que investiga el Ministerio Público en su contra, dice conocer seis. Y no le preocupan. “A pesar de que no es la primera vez, ni será la última que presenten denuncias contra mí, nunca se ha podido encontrar algún acto irregular”, agrega.

Como buen político que llegó a ser, Johnny Araya posa, exige, negocia. Me doy cuenta de eso desde que entro a su casa, en Rohrmoser. Y lo confirmo al irme, cuando él abandona el cómodo sillón y me acompaña hasta la puerta.

–Con cariño, ¿verdad?, me dice refiriéndose al texto que voy a escribir, mientras coloca su mano en mi hombro.

–Con profesionalismo, don Johnny.

Él sonríe.

–Claro..., pero también con cariño.