Instituto Wem: un respiro de educación y consuelo a los nuevos hombres

Desde hace 20 años esta organización pone a hombres en diálogo y les da herramientas para enfrentar el machismo, el enojo, entender la vida en pareja, la paternidad,... Para enfrentar la vida en todas sus dimensiones.

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¿Por qué los hombres se rehúsan a hablar de lo que les duele? Es una pregunta que muchos hombres nos hemos hecho al tratar de entender a los papás, tíos, primos y hermanos, que nos rodean. Tengo amigos del colegio con los que hablé cinco años solo de música y nunca de la muerte de un pariente o el divorcio de sus padres y esto es más normal de lo que debería.

Sin querer, esta semana encontré la respuesta a mi interrogante. Juan Carlos Campos Valenciano, que ha sido facilitador de talleres del Instituto Wem, en San Carlos, me dio la respuesta.

“Yo odiaba hablar de mis cosas. Como muy macho y creía que eso solo lo hacían los mariquitas, los maes que estaban locos y no conocía de la ciencia; no tenía idea de que fuera a ser tan productivo para mí. Empecé a ir a Wem y me enamoré tanto...”, me contó en una llamada telefónica.

Después de muchos años de ser taxista y desempeñar otras labores, actualmente Juan Carlos, de 52 años, se dedica a cuidar a su papá, de 90. Viven en San Carlos.

“Este es uno de los cambios que yo he tenido gracias a Wem. Aquí yo cocino, lavo, arreglo, hago y deshago como aquí lo haría cualquier mujer y no me siento menos hombre por hacerlo”, señaló.

Así como Juan Carlos lo hacía, miles de hombres ven las labores de la casa como una tarea femenina o creen que hablar de sus problemas no les serviría de nada.

¿Qué ofrece ese Instituto Wem que puede cambiar esas opiniones y formar hombres nuevos?

El grupo

Asistimos a una sesión de Wem, en San Pedro, para entender mejor el método que promueve este instituto que ya tiene dos décadas de existir.

Wem toma su nombre del vocablo bribri que significa hombre, amigo y compañero. El programa inició en una casa cercana a Plaza Roosevelt en San Pedro y ahora está en un edificio de dos pisos, 25 al sur del Higuerón y en 13 cantones dentro y fuera del GAM.

Un miércoles como cualquier otro un equipo de Revista Dominical vimos llegar a unos 70 hombres a uno de los talleres en San Pedro, pero cuentan los organizadores que han llegado a recibir más de 100 participantes en una sesión.

Los hombres llegan antes de las 6, aunque la cita sea a las 6:30 p. m. Afuera del lugar conversan, comparten un café y se saludan, se saludan mucho.

“Usted ve el cambio en los hombres”, señaló Juan Carlos Campos antes de la visita al taller. “Primero llegan y no saludan a nadie y luego dan la mano, al final hasta abrazan... Se dan cuenta que no se es más ni menos hombre por tener educación”, dijo.

Hay hombres de 27 años en adelante y el trato en el grupo es cordial. Unos de 30 llegan y saludan a uno de 50 años como si se conocieran de toda la vida. En los grupos no se puede grabar ni tomar fotos –está en unas reglas oficiales que hay en un rótulo– pero para este reportaje hicieron una excepción.

Primerizos

Visitamos el grupo de apoyo de Wem en San Pedro para entender cómo funciona el método fundado hace 20 años. El espacio es un salón amplio con unos 40 pupitres y más sillas.

Al iniciar la sesión se pregunta quiénes vienen por primera vez. Tres hombres levantaron la mano y fueron inmediatamente invitados a presentarse frente al grupo.

Les preguntaron nombre, a qué se dedicaban y por supuesto, por qué estaban ahí. Un hombre contó su caso y después de hablar con algo de pena, el orientador preguntó. “Señores, ¿alguno de ustedes vino aquí por problemas con la doña?”, y casi todos levantaron la mano.

Ver eso le cambió el semblante al primerizo, que pasó de estar tímido a contar más sobre su asunto. Los otros dos continuaron y luego los enviaron de nuevo a sus asientos, no sin antes llevarse un aplauso.

Luego se leyeron las reglas del lugar, que incluyen no juzgar ni dar consejos, hablar con frases como “yo siento, a mí me parece” y usar lenguaje cotidiano, no acaparar el uso del habla y la última: lo que se dice en la sesión, se queda en la sesión.

Hay otra regla que remarcaron los que presidieron la sesión: “No estén usando el celular. Este tiempo es para usted y es un espacio a la semana para tratar sus problemas”.

El resultado es una comunidad de hombres comprometidos a entenderse a sí mismos y a empatizar con los demás. En las dos horas que estuvimos allí se conversó sobre temores cotidianos o el miedo al abandono y el director explicó cómo estos sentimientos llevaban a los hombres a tomar malas decisiones, decisiones que llevan a problemas.

Varios hombres expusieron sus casos y hubo risas y lágrimas, pero al final de la actividad llegó la catarsis y se sintió como si hubiesen logrado juntos llegar a la cima de una montaña. Todos respiraron aire fresco.

Experiencia

La necesidad de hablar y de compartir es lo que reúne a los hombres de Wem.

“Imaginate que ves a un compa tuyo, que está cabizbajo, que se los está llevando puta y tienen un problema. Llegás y le decís, “mae, ¿qué te pasa?”, y no te dice nada. Pero si llegás donde María, Eugenia, Melissa, y les preguntás que qué les pasa, te sentás horas a hablar”, ejemplificó Campos.

“A los hombres se nos ha enseñado que no debemos expresarnos, porque nosotros solos tenemos que resolver todo, ese machismo nos afecta mucho. Poder llegar y hablar es como... como esa canción que dice ‘me liberé’, es vaciar toda la cochinada que tenés encima ”, explicó.

En los talleres de Wem generalmente hay psicólogos y especialistas, pero su grupo en San Carlos se volvió una hermandad que siguió viéndose e intercambiando ideas aún fuera de los cursos, terapiándose en Whatsapp, incluso.

El primer paso es manejar el enojo.

“El hombre tiende a demostrar que está enojado para verse hombre, para demostrar carácter. Es un ambiente violento, y sea donde esté está bien visto transmitir violencia: en el trabajo, en la casa, manejando...”, contó Juan Carlos.

Él fue uno de los que apoyó la llegada del método Wem a San Carlos, que se espera regrese pronto. Actualmente Wem tiene presencia en los cantones de San Pablo, San Rafael y San Isidro de Heredia, Belén, Heredia, Alajuela, Tibás, Puriscal, Grecia, Orotina, Esparza y Montes de Oca.

Entre los coordinadores de Heredia está el máster en psicología Esteban Navarro, quien también forma parte del equipo técnico de Wem.

“Aquí llegan muy quebrados y muy dolidos por sus experiencias, personas que cargan mucho. El machismo es un problema también para los hombres, lo sabemos porque muchos hombres que vienen aquí han sido agredidos por otros hombres”, señaló Navarro.

¿Cómo llegan?

Antes de ser un instituto con talleres, orientadores, psicólogos y algo de ayuda legal para hombres, Wem fue una línea telefónica. Se trataba de darle consejo y apoyo a adultos que llamaban referidos por el 9-1-1, en situaciones en las que necesitaban consejo, algo que no ha cambiado mucho.

Con la línea empezaron a atraer a hombres interesados en atender sus problemas: quizá líos de pensión, referidos por algún profesional que consideraba que sus celos se estaban saliendo de control u hombres que necesitaban ayuda en el manejo de la ira.

El director Álvaro Campos, un psicólogo y profesor de la Universidad de Costa Rica ha aparecido en televisión en varias ocasiones hablando de estos temas y así fue como logró encontrar a más interesados en el grupo.

Esteban Navarro, que se sumó al instituto hace 8 años, fue uno de los que se acercó para entender mejor el proyecto y quedó maravillado por su abordaje al asunto.

“Mucho del estereotipo es que los hombres que tienen problemas con su pareja son delincuentes o que los hombres machistas son casi psicópatas; y viera que no”, me cuenta en la oficina que tiene en el segundo piso de un edificio viejo en San Pedro que alberga las oficinas de Wem.

Navarro afirma que el método Wem humaniza a los hombres, al dejar de verlos como el enemigo en un sistema machista, sino más bien como “seres humanos que por educación y socialización” aprendieron comportamientos nocivos.

Hombres hablando

¿Cómo se cambia la perspectiva de vida de una persona? Con paciencia y con información, indicó Navarro.

“Mucho de lo que se hacía antes con los hombres era regañarlos, '¿usted es violento? Bueno esto le pasa por cabrón' y no había un trabajo con ellos. Aquí es como un laboratorio en el que hemos tenido espacio para trabajar con hombres”, explicó. En el grupo de Wem, se habla en positivo y de soluciones, no juzgando a quienes comparten.

Para Navarro lo más importante del método Wem ha sido hablar directamente con los hombres. La ONU ha dicho que para erradicar el machismo y la violencia contra las mujeres es fundamental trabajar con la población masculina y educarla.

Wem tiene casi dos décadas haciendo eso mismo y el psicólogo cree que estudiar el comportamiento de los hombres pero no trabajar con ellos sería como estudiar las enfermedades pero no tener hospitales.

“En este país un 90% de los suicidios son de hombres, duplicamos enfermedades como el cáncer gástrico, cáncer de pulmón, 90% de las personas con gonorrea son hombres, por cada mujer con VIH hay seis hombres con VIH; entonces la cosa se pone muy grave. Muchas veces cuando los hombres tienen estos problemas no saben cómo lidiar con ellos, no saben hacerse cargo”, señaló Navarro.

Resultados

La mayoría de los hombres que han estado en Wem coinciden: después una buena cantidad de sesiones dejan de hablar pachuco, aumentan el vocabulario, incluso se empiezan a preocupar más por su apariencia y su salud. Aprenden a tener relaciones sanas y a trabajar en ellos mismos, a no hacerse daño ni a quienes tienen alrededor.

“Mi vida es antes y después de Wem. Cuando yo entré, yo pensé que era una persona bastante centrada y ecuánime, pero no me daba cuenta el montón de cosas que cargaba y que imponía a los que me rodeaban”, dijo Kin López, un fotógrafo de 45 años que ahora es uno de los líderes de la red de Wem en San Pedro.

“No sabía de emociones ni sentimientos, y mucho menos cómo vivir todo eso (…) Aquí aprendí las herramientas para sobrellevar mi vida, tratar con mi familia y comunicarme”, agregó.

Él, como 9 de cada 10 hombres en el lugar, llegó referido por alguna amistad. Solo un 10% de ellos llega a Wem por indicación de una jueza o juez, asegura Esteban Navarro.

Cada vez hay talleres más especializados: para aprender a llevar la vida de novio, de padre, e incluso Wem Pareja, en el que se pone en diálogo a los matrimonios.

“Después de haber llegado nosotros con nuestros problemas, llevamos talleres para ayudar a otras personas, para ayudarlos como vengan: en crisis, preocupados, referidos. Después de unas 45 sesiones uno ve el cambio y qué diferente sería este país si todos los hombres vinieran aquí”, comentó Kin López.

Desde hace algunos años existe Wem Joven, que mantiene la campaña “0% machista”. Recientemente se formó Wem Padres Jóvenes, en la que le enseña a disfrutar de la paternidad a jóvenes que normalmente son señalados por “jalarse tortas”. Estos programas han sido exportados a México (en la capital, Querétaro y Xalapa) y Uruguay.

Pero quizá el mayor aporte de Wem esté en los lazos positivos que crea. Hombres abogados que después de ir a Wem le ofrecen sus servicios gratuitos a otros que tienen situaciones complicadas con pensiones, hombres psicólogos que atienden y cobran a penas el costo de la gasolina para llegar a Wem; hombres que no tienen miedo de apoyarse.

“Nosotros trabajamos en positivo. Se puede decir, ‘no tenga una masculinidad tóxica’, pero ¿qué es el opuesto de eso? ¿Cómo se ve eso? No siempre se dice y en Wem tratamos de ejemplificarlo y mostrarlo en cada sesión”, finalizó Navarro.