Historias de candidatos: Otto Guevara

En su cuarto intento por ser presidente, el candidato libertario dice haber dejado atrás sus días como un político radical.

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Un kayak anaranjado cuelga de una pared de la cochera. En la otra se sostiene una bicicleta de mountain bike de doble suspensión, marca Gary Fisher. “Hasta tiene estallada una rueda… es que hace rato no la uso; no me queda tiempo”, anota su dueño, quien ya está muy acostumbrado a eliminar el deporte de su rutina cada vez que su agenda se aprieta en plena campaña política.

Esta es la cuarta vez en que Otto Claudio Guevara Guth pone su mirada en Casa Presidencial ; la cuarta ocasión en la que toma una ruta que pretende ir a dar hasta Zapote y la cuarta oportunidad en la que espera no quedarse botado en el camino.

“¿Y en el hipotético caso de que no ganara ahora? Voy de diputado”, se contesta a él mismo, convencido de que tras ir a segunda ronda será innecesario recurrir a su plan B: una curul en Cuesta de Moras.

Defendiéndose con números dice que con cada elección se acerca más a la silla presidencial.

En el 2002 el candidato del Movimiento Libertario logró un 1,7% de apoyo, pero él mismo describe aquella experiencia como “la candidatura de mentirillas” ya que tenía –como fin primordial– que el partido aumentara la cantidad de diputados en la Asamblea Legislativa.

“Elección tras elección, he ido ganando. A diferencia de Ottón Solís, mi crecimiento ha sido exponencial”, dice en tono de aspaviento.

En su intento para el 2006, logró un caudal electoral del 8,5%, mientras que en las elecciones pasadas se ubicó de tercer lugar, con un 21,8% de los votos, en una campaña en la que lo rodearon los cuestionamientos por el origen del dinero que llegaba a las arcas de su agrupación.

Federico Malavassi, candidato presidencial de la fórmula libertaria en 1998, y quien abandonó el partido cuestionando a su líder, opina ahora: “En la campaña pasada se hizo un fraude con deuda política para hacerse de ¢240 millones, algo inaceptable. Nosotros íbamos contra el gasto público y la corrupción y, con eso, el partido se convirtió en más de lo mismo. Yo me sentí traicionado y apuñalado”.

Guevara salió exonerado de este conflicto , pero se mantiene en pie una investigación contra el vicepresidente del Movimiento Libertario y dos exfuncionarios.

La última vez que Malavassi se topó frente a frente con Guevara fue el pasado 1.° de mayo, pero ha transcurrido mucho tiempo desde la última vez en que ellos dos se sentaron a hablar. No obstante, cree que su excompañero, en esta cuarta candidatura, tiene posibilidades reales de llegar a la presidencia si pasa a enfrentarse en una segunda ronda con el PLN.

Con la seguidilla de intentos consecutivos, el candidato no se ve a sí mismo como un político de carrera. En junio le dijo a La Nación : “No vivo de la política. Vivo del ejercicio de mi profesión y de mis actividades empresariales. El que me interesen las políticas públicas para presentar propuestas que lleven a mejorar la condición de vida de los costarricenses es otro tema”.

Aun así, la política tiene rato de estar en las venas de los Guevara Guth. Su padre, Claudio Guevara Barahona , fue gestor del Partido Demócrata Cristiano e incluso fue candidato a vicepresidente de dicha agrupación en las elecciones de 1970 y 1974. Más tarde, participó en la gestación del Partido Unidad Social Cristiana, que lo llevó a una diputación en el período 1982-1986.

Desde los 10 años de edad, absorbió las discusiones y preocupaciones políticas que su papá llevaba a la casa en conversaciones de sobremesa y, hasta los 18 años, se empapó de todo lo concerniente a la creación de un partido político minoritario.

Por eso, en su casa no fue una noticia inesperada cuando Otto se lanzó como candidato presidencial en el 2002.

Peter Guevara no recuerda si su hermano mayor le avisó a la familia un día en particular, pero sí sabe que su decisión no causó ninguna sorpresa: “En su período como diputado de una fracción unipersonal (1998 – 2002) empezó a tomar mucho protagonismo político y eso no nos lo esperábamos, pero que se lanzara a la presidencia para el siguiente período nos pareció natural.

”Otto es tan incansable que no sé si todo esto se habrá acabado en el 2018. Nosotros pensábamos que en las elecciones pasadas esto llegaba a su final, pero ahí él sigue levantado. No sabe qué se podría esperar de Otto en la arena política dentro de cuatro años. Yo lo veo como un referente nacional y regional”, dice Peter, también exdiputado libertario (2002-2006) y cuatro años menor que el candidato.

Malavassi, por su parte recuerda a su excompañero en otros procesos de campaña como un hombre apuntado a todo terreno, excepcionalmente enérgico así como capaz de viajar kilómetros de kilómetros ondeando la mano y pelando la sonrisa.

Repitente

En cada intento, la familia Guevara Guth le ha dado el espaldarazo en la política, a pesar de que durante varios meses solo saben de Tiyo , –como le dice su mamá, Mariechen Guth Castro– cuando lo ven por televisión, en anuncios y entrevistas, o cuando se telefonean.

Sus tres hijos ya entienden que, durante unos meses, les tocará ver menos a su papá. No viven con él, pero las visitas se reducen en época de campaña. Le sucede igual a su novia, la dermatóloga de 36 años Ileana Alfaro , con quien mantiene una relación de casi un año. Desde la campaña hasta las elecciones, se reducen drásticamente las idas al cine, las cenas románticas, los paseos, las salidas a comer helado e incluso “las películas de palomitas en la casa” y, a diferencia de otros procesos anteriores, su pareja actual no es parte del mitín rojiblanco.

“Desde que nos ennoviamos, ella sabía hacia dónde iba la relación y hacia dónde iba yo. Yo tengo una prioridad, pero no por eso dejamos los mensajes o las llamadas telefónicas”, comenta.

Él no cree que le haya ido mal en el amor. Estuvo casado durante 15 años con Nancy Clark Monge (madre de sus tres hijos) y después de ella, dice haber tenido solo dos novias: ahora, Alfaro, y antes, Deborah Formal , con quien estuvo a punto de casarse en el 2010, tras los últimos comicios.

Con novia o sin ella, Otto Guevara pasa poco tiempo consigo mismo. Su jornada empieza a las 6 a. m. y concluye a la 1 de la madrugada tras reuniones, giras, debates, charlas y entrevistas.

Días después de n o haber podido responderle al periódico La Teja cuánto cuesta un kilo de arroz, una caja de leche o el litro de gasolina, Claudio –como le dicen a Otto sus familiares del lado Guevara– se defiende diciendo: “Hay una realidad: quienes estamos metidos en este tipo de proyectos, con la posibilidad de ser presidente, no somos como cualquier otra persona, pero eso no significa que no tengo una sensibilidad hacia lo que otras personas viven”.

Lo ayuda una “muchacha” que le hace los mandados y las compras. Otras veces, es una de sus hermanas la que le compra lo básico para que se desayune: cereal, leche, pan y jalea, pero pocas veces desayuna, almuerza o cena ahí, en el apartamento de dos pisos #3, en el condominio El Roble, en Escazú.

En aquella entrevista de La Teja también reconoció no saber cuánto cuesta el litro de gasolina. Él tiene un Land Rover azul, con dos calcomanías rojiblancas del Movimiento Libertario, pero es su chofer, Roy Meléndez, quien encarga de “fulear” el automóvil y pagarle otras facturas con el dinero que maneja en una caja chica.

Desde hace cuatro años, no utiliza el servicio de un porteador. Dice que tiene conductor personal pues a ratos necesita leer o descansar en trayectos largos. Sin embargo, explica que si no es Roy el que maneja, no logra dormirse en un carro porque le cuesta no tener todo bajo su control.

En otro plano, esa característica suya ha sido criticada por sus exaliados. “Cada día convierte el partido en algo que gira más a su alrededor y menos de equipo. Evidencia que hay una práctica de descabezar cualquier otro liderazgo, lo que es una práctica caudillista”, dice Malavassi.

Nueva imagen

Hay tres excompañeros de Otto que dicen haberlo escuchado externar su deseo de ser Presidente de la República desde el colegio. De no ser por sus versiones, él juraría que la idea le pasó por la cabeza hasta que entró a la Universidad de Costa Rica.

Por aquel tiempo, tuvo bigote y pelo largo, aunque asegura que, de no haber sido por la influencia de su madre, se lo habría dejado aún más melenudo.

Esa imagen dista del Otto Guevara que aparece en campañas publicitarias desde hace más de una década, piezas que le generaron fama de ser “el candidato guapo”, de cejas prominentes, cabellera engominada y sonrisa de comercial de pasta dental.

“Homosexualidad”

“Una condición que tienen algunas personas”

Fertilización in vitro

“Ya fue resuelta por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, ahora falta que se cumpla”

Laura Chinchilla

“Presidenta desteñida, deslucida”

Estado laico

“Estoy de acuerdo, pero no es una prioridad”

Daniel Ortega

“Presidente bravucón de Nicaragua”

Puentes bailey

“Casi un símbolo nacional”

Marihuana

“Una planta”

Encuestas

“Fotografías de un momento. Depende del fotógrafo si son confiables”

Abstencionismo

“Un peligro para la legitimación democrática”

Johnny Araya

“22 años al frente de una alcaldía cuya gestión ha sido desastrosa. Yo no quiero que Costa Rica sea como San José”

Rodolfo Piza

“Un liberal a quien estimo mucho y espero que me apoye en una eventual segunda ronda. Indudablemente, lo tomaría en cuenta para una gestión de gobierno”

Luis Guillermo Solís

“Buena persona, le ha tocado asumir un liderazgo que ha venido a menos. No comparto su visión de impuestos y de no tocar el gasto público”

José María Villalta

“Diputado impetuoso, radical y extremista, como lo fui yo cuando fui diputado. Es una persona muy consecuente con su pensamiento, el cual no comparto para nada”

Casinos

“Una actividad económica”

Hay costarricenses que todavía relacionan al líder libertario con ese arquetipo. Él mismo acepta que esto es culpa de la agencia de publicidad encargada de su imagen dos campañas atrás.

“Viendo en retrospectiva, hubo anuncios que no proyectaban a un Presidente, sino a un modelo. Le he hecho ver a la agencia de publicidad que quiero proyectar la imagen del candidato que tiene las mejores ideas, no la de un sex symbol que trata de buscar votos basado en atributos físicos. Para mí, eso es contraproducente”.

Ahora no tiene reparo en mostrar las arrugas en su cara, aunque también acepta que se aplica un gel de sábila “mágico” antes de que cualquier persona lo vea. Este, precisa, le da “un look medio mojado” y le ayuda a disimular las canas.

En su discurso, el Otto Guevara de ahora también ha cambiado de las otras versiones de él mismo.

“Yo fui radical cuando fui diputado, encasillaba a la gente, hacía generalizaciones absolutamente inaceptables como criticar a todos los trabajadores públicos. Con el paso del tiempo, me di cuenta de que hay empleados públicos extraordinarios, con gran vocación de servicio”.

Ahora habla de él mismo como un candidato abierto a las coaliciones. De hecho, en el 2012 hizo una alianza política con Rafael Ángel Calderón . Salió infructuosa.

En otro intento, hace poco más de un mes aprovechó la crisis del PUSC tras la salida del candidato Rodolfo Hernández para ofrecerle a Rodolfo Piza Rocafort armar una alianza contra el Partido Liberación Nacional de cara a las elecciones.

La reunión ocurrió en un café en Escazú, mas Piza Rocafort rechazó la propuesta aunque Guevara hablara de algún tipo de espacio en las vicepresidencias para los aspirantes de la Unidad.

“De los otros candidatos, él es con quien tengo más cercanía y es con quien, yendo a segunda ronda, podremos llegar a un buen acuerdo”, dice del Rodolfo que funge como su adversario en estas elecciones, quien fuera cuñado suyo en la juventud, cuando Guevara fue novio de su hermana.

Lo conoció hace más de 30 años, cuando aceptó su invitación a una reunión de ANFE (Asociación Nacional de Fomento Económico), donde se codeó por primera vez con los liberales costarricenses.

Se acababan los años 90 cuando perfiló ahí su posición política, con un cerro de lecturas de filosofía liberal y debates con colegas de esa línea de pensamiento.

Más tarde, pasó por las filas del PUSC e incluso contribuyó con una parte de la redacción del plan de Gobierno que Miguel Ángel Rodríguez presentó en su fallida candidatura de 1994.

Ese mismo año, tras una reunión en el restaurante Antojitos, en San Pedro, cofundó el partido Movimiento Libertario junto a Raúl Costales y Rigoberto Stewart.

En la primera candidatura del partido que él fundó, apareció Francisco Malavassi en la papeleta para presidente. A partir del segundo intento, en el 2002, ha sido la cara de Otto Claudio la que, de forma ininterrumpida, ha encabezado la fórmula presidencial de este movimiento.

La campaña actual ha sido la más movida que haya vivido. Poco antes de que empezara esta entrevista en la terraza de su casa, su foniatra estaba por irse, tras una sesión de terapia para velar porque la garganta de su paciente llegue sana y salva a febrero del 2014. “Tal vez yo no llego… Digo, yo llego, pero tal vez mi voz es la que no llega”, dijo entre risas.

Guevara acepta que todavía es muy pronto para asegurar que su nombre no estará en la papeleta presidencial del 2018.

“Para entonces, espero tener una vida más tranquila. Ese es el plan, pero es algo que veo muy distante... aunque es mejor no decir ‘de esta agua no has de beber’”.