Hilda Siverio, la heroína que ‘baila con la quimio’ en su lucha contra el cáncer

Hace siete años, durante su tercer embarazo, esta española fue diagnosticada con cáncer de seno. Se negó a abortar y esperó a dar a luz para arrancar de inmediato con la quimioterapia. Hoy, tras nueve operaciones y una invasiva metástasis, su increíble historia le da la vuelta al mundo.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Hace siete años, mientras esperaba ilusionada la llegada de su tercer hijo -y primer varón-, para la española Hilda Siverio empezó una durísima etapa: tenía cinco meses de embarazo cuando detectó un bulto en uno de sus pechos.

El peor de sus temores pronto se confirmó: padecía un cáncer de mama que daría comienzo a la etapa más dura en la vida de Hilda. Sin embargo la mujer, oriunda de las Islas Tenerife, en España, se negó por completo a tratar su enfermedad antes del nacimiento del bebé.

Según ha narrado incontables veces, “le dije al ginecólogo que no abortaría, que mi hijo tenía que nacer aunque me llevase a mí por delante”. Y así fue. Hasta las 33 semanas de embarazo no se sometió a una biopsia y solo una semana después del procedimiento, le provocaron el parto y la intervinieron para practicarle una mastectomía.

Desde entonces, Hilda, hoy de 50 años, ha superado un total de ocho operaciones y en la actualidad recibe un tratamiento paliativo. “La quimioterapia que me doy no es para curarme, es para intentar tener calidad de vida hasta que dure”, afirma la tinerfeña. Pero lejos de mostrar tristeza o angustia, afronta con positividad su día a día, demostrando una enorme capacidad para superar las adversidades que presenta no solo la enfermedad, sino otras vicisitudes que se han ensañado con ella y su familia en los últimos siete años.

Según ha narrado en varios posts y entrevistas, “lloro muchas veces porque me dan ganas de sacudir a la gente y decirles: “¡vivan!”.

Y es que, en algún momento de los últimos siete años, cada uno de sus millones de seguidores ha tenido su propia experiencia al conocer a Hilda Siverio, ya no solo en redes sociales si no en entrevistas con medios de primer nivel en el mundo.

Si bien ella ya tenía una inmensa legión de adeptos, cosechados en Facebook, Instagram y medios de comunicación españoles e internacionales a partir del 2014, cuando fue diagnosticada, lo cierto es que la rapidez y resumen de los contenidos de Tik Tok terminaron por convertir a Hilda en un personaje admirado, amado y seguido por millones de personas alrededor del mundo, quienes consumen esta aplicación.

Su presencia es inconfundible, pues habitualmente sale con el cabello totalmente rapado, con un maquillaje ligero, una gran sonrisa y sus particulares bailes asida al tubo del que cuelga el implemento médico que ella llama “la bolsa de la quimio”, en una verdadera oda de positivismo y de amor por la vida.

También comparte ratitos de contentera con grandes simplezas, como cuando se toma un café con unos canapés o se puede dar un piscinazo en los días que permanece en su casa, cuando le dan de alta en el hospital.

Pero ella también comparte algunas situaciones no tan felices, como ha ocurrido cada vez que la situación de su cáncer se complica y requiere una nueva intervención, o como ocurrió hace unas semanas, cuando se le detectó una metástasis y, según aseguró, los médicos le dijeron que le quedan unos 18 meses de vida. Aunque, visto lo visto, con Hilda nunca se sabe.

El caso es que entre sus muchísimos seguidores y admiradores se encuentran varias personas que están luchando con la misma enfermedad y se inspiran en la española para librar sus propias batallas, incluso la emulan al publicar videos bailando mientras reciben la quimioterapia.

Por lo mismo, el fin de semana pasado esta red social literalmente explotó en protestas cuando el perfil original de Hilda (Hilda_70) fue bloqueado tras la denuncia de algún “malintencionado de esos que nunca faltan” --dijo ella entre lágrimas pero sin beligerancia -- mucho menos en Tik Tok, que arropa indiscriminadamente a todo tipo de especímenes a lo largo y ancho del planeta.

Hilda abrió una cuenta alterna en la que comunicó lo del cierre de su perfil tradicional y muy a tono con la fuerza que la acompaña, no la emprendió contra quien había cometido la vileza, pero sí se permitió unas lágrimas mientras le decía a su audiencia que jamás se imaginó que alguien fuera a reportar su cuenta, y que no solo le dolía en demasía el hecho, si no la preocupación de que todo su contenido se fuera a perder, en vista de que la motivación para muchas de sus historias estriba en sus hijos.

“Es que cuando yo me vaya, yo quiero que esto quede para ellos, con los comentarios de tanta gente querida, yo quiero que ellos puedan ver todo esto cuando quieran, no puedo entender quien se podría haber sentido lastimado por mis videos o mis contenidos”, dijo Hilda, ahogando su llanto en uno de sus videos del fin de semana.

Fueron segundos cuando se viralizó, en esa misma aplicación, una petición masiva para que le devolvieran la cuenta a Hilda, en una conmovedora reacción en la que muchos otros pacientes de cáncer empezaron a publicar sus bailes mientras se hallaban en el hospital o convalecientes en sus casas.

La historia de Hilda, como se dijo, ha sido reseñada en decenas de medios internacionales y en sus redes sociales, empezando por Facebook, cuando al recibir su diagnóstico de cáncer Hilda creó una cuenta que ya desde entonces comenzó a viralizarse con un atípico lema: “Sacarle la sonrisa al cáncer”.

Siete años después, asida al coraje y optimismo con que vive sus días, Hilda ha logrado tocar los corazones de miles, enfermos o no, con la transparencia con la que libra sus batallas, sin cantar victoria nunca pero, a la vez, cantando victoria siempre.

“Es que no hago nada con batallar contra la muerte si no logro disfrutar lo que tengo de vida, ese es el mensaje que yo intento enviar, que no nos muramos antes de tiempo, que entendamos que esta vida se acaba tarde o temprano y que hay que sacarle provecho aunque estemos enfermos... aunque te digan que es terminal, mientras no te mueras hay que aprovechar la vida”, dijo Hilda en una de sus múltiples entrevistas, en este caso, a la cadena española RTVE, en febrero pasado.

Para entonces, ya la historia de lucha de Hilda le ha dado la vuelta al mundo no solo por su propia historia con el cáncer, sino porque la vida parece haberse ensañado con ella después de que su propio esposo fuera diagnosticado con esta enfermedad, solo un año después que ella. Como si fuera poco, en el 2015 la familia tuvo que afrontar un duro revés, cuando su anciano padre enfrentó un proceso judicial después de que abatiera a un ladrón que ingresó a la vivienda familiar.

La autenticidad de Hilda y su valentía parecen a prueba incluso de haters --que nunca faltan--, pues la legión de admiradores es sencillamente monumental. Como ella misma lo ha dicho en alguna de sus alocuciones, su intención nunca fue convertirse en una estrella --en decadencia, dijo bromeando en alguna de sus entrevistas-- si no en plantarle sonrisas al cáncer y sobrellevar la vida de la mejor manera antes de partir.

A mediados de junio, por ejemplo, narró que le habían dado permiso de irse unos días a su casa y con su ya habitual calvicie --piropeada por miles de fans porque, ciertamente, se ve hermosísima-- se encajó un vestido de baño y publicó cómo corría feliz hasta saltar en una piscina para zambullirse en el agua, fascinada, con aquella sonrisa de oreja a oreja que la caracteriza y con un post que invitaba e insistía en vivir y disfrutar el momento... sin importar las circunstancias.

Eso sí, ella no imposta. Cuando se ha sentido realmente mal saca un ratito para informar a su legión de seguidores, pero guarda sus momentos más difíciles en su intimidad.

Pero bueno, se impone repasar la vida de Hilda Siverio quien, hasta el tercer trimestre del 2014, era una esposa y madre feliz de dos lindas preadolescentes, a la espera de su tercer hijo: el soñado varón.

El diagnóstico

El terremoto interior que sintió Hilda cuando supo que tenía cáncer fue el preludio a la fuerza interna con la que se antepuso a criterios médicos y, también, a posiciones que posiblemente muchas personas ni siquiera habrían dudado en adoptar.

Ella no. Con una fe a toda prueba se negó a abortar y continuó con el embarazo de Richard, su hijo menor; su decisión de elegir el nacimiento del bebé antes que tratar su patología empezó a llamar la atención de la prensa local desde ese momento. Mientras esperaba con gran esperanza y alborozo el crecimiento de su abdomen y los frenéticos movimientos del bebé en su vientre, Hilda tuvo tiempo de asimilar su enfermedad y de decidir cómo la iba a afrontar.

Fue entonces cuando germinó la idea de utilizar Facebook y abrir la página “Sacarle una sonrisa al cáncer”, en la cual comenzó a contar su historia y vicisitudes en primera persona y con videos en tiempo real. La iniciativa web no tardó en cosechar más de 50 mil adeptos de todo el mundo, en gran parte, víctimas a su vez de algún tipo de cáncer.

En una entrevista con el medio español Elcierredigital.com, de abril pasado, repasó cómo fue recibir el diagnóstico de cáncer justo cuando ella y su familia estaban levitando con la noticia de que el embarazo se iba decantando con normalidad y que habría un varoncito en la familia.

“En un principio sufrí un fuerte choque emocional puesto que, ante mi decisión irrevocable de seguir adelante con el embarazo, me tuvieron que provocar el parto a las 33 semanas de gestación y continuar hospitalizada, sin poder estar con mi hijo recién nacido, para ser intervenida de mi primera mastectomía. A ello se sumó, además, el fallecimiento de mi hermano un mes antes del alumbramiento”. El hermano de Hilda se llamaba Ricardo. Él falleció en circunstancias confusas pero todo apuntó a un suicidio.

Pero de verdad que los últimos años de Hilda Siverio han estado sometidos a verdaderas desgracias que serían capaces de sumir en la tristeza y el desamparo a casi cualquiera, como las tragedias que se han sucedido a nivel familiar y económico en los años venideros tras su ya desolador diagnóstico.

En abril del 2018, uno de los principales medios de Tenerife, el Diario de Avisos, realizaba un sesudo recuento de los últimos infortunios que llegaban como increíbles embates a la vida de Hilda, quien para entonces llevaba casi cuatro años de luchar contra el cáncer y de sacar avante a sus hijos y a su pareja.

“Dicen que las desgracias nunca vienen solas, y en la vida de Hilda Siverio así ha sido. Puede que sea solo una casualidad, o mucha mala suerte, pero lo cierto es que la historia de Hilda bien podría ser un guion de cine o una entretenida novela de superación personal”, escribió en ese momento el periodista Dácil Jiménez.

Y es que, en abril del 2014, se sucedieron dos acontecimientos aparentemente sin relación alguna, pero que constituirían sendos embates para la ya complicada vida de Hilda.

Por un lado, se dio el cierre debido a una orden judicial de la popular hostelería Sunset 290, negocio famoso por encontrarse en un entorno exuberante y por sus increíbles vistas del paisaje marino, y del cual era propietario el exesposo y padre de las dos primeras hijas de Hilda.

Por los mismos días fue condenado a prisión don Jacinto, el octogenario padre de la mujer (83), tras el juicio del incidente en el que varios ladronzuelos ingresaron a la vivienda de él y su esposa --la madre de Hilda-- a quien torturaron para exigirle la entrega de dinero.

En un juicio supremamente mediático, pocos entendieron que el anciano no fuera liberado por actuar en defensa propia sino que además fue condenado a dos años y medio de cárcel.

A esas alturas de las complicaciones de salud de la hija, no pocos se preguntaban cómo podía ser que la desventura se ensañara de tal forma contra esta familia.

“Hablar con Hilda es como subirse a una montaña rusa de emociones: lo mismo se acaba llorando que echando unas risas, y eso a pesar de la cantidad de desgracias que abundan en su vida. Pero es que Hilda hace gala de un humor envidiable, de un carácter fuerte y de una actitud positiva que la hacen afrontar cada revés con la mejor de las sonrisas”, escribió el periodista Jiménez en la mencionada publicación.

Una resiliencia asombrosa

En este aún aciago 2021, segundo año de pandemia mundial y con la incertidumbre cernida por todo el planeta, observar los posts, entrevistas, confesiones y videos de Hilda, apenas al año y pico de su diagnóstico, sorprenden mucho, porque así como se enfrentó a su enfermedad en ese momento, sigue haciéndolo al día de hoy, varios años --y tragedias después-- sin recetas, sin poses, incluso con lágrimas si es del caso, en muchas ocasiones permeadas de sonrisas o risotadas.

La periodista Verónica Martín, de Tenerife, escribió una semblanza sobre Hilda apenas un año después de su diagnóstico y la extirpación de su seno. En dicho texto interpretó el sentir que miles, cuidado y si no millones, tendrían en los años siguientes al tratar con Hilda en sus redes sociales.

“Solo quien ha visto a Hilda en sus videos de redes, sabe a lo que me refiero (...) Hilda Silverio es de esas mujeres con las que quedas a tomar un café para hacerle una entrevista y te dan ganas, de forma inmediata, de invitarla a tu próximo cumpleaños. Es alguien que transmite energía y con la que dan tantas ganas de reír como de llorar. A ratos. Como somos muchas mujeres. Vitales pero sensibles”.

Y agregó: “Ella es la imagen perfecta de cómo dar la vuelta a una realidad dura para transformarla en una sonrisa. Sería una tragicomedia con la que te partirías de risa en medio de una quimioterapia. Ella es así. Es un ejemplo de que en un año la vida de una persona se puede transformar de tal manera que nada vuelva a ser igual. Pero también de que la actitud es esencial para lograr que todo se transforme”, escribió la periodista Martín.

Un salto de fe

¿En qué momento y con qué fuerzas empezó Hilda a narrar su rudísima cuesta en redes sociales?

El arranque narrado por ella, ante varios medios y en redes, lo explica todo.

“Empecé un día que me sentía fatal, me miré al espejo y me vi tan mal que me metí en el baño y me maquillé. Cuando mis hijas me vieron así, me dijeron ‘mami, ya estás bien’ y les dije que había ido al baño y había tirado por el water la enfermedad. Subí la foto vestida con un tutú de Carnaval verde esperanza y tuve 37.000 visitas. Entonces, se creó la cadena ‘tira de la cadena para que la mierda del cáncer se vaya”, narra al día de hoy, cuando se le pregunta sobre su punto de inflexión.

Fácil no ha sido, máxime cuando ella misma ha contado, cada vez que le preguntan sobre el tema, que parte de su orgullo femenino eran sus pechos.

“Es duro verte en un espejo. Estás mutilada. Te han cortado la piel y tienes un tajo desde la mitad de canalillo y… asumes que has cambiado tanto. Soy una mujer muy coqueta y mi sello de identidad siempre fue mi escote. Mi padre me llamaba la atención por enseñar mucho y yo siempre presumía y le respondía que ‘lo que se iban a comer los gusanos que lo disfrutaran los cristianos’… Ahora no me afecta la cicatriz, me afecta el pecho que aún tengo porque ese hay que operarlo. Aunque hay otra cicatriz en el alma que esa me duele mucho más…”, escribió cuando apenas su dura lucha comenzaba.

Entre tanta desgracia Hilda intercala siempre un toque de humor, a veces negro, para explicar las cosas que le pasan en la vida. “Yo siempre digo que la vida es eso que pasa entre putada y putada”, ríe. De forma incomprensible, ella consigue que quien la escucha pase de la congoja a la risa en un mismo suspiro. “Si crees en el karma, ¡en otra vida debí de ser una hija de la gran puta de mucho cuidado!”, dice en medio de una carcajada cuando la misma prensa le enumera su seguidilla de infortunios.

Hilda desprende fortaleza y empuje, valor y energía positiva, a pesar de los pesares. “¿Cuánto más puede aguantar un ser humano? No lo sé… Los oncólogos y los psicólogos me dicen que mi caso se escapa a la razón médica”.

Puede que la clave esté en su manera de afrontar cada dificultad. “Prefiero morirme que perder la vida, y pierdes la vida cuando dejas de luchar. Yo encuentro cada día 500.000 motivos para seguir luchando. A pesar de todo. Sigo pensando que soy una afortunada: tengo todo el amor del mundo en mi marido, mis hijos y en mi familia”, concluye recuperando la seriedad.

@hilda_70

Responder a @edel_mon ❤❤❤❤❤❤❤❤

♬ sonido original - Hilda

Lo que Hilda sabe a ciencia cierta es que no quiere dejar la vida encerrada en un hospital, por eso tiene claro que el actual tratamiento que está recibiendo de quimioterapia no es para curarse sino para mejorar su bienestar y ganar tiempo, dado que el reciente pronóstico de que si acaso le quedan 18 meses de vida.

Entretanto, ella continúa con su filosofía muy bien plantada en una carta que escribió a su propia enfermedad y que, para no variar, se hizo viral: “Tú me enseñaste a que la dueña de mi cuerpo soy yo... y mi mente no te odia, solo te muestra que te equivocas conmigo!! mándame dolor y yo seguiré regalándote sonrisas, porque querido Cáncer, te he dado algo que no esperabas y es no luchar contra ti, solo guiarte con mi mejor sonrisa hacia la puerta de salida”.

Referente a nivel mundial

Un salvavidas para Hilda, tal como reconoce, fue utilizar las redes sociales como vía de escape. Primero, a través de su página de Facebook.

“(Facebook) Ha sido mi tabla de salvación, sobre todo, durante mis recaídas”, ha dicho en muchas ocasiones.

En conjunto, Hilda recibe hasta más de 3.000 mensajes a diario de todas partes del mundo, muchos de ellos de gratitud por el ánimo y la energía que puede llegar a transmitir a este tipo de pacientes. “Para mí es un efecto boomerang, un chute de adrenalina”, confiesa emocionada.

Además de declararse firme defensora de la investigación del cáncer, a lo que contribuye siempre que puede,una de sus máximas ilusiones ahora es la de publicar un libro en el que pueda reflejar sus múltiples vivencias, entre las que se incluye, por cierto, haber participado en la película Ma ma, protagonizada por Penélope Cruz y dirigida por Julio Medem, que curiosamente, aborda la historia de una enferma de cáncer de mama.

Últimamente, sus posts se han orientado a la espiritualidad que a todas luces, la acompaña. “Brilla, brilla si la vida quiere darte oscuridad, si te quedas con lo bonito de la vida, enseñarás la luz que tienes dentro de ti y te prometo que si brillas pese a todo el dolor, enseñarás a brillar a los demás”, escribió Hilda en su muro de Facebook recientemente.

Y agregó una frase que resume toda su filosofía en los últimos siete años: “No quiero que me recuerden cómo me voy, recuérdenme cómo he vivido”.