Especial 70 años de moda: Las memorias de las ‘misses’

Desde la primera edición del máximo certamen de belleza costarricense, las páginas de LA NACIÓN han documentado anécdotas, recuerdos, tendencias y críticas. Este trabajo desempolva algunas de las historias de las reinas de antaño y de las de hoy.

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Viernes 1.° de julio de 1955. Un anuncio en la página 18 del periódico La Nación invitó a la coronación y elección de la segunda Miss Costa Rica de la historia. La cita: el sábado 2 de ese mes a las 9 p. m., en el Costa Rica Country Club.

Más que una gala de un concurso de belleza, la velada tuvo cara de baile de alta sociedad, amenizada por la Orquesta Barquero y el trío Los Ticos, que llevaron a escena “los shows presentados en Washington y Nueva York (Estados Unidos)”.

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De las 10 mujeres participantes –la mayoría con cabello corto– se seleccionaría a la que mejor representara la belleza y la cultura costarricense. El nombre de la ganadora resonó en la exclusiva fiesta, conocida en la época como “el acontecimiento más sobresaliente de nuestro mundo social, de 1955”.

A la elección de la sucesora de Marian Patricia Esquivel McKeown (la primera Señorita Costa Rica, quien falleció en el 2000) solo pudieron asistir socios e invitados especiales. Las entradas se vendieron en Publicidad Mangel, a un precio de ¢10 mujeres y ¢15 hombres.

El sencillo anuncio estableció el protocolo de vestimenta de los asistentes: ellos debían lucir traje oscuro y ellas, uno corriente. Para el día del certamen la publicidad se repitió, solo que en la página 27 del mismo diario y, esta vez, reveló los nombres y rostros de las candidatas que ansiaban el título.

La final del concurso transcurrió con total discreción; en un campo pagado del martes 5 de julio de 1955 se conoció que la señorita Clemencia Martínez de Montis había sido electa como la reina de la belleza costarricense.

En la página tres de la edición de ese día de La Nación se publicaron las felicitaciones que C. M. Palma & Co., Ltda. ofreció a la nueva reina, quien posó frente a su trono, con un largo y elegante vestido de gala, su discreta corona, un cetro en su mano izquierda (bastón cilíndrico que popularmente usó la monarquía) y en su otra mano, un trofeo.

“Nuestra felicitación es extensiva a las demás estimables señoritas candidatas, con cuya belleza dieron atractivo y esplendor a este hermoso certamen por la elección de la Señorita Costa Rica”, se leía al final de aquel anuncio.

Esa reseña confirma que desde los albores del concurso de Miss Costa Rica, el certamen alcanzó protagonismo dentro de las páginas de La Nación , cuya cobertura se fortaleció con el paso de los años. La de 1955 fue la primera de decenas de publicaciones que hoy se acumulan en empastados físicos y archivos digitales en el Centro de Documentación de Grupo Nación.

Durante la década de los años 50, los avisos pagados en La Nación dieron cuenta del certamen, pero también hay registros periodísticos de las coberturas, que comúnmente se publicaron en las primeras páginas del diario o en pintorescas notas y fotografías que ocuparon espacios en la sección de Sociales de este medio.

“Anoche en el Teatro Nacional que estaba ocupado por un selecto y nutrido público de todas partes del país se hizo la elección de Miss Costa Rica 1956, que nos representará dignamente en el concurso Miss Universo (...). La selección que hizo de manera honorable y estricta el jurado adhoc , la recibió el público asistente con demostraciones de simpatía y con cerradas salvas de aplausos”.

Así inició la crónica publicada el primer día de julio de 1956, en la página 12 de La Nación. Ahí se resumieron los pormenores de la designación de Anabelle Granados como Miss Costa Rica de ese año, velada en la que las siete participantes lucieron desde vestidos con gran volumen en su parte inferior, hasta rectos, evocando la discreción y el glamur de antaño.

Seis años después, el concurso continuó ganando impacto en las publicaciones del periódico, que le siguió de cerca los pasos a las aspirantes a la corona, a su moda variopinta y a sus abultadas cabelleras. Luego le siguieron el pulso a las reinas electas, a quienes ya proyectaban en el certamen internacional del Miss Universo.

“Vuelve a apasionar al mundo, y especialmente a América, el torneo galante de la elección del Miss Universo. Los distintos países han elegido ya a sus representantes, recayendo la escogencia en señoritas con gran presencia espiritual y sobresaliente belleza”, publicó La Nación el 25 de junio de 1962 haciendo referencia a la elección de Helvetia Albónico González, una miss que más que por su belleza, se caracterizó por su elegancia al vestir y sus siempre llamativos peinados.

Diez años después de esa publicación, otra noticia nutrió las páginas del diario. Bajo el título “Electas anoche representantes de la belleza costarricense” se presentaron a la sociedad de los setentas a las cuatro reinas reinas que seleccionó el jurado en el certamen de 1972: Vicky Ross González, Blanca Iris Carranza, Floria González y Patricia Quesada.

Peinada con tupé y con un traje de baño de una pieza que dejaba al descubierto su torneada figura, posó para las cámaras Vicky Ross, electa Miss Costa Rica de ese año. En la misma página aparecieron Blanca Carraza (Miss Young International), Floria González (Segunda suplente por Costa Rica) y Patricia Quesada (suplente por Costa Rica a los concursos internacionales).

Cabe resaltar que ese año, el concurso –que se llevó a cabo en el Club Unión– contó con la presencia de cinco reinas hondureñas, incluida Miss Honduras 1971, quienes asistieron a la gala “para dar realce a la elección y coronación de la Miss Costa Rica”.

Las centroamericanas destacaron por sus “abultados peinados” y elegantes trajes de noche que atraparon la mirada de asistentes y curiosos.

El cambio

Seis años después, la cobertura de los concursos de belleza en La Nación se remozó motivada por el peso que alcanzó la participación de una mujer morena, delgada y de pelo largo en el Miss Universo de 1978.

Maribel Fernández García (Maribel Guardia) fue la primera tica en destacar en la difícil y selecta competencia internacional.

La costarricense engalanó varias portadas de la época en La Nación tras ganar el título Miss Fotogénica en México, sede del certamen mundial, y país en el que curiosamente radica desde inicios de los años 80.

Con ello, el periódico cedió mayor despliegue en sus coberturas para los concursos de belleza, que tuvieron sus años dorados entre los años cincuenta y ochenta.

Por ejemplo, la crespa cabellera, los ojos achinados y la gran sonrisa de Carla Facio Franco aparecieron en varias publicaciones desde que ganó el Miss Costa Rica en 1979, al igual que el voluminoso cabello y la fina sonrisa de Aurora Velásquez, Señorita Costa Rica 1986.

Una década más tarde, otra información atrajo la curiosidad de los lectores. “La reina está enferma”, tituló La Nación el 20 de octubre de 1996, dos días después de que Gabriela Aguilar fuera electa soberana de la belleza costarricense para el año 1997 y quien obtuvo el puesto número 11 en el Miss Universo de ese año.

“Gabriela Aguilar ganó la corona del certamen de Miss Costa Rica afectada por la varicela, insuficiente para apagar su sonrisa o esconder su belleza. Este es un caso inédito en la historia de esa justa de belleza”, resaltó el artículo periodístico de ese año, que se acompañó de una imagen que resaltó el triunfo de una reina fina, elegante y fuerte, quien tras acabar el show televisivo debió abandonar el escenario para irse a su casa a guardar reposo y prepararse para el certamen internacional.

Varios años después comenzaron a llegar más buenas noticias para Costa Rica en materia de reinas de belleza. El destacable desempeño que alcanzaron en el Miss Universo Nancy Soto (2004), Johanna Solano (2011) y Fabiana Granados (2013) también impactaron las publicaciones de este periódico.

El trabajo de las tres ticas en el concurso mundial tuvo amplio despliegue en las páginas de Viva , el suplemento de entretenimiento de La Nación , donde se aglutinan las noticias de farándula y cultura desde hace 29 años. Desde entonces, Viva ha sido vitrina de entrevistas y producciones de gran calidad con las reinas recientes y las candidatas a la corona; sin embargo, también ha servido como un espacio para la crítica, suscitada comúnmente a través de las redes sociales –armas de doble filo en los tiempos modernos–, y que han salpicado a las chicas de Miss Costa Rica.

Las mayores controversias que han protagonizado nuestras reinas se tejen por los trajes típicos o de fantasía con los que se muestran en el Miss Universo, atuendos que en los certámenes internacionales llamaron la atención por ser alegóricos a las raíces típicas e indígenas costarricenses y que, en la actualidad, buscan hacer eco por medio del diseño de nuestra diversa flora y fauna, de aquellos aspectos que nos identifican como los costarricenses “pura vida”, la frase que también pregonan nuestras reinas en los camerinos y dormitorios del concurso internacional.

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