El escolta que se convirtió en gran amigo

Le cuida las espaldas a Otto Guevara, pero también le estrecha fuerte la mano

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Lo cuida, lo transporta, lo acompaña, le compra la comida, le lleva las medicinas, atiende a su familia e incluso hace las de una libreta de recordatorios porque –no lo oculta– su patrón es a veces un poco olvidadizo.

Roy Meléndez Solano tiene cuatro años y unos días de ser asistente, escolta y chofer de Otto Guevara Guth. Al calor de la campaña anterior, comenzó a darle servicios de seguridad al candidato libertario por medio de una empresa privada, pero el político quedó tan a gusto con sus servicios que decidió hacerlo empleado suyo. “Nos hemos vuelto muy buenos amigos. Él me dice que lo llame ‘Otto’, pero me cuesta mucho cruzar esa línea de jefe-empleado, entonces le sigo diciendo ‘don Otto’ o ‘señor’”, cuenta Meléndez, un desamparadeño de 38 años sin hijos.

En estos días de giras, trajín, entrevistas y más trajín, Roy entra a trabajar a las 5:30 a. m. y termina cuando haya que terminar, casi haciendo suyo cada detalle de la campaña. Sin embargo, tiene claro cuáles son sus funciones y no se mete en lo electoral. Se mantiene callado cuando su jefe habla, por ejemplo, de estrategia, pese a que en estos cuatro años ha aprendido mucho de política y toda su formación en ese campo ha ocurrido a su lado.

Aunque la labor de todo escolta conlleva riesgos, él cuenta que “el mayor susto” vivido fue la vez que, en plena gira, les hicieron un “minisecuestro” a ambos: un grupo de señoras, eufóricas por la visita del candidato libertario, los encerraron en una casa y advirtieron que no los dejarían salir hasta que aceptaran tomarse un café con una empanada... ¡y no estaban bromeando!

Más que acostumbrado a oír los piropos que le hacen a Guevara, Meléndez dice que lo único que tiene de malo su jefe es que es liguista, algo que él nunca compartirá.