De niño sobrevivió a un incendio que le quemó el 97% del cuerpo; hoy es bombero

Cuando todavía era un bebé, Santos Bonilla tuvo un encuentro casi mortal con el fuego. Hoy, a sus 19 años, mira la vida con optimismo y cumple su sueño de ser parte del Cuerpo de Bomberos

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“Cuando yo sea grande, quiero ser bombero”.

Santos Bonilla Aragón era uno de esos muchos niños que siempre respondía esa frase cuándo le preguntaban a qué quería dedicarse cuando creciera. Siempre que veía un bombero sus ojos se iluminaban.

Aunque esa respuesta es muy común entre los infantes, con el paso de los años esa ilusión suele disiparse o simplemente transformarse, pero ese no iba a ser el caso de Santos. Él hablaba muy en serio cuando decía que soñaba con poder ponerse el casco y la capa amarilla para salvar vidas.

Tal vez por agradecimiento, tal vez por cariño, o tal vez por admiración, lo cierto es que el joven de 19 años siempre quiso ser parte del Benemérito Cuerpo de Bomberos. Esa institución una vez lo rescató de las llamas, y aunque no recuerda nada de lo que sucedió, tiene muy presente que gracias a unos héroes con casco hoy puede contar la historia.

Santos vive con las marcas del accidente: quemaduras de tercer grado en prácticamente todo su cuerpo, amputación de la pierna derecha, perdió las orejas y la sensibilidad en algunas partes de las manos y las piernas, todo producto de una explosión de un cilindro de gas ocurrida en la casa en la que vivía en Barrio Luján, en el 2005, que terminó provocando que su hogar se alzara en llamas.

Aquel voraz incendio acaparó los titulares de la prensa y desde entonces cada logro del joven aparece en los medios de comunicación. No es para menos, el muchacho se quemó el 97% de su cuerpo cuando tenía tan solo dos años y medio. Su pronóstico de vida era poco optimista pero finalmente sobrevivió.

Hoy se mira al espejo y ve a un hombre feliz, con sueños, positivo y orgulloso por lo que ha alcanzado. Por ejemplo, es jugador del equipo de fútbol amputado Sporting FC, se graduó como bachiller del colegio, comenzó su carrera universitaria en Ingeniería en Sistemas y consiguió su primer trabajo en la institución en la que siempre anheló: el Benemérito Cuerpo de Bomberos.

“Me acuerdo que cuando estaba pequeño una vez don Héctor Chaves (director del Cuerpo de Bomberos) me llegó a buscar a la casa y cuando yo salí vi los camiones y a él bien uniformado. Yo quería trabajar ahí. De hecho, me acuerdo que siempre le decía don Héctor que cuando yo fuera grande quería ser bombero. Y vea lo que son las cosas, aquí estoy trabajando con ellos.

“Este es, realmente, un sueño para mí. Yo siempre había querido formar parte de Bomberos porque yo sé que esta es una familia y ellos me han acompañado desde que yo estaba pequeño... me siento tan agradecido. Ahora me dan esta oportunidad de trabajar y al mismo tiempo estudiar”, dice.

La oportunidad de laborar en la benemérita institución llegó sin estarla buscando. Todo comenzó a principios de este 2022, después de graduarse como bachiller en educación media del Liceo Puente Piedra, en Grecia, Alajuela. Ese día, el joven habló con varios medios de comunicación y les confesó su deseo de poder trabajar para poder ayudar a su familia y poder costearse la carrera universitaria en Ingeniería en Sistemas.

Horas más tarde, el director del Cuerpo de Bomberos, Héctor Chaves, quien atendió el incendio en el que Santos sufrió quemaduras, leyó la noticia y de inmediato lo contactó. Ya ambos se conocían, pues el bombero ha estado al pendiente del muchacho en diferentes etapas de su vida, desde aquel 2005.

La intención de don Héctor era poder conversar con Santos, preguntarle cómo estaba, qué quería estudiar, en qué quería trabajar... en fin, ponerse al día.

“Él me dijo que quería un almuerzo conmigo porque hace tiempos no me veía. Yo vivo en Grecia y casi nunca tenía que venir a San José, pero casualmente él me pidió que nos viéramos un día que yo tenía que ir al Hospital de Niños a recoger una computadora que me regalaron.

“Después de eso nos vimos y cuando llegué él me preguntó que en qué quería trabajar mientras que estaba estudiando y yo le dije que en cualquier cosa. Entonces él me dijo que había un puesto en el departamento de ingeniería y que si yo quería aceptarlo. Yo la verdad me sentía con vergüenza, porque ese iba a ser mi primer trabajo, pero al final le dije que sí”, comentó.

Santos comenzó a trabajar el 14 de febrero en el departamento de ingeniería y, un mes después, el 14 de marzo, lo pasaron al centro de monitoreo. Su trabajo consiste en procesar cualquier tipo de emergencia que se presente en las estaciones de bomberos del país. Por ejemplo, si suena la alarma de alguna estación llama para ver si todo está en orden y si ocurre algún tipo de problema llama a los paramédicos, a Fuerza Pública, o a quien corresponda.

“Es un trabajo que me gusta mucho porque aprendo bastante. Además, mis compañeros Alexánder Bastos y Fabiola Osorio me ayudan mucho”, afirma.

Desde que tiene trabajo, su día a día es un poco ajetreado: el joven sale de su casa, en Grecia, minutos antes de la 5 a. m. para poder llegar a tiempo a su trabajo, en el centro de San José. Su horario es de 6:30 a. m. a 2:30 p. m., hora en la que agarra todas sus pertenencias y corre para tomar el bus de vuelta a su pueblo para poder llegar a tiempo a la Universidad Latina a recibir clases. Su deseo es graduarse como ingeniero y poder desempeñarse como tal en la institución.

Un accidente, pocos recuerdos

Aquella fatídica noche, del 28 de junio del 2005, todo ocurrió muy rápido. El seguro del cilindro de gas había quedado mal puesto y el olor se comenzó a esparcir rápidamente por la casa. Finalmente, el artefacto explotó en la cocina.Santos narra la historia que le han contado quienes presenciaron aquel incendio, pues como tenía dos años no recuerda nada de lo que pasó.

Su mamá, Lesbia del Carmen Aragón, pudo sacar a su hijo menor -Charlie Bonilla- (quien tenía ocho meses en aquel entonces), luego volvió por Santos pero no corrió con la misma suerte.

“Mi mamá me llegó a buscar a mí pero había una llama entre los dos. Me cuenta que yo me metí entre la llama buscándola a ella y dice mi mamá que ahí ella se desmayó, perdió el conocimiento y no reaccionó más. Ella solo se acuerda de cuando ya estábamos afuera”, relata.

Fueron los bomberos los que finalmente lo lograron sacar. De inmediato, el pequeño Santos fue trasladado hasta el Hospital Nacional de Niños, donde pasó ocho meses en coma.

“A mi mamá le dijeron que yo ya estaba prácticamente muerto, que me costaba mucho la respiración. A ella le pidieron que firmara para poder desconectarme, pero mi mamá no quiso. Entonces, entre todos recogieron plata y me mandaron para Estados Unidos y a los tres días de estar allá llamaron a mi mamá para decirle que ya yo está bien, pero que me tuvieron que cortar una pierna porque tenía una gangrena”, narra.

Al poco tiempo de haberse recuperado y de estar de regreso en Costa Rica, Santos debía entrar al kinder. Pero antes de ingresar al centro educativo, los bomberos hicieron un video explicando lo que le había ocurrido al niño para que sus compañeros pudieran entender la situación. Dice que, posiblemente por eso, nunca sufrió bullying (sus compañeros fueron los mismos en la escuela y algunos en el colegio).

Santos es conocido por su espíritu alegre y positivo. El siempre trata de ver la vida con una sonrisa y considera que esa es una de sus mayores virtudes.

“A mí siempre me preguntan que cómo me siento y que cómo me cambió la vida este accidente, pero la verdad es que yo estaba demasiado pequeño, entonces yo no lo sentí como un gran cambio. Yo no me acuerdo como era antes del incendio, entonces no es como que la vida me haya cambiado, siempre me he visto igual.

“Creo que por eso, cuando la gente se me acerca, a mí me gusta que me pregunten qué me pasó, no me gusta que la gente se quede con la duda, me gusta contar mi historia. Seguro por eso las personas me dicen que se me nota mucho la alegría que yo siento y tienen razón, porque yo soy una persona muy alegre”, detalla.

Eso sí, el joven reconoce que no todo es tan sencillo. Por ejemplo, le cuesta agarrar las cosas con sus manos y si son artículos muy pesados no puede alzarlos. Sin embargo, él siempre se las ingenia para poder hacer todo por su cuenta.

Dadas sus quemaduras, con frecuencia Santos tiene que ir a citas al Centro Nacional de Rehabilitación (Cenare), aunque en su casa se trata de cuidar mucho la piel con cremas humectantes.

Además, Santos asegura que a sus 19 años su salud mental está muy bien: “No sé qué se siente estar en una depresión, en mi caso, por el accidente”.

“Soy muy positivo y si yo quiero hacer algo, busco la manera de hacerlo y no me rindo. No sólo por tener un accidente hay que echarse a morir. En mi caso, siempre me he mentalizado en que quiero salir adelante. Siempre he dicho que con la ayuda de Dios y de la familia uno puede lograr lo que se proponga. Yo sólo le puedo decir a la gente que no se limite”, explica.

Una admiración mutua

Héctor Chaves, director del Benemérito Cuerpo de Bomberos, fue uno de los rescatistas que atendió el incendio en el que Santos se quemó el 97% de su cuerpo. En ese entonces, él era investigador y recuerda que cuando llegó a la escena ya habían trasladado al niño al hospital y nadie le reportó que habían personas lesionadas por el siniestro.

“Cuando yo llegué ya lo habían trasladado al hospital y como nadie lo reportó yo nunca supe de Santos. Siete años después yo vi un reportaje de él y su historia, y me sorprendió mucho porque yo estuve en ese incendio. Yo quedé muy indignado por no haberme dado cuenta de que él estaba en esa emergencia y resultó lesionado. Eso me impulsó a buscarlo”, comenta.

Don Héctor admiraba al niño que conoció hace más de una década y, actualmente, admira al hombre en que se ha convertido Santos Bonilla. Por ello, cuando supo que el joven buscaba trabajo, buscó un lugar para él dentro de la institución.

“En esta vida uno se ha topado con gente pulseadora y otras, pues no tanto. Hay ocasiones en las que personas me piden una oportunidad para ser bombero, pero cuando les pido el bachillerato me dicen que no, que no pueden y ponen miles de pretextos. Entonces, cuando yo veo una persona con todas las limitaciones que él ha tenido y que logró sacar el bachillerato, para mí eso es de admirar, porque muchas personas con todas sus cualidades físicas, mentales y psicológicas no lo logran y él lo logró. Eso es de admirar”, enfatizó Chaves.

El bombero agrega que Santos cuenta con muchos de los valores de la benemérita institución y eso lo motiva para seguir apoyándolo.

“Santos no le da mente a sus limitaciones físicas y una persona que supera eso merece oportunidades, porque hay muchos que no aprovechan lo que se les da. Es increíble que una persona a tan corta edad haya sobrevivido y que, a pesar de todo, fue a la escuela y al colegio. Santos es un luchador”, finaliza.