Daniel Rabinovich: Hizo muchas gracias de todo

Comediante, músico, escritor argentino y cofundador de Les Luthiers /1943 – 21 de agosto del 2015

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Fue un día cualquiera de hace (poquitico) más de 30 años. Un sábado de tantos, en La Dolorosa, en el centro de un San José todavía poblado.

De la barra del barrio solo faltaba Mario para hacer quorum; cuando llegó, venía desternillado y de inaugurarse como fanático de Les Luthiers: acababa de escuchar Cartas de color, la desopilante historia de Oblongo y su sobrino Yogurto Ungué, quien huyó de su pueblo a causa de la escasez de rinocerontes.

Cuando Mario nos contó lo que había escuchado, nada volvió a ser lo mismo: el humor de esos cinco argentinos–desconocido para casi todos nosotros, por aquel entonces– se volvió, diríamos, indispensable.

Así, con los años (casi puede decirse: con los días), aprendimos las muchas gracias que hacían de todo y compensamos el tiempo perdido: nos convertimos en luthieranos practicantes.

Cuando al fin los pudimos ver en VHS (sí, hace muchos años), la cosa quedó clara: eran graciosísimos, por supuesto; pero, de los cinco, Daniel Rabinovich estaba solo.

Dotado de una vis cómica blindada contra los malos humores, una sola vez nos desilusionó: el día que falleció.

A los 71 años, Rabinovich nos dejó por causa de varios males cardiovasculares el pasado 21 de agosto. Estaba casado y era padre de dos hijos.

En los tiempos libres que le dejaba el humor se dedicaba la guitarra, el violín y otros instrumentos; seguía al Independiente de Avellaneda, el vino y el boxeo.

Solo fue notario por algo más de un día y seguidor sin límite de suma del Real Madrid. Lo era tanto, que el día que la Juventus eliminó a los merengues de la Champions, llamó a un amigo al otro lado del Atlántico para lamentarse mutuamente y hacer planes para la presente temporada (a pesar de estar tocado de muerte).

Ya había sufrido un preinfarto en el 2012, que lo obligó dejar una gira en Uruguay.

Para la nueva temporada de presentaciones de Les Luthiers –que se inició en octubre anterior–, se había anunciado su baja, dada su enfermedad; sin embargo, nadie esperaba un final tan repentino...

Verlo y reírse. El choque entre los millones de seguidores de la agrupación argentina, fue atroz.

La muerte siempre es una puñalada trapera. Con los humoristas, además, sucede que uno piensa que son inmortales.

"Centro Estatal de Asistencia al Suicida, ¿por qué asunto es?", decía Rabinovich en el sketch La vida es hermosa, del espectáculo Bromuro de Armonio.

No podía ser aburrido, aunque estuviera en el libreto: su comicidad era tal que uno se reía con solo verlo.

"Es la pérdida de, tal vez, el más gracioso. Hizo fragmentos maravillosos.

"Nos enseñó a reír. Ahora no seremos quinteto, seremos cuarteto. Debemos aprender a seguir jugando sin él", reflexionó su compañero Carlos Nuñez.

De todos los sellos que distinguen a Les Luthiers, citemos uno: los enredos lingüísticos. Rabinovich se distinguió con esos disparates del habla a puros tropezones con las sílabas y palabras, digamos, "raras".

"En los más prestrigriosos foros internacio... En los más prestrigriosos fo... Pestrigiosos foros inter... En los pestri... En los más prestigri... Pestigri... Prestigri... En los más famosos foros internacionales en que estuve excitado... En que estuve, he excitado muchas veces... Muchas veces he citado el fracaso de su operación", trata de decir en República de Bananaia.

Daniel Abraham Rabinovich Aratuz, Neneco –como le decían sus compañeros de cofradía– nos dejó; pero se fue y nos dejó el secreto de la vida: se hizo querer.

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