Cocorí: La novela con supuesto racismo implícito que fue llevada hasta la Sala Constitucional

En este año, Cocorí fue causa de una discusión suscitada por el apoyo que el Ministerio de Cultura dio inicialmente a una versión musical del argumento presentada en el Teatro Nacional.

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El compositor Andrés Soto puso música a escenas de la novela que fueron narradas por Luis Ángel Castro. Lo acompañó la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN), dirigida por Marvin Araya. Ese espectáculo se presentó el 15 y el 16 de abril ante escolares. En total hubo cuatro funciones.

Todo aquel esfuerzo fue una coproducción del Teatro Nacional y de la OSN, entidades adscritas al Ministerio de Cultura, entonces dirigido por la historiadora Elizabeth Fonseca. El ministerio asignó fondos para que la música se pasara a un disco que se vendería públicamente. Se hizo la grabación, pero el disco nunca se imprimió.

Cocorí ante la Sala Constitucional. A los pocos días de las presentaciones, la diputada Epsy Campbell (del Partido Acción Ciudadana), presidente de la Comisión de Derechos Humanos de la Asamblea Legislativa, dijo que, para esta comisión, la novela Cocorí promueve la idea errónea de que los afrodescendientes son seres primitivos.

Asimismo, Campbell pidió a la ministra Fonseca que anulase los fondos que habrían hecho posible la producción del disco; Fonseca accedió a esa solicitud.

A su vez, dos personas interpusieron un recurso de amparo contra la ministra por su decisión. El 23 de mayo, la Sala Constitucional coincidió con ellas. Los magistrados consideraron que "la actuación de la jerarca de suspender el apoyo logístico financiero del musical Cocorí, sin dar fundamento, violentó la libertad de pensamiento y publicación sin previa censura".

Un Comité de la ONU se pronuncia. El caso viajó tras nuestras fronteras porque Campbell y la diputada Maureen Clark (del Partido Liberación Nacional) acudieron al Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial de la Organización de las Naciones Unidas. El 28 de agosto, el comité emitió un pronunciamiento no vinculante para Costa Rica, que favoreció a las diputadas.

El pronunciamiento indica: "Preocupa al Comité la utilización de textos escolares que contienen, o que podrían contener, aspectos susceptibles de ser interpretados con una visión estereotipada de las minorías, especialmente de las poblaciones indígenas y afrodescendientes. Preocupa en particular que el libro Cocorí sea de lectura obligatoria en la currícula [sic] escolar primaria, independientemente de su valor literario". Sin embargo, Cocorí no es un libro de lectura obligatoria; es opcional a criterio de los maestros.

Interpretaciones. Las críticas al supuesto racismo implícito en Cocorí ya habían surgido a inicios de los años 80, y el mismo Joaquín Gutiérrez respondió negando las acusaciones. No obstante, él introdujo algunos cambios en el texto original, publicado en Chile en 1947. Así, en las ediciones posteriores desapareció la comparación de Cocorí con un mono (idea expresada por la niña rubia), y el pequeño ya solo es considerado "raro".

Los objetores del libro encuentran otros pasajes que –afirman– dan una idea de primitivismo en la familia de Cocorí y de su ambiente rural, lo que contrasta con la impresión que belleza y civilización que da la niña rubia.

Se ha citado al escritor Quince Duncan como un objetor de Cocorí, pero él precisó en el 2004: "Siendo presidente de la Editorial Costa Rica, autoricé la reedición de Cocorí. No debemos usar los textos que de algún modo tienen elementos que pueden ser interpretados como discriminatorios para educar a los niños; eso es todo".

A su vez, en un artículo publicado en Áncora (7/12/2014), el decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional, Albino Chacón Gutiérrez, expresó: "Con sus valores literarios y sus contradicciones (que las tiene), Cocorí ofrece una buena oportunidad para que el medio educativo ponga en claro los malentendidos que forman parte de nuestra historia cultural. Lo peor es considerar que la solución 'políticamente correcta' pase por el silenciamiento de un texto".

Otros libros sospechosos. Las objeciones formuladas contra Cocorí no son únicas pues otros libros religiosos y literarios también incluyen pasajes que han suscitado críticas. Así, se han señalado menciones chocantes en el libro de Números –de la Torá judía y del Antiguo Testamento cristiano–, como la orden dada por Moisés para que sus tropas asesinen a las mujeres y los niños varones del pueblo de Madián.

Cayo Julio César es el héroe y el autor del libro La guerra de las Galias, de modo que "no deberían" leerlo los franceses de hoy, "ofendidos" por Julio César, aunque su libro contenga un latín magistral.

A su vez, uno de los Padres más respetados de la Iglesia Cristiana, san Agustín, consideró que los esclavos deben servir "con afectuosa fidelidad" a sus amos, en su libro La ciudad de Dios (XIX, 15), indispensable para entender la historia de la filosofía occidental. ¿Habría que prohibirlo?

En Don Quijote, Miguel de Cervantes aludió a los árabes y escribió: "[...] siendo muy propio de los de aquella nación ser mentirosos" (I, 9), expresión que descalificaría todo el libro ante los árabes.

Así pues, libros considerados generalmente valiosos o útiles, podrían ser descalificados por el significado de algunos de sus pasajes. Empero, si no predominan las ideas discriminatorias, lo sensato es hacer lecturas críticas y ayudar a hacerlas a los estudiantes.

Don Cocorí. Dejando, por un momento, el relato literario, imaginemos qué sería ahora del señor Cocorí si en realidad hubiese nacido en 1940. En este caso Cocorí tendría 75 años. ¿Cómo lo habría tratado la vida? Por supuesto, solamente pueden lanzarse conjeturas...

Para Juan Jaramillo Antillón, médico y ministro de Salud entre 1982 y 1986, una posibilidad no desdeñable es que Cocorí podría haber muerto a temprana edad.

"En los años 40 y 50, Limón carecía de buena sanidad, programas de vacunación y agua potable para todos sus pobladores. Había sarampión, varicela, tos ferina, difteria, paludismo, bronconeumonía y poliomielitis", dice Juan Jaramillo. Los niños sufrían desnutrición y anemia, e incluso la muerte debida a diarreas causadas por amebas, tricocéfalos, áscaris y ancylostomas, añade el también divulgador científico.

Para el exministro de Educación Leonardo Garnier, en el peor de los escenarios, Cocorí habría terminando la escuela, pero no el colegio, y se habría dedicado hacer trabajos eventuales en el puerto. En el mejor de los casos, Cocorí habría logrado ser un profesional exitoso, como Sherman Thomas, quien estuvo a punto de ser rector de la Universidad de Costa Rica a inicios de los año 60. Esta posibilidad existía para los limonenses de familias acomodadas y cultas, pero no es el caso de Cocorí, aclara Leonardo Garnier.

Por su parte, el historiador Iván Molina recuerda que el primer colegio de Limón se abrió en 1946. Él conjetura que Cocorí podría haberse convertido en un técnico medio o especializado –quizá contabilista–, en un maestro normal o en un profesor de secundaria. En estos casos, se habría beneficiado de la mejora de los salarios para los sectores de mayores niveles educativos que Costa Rica experimentó entre 1950 y 1979.

A su vez, el sociólogo Jorge Vargas Cullell apuesta al mejor escenario. "La comunidad negra tenía y tiene niveles de alfabetización superiores al promedio del país, incluido el Valle Central. Tenía, además, periódicos y un denso entramado de organizaciones religiosas. Todo ello impulsó a una generación de gente muy distinguida, que produjo médicos, químicos, escritores, políticos y empresarios.

"Imagino a Cocorí como un Quince Duncan: su curiosidad y su encanto por la vida lo habrían llevado muy lejos y con impacto fuera de su comunidad. Hasta los años 40, en la población negra prevalecía un vínculo especial con la Corona Británica, Jamaica y Trinidad, pero Cocorí habría sido parte de la primera generación negra que se sintió tica".

¡Feliz, cumpleaños, Cocorí!

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