Alguien lo va a raptar y usted está solo... un rudo seminario, en San José, mostró el secreto para salir vivo y contar el cuento

En Barrio Cuba, un centenar de costarricenses se reunieron para convertir su cuerpo en un arma y evitar ser víctima de un temido secuestro. Lo hicieron en torno al Krav Maga, sistema israelí de defensa personal y su ‘sensei’ estrella, Avi Moyal

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Dennis no tiene pinta de luchador, ni de atleta, ni nada que se le parezca. Tiene 56 años, es pequeñito, moreno y viste camisa polo con un jean algo gastado. Es de sonrisa tímida y semblante retraído el señor Dennis, un sencillo padre de familia que, navegando en Facebook, un día se topó con un anuncio que simplemente no pudo sacarse de la cabeza: “SEMINARIO ANTISECUESTRO”.

Entonces Dennis pensó en sus hijos, en su esposa, en sus primos y también en él mismo. –¿Qué iba a hacer si un día le pasaba algo en la calle o si algo o alguien amenazaba con meterse con alguno de sus chiquillos?–.

Seguramente Dennis se imaginó los asaltos, los robos y los “paseos millonarios” de los que hablan en la tele. Sintió temor. Y aunque su trabajo como instructor de servicio al cliente no parece ser un oficio riesgoso, no dudó en apuntarse en el seminario anti-secuestro, que en redes sociales se promocionaba con la imagen de una mujer con la boca tapada y rostro horrorizado.

No tenía nada que perder. Si todo salía bien, quizá Dennis podría convertirse en la pesadilla de un desgraciado y sorprendido delincuente.

Descubriendo el Krav Maga.

Dennis, posiblemente, nunca había escuchado del famoso Krav Maga, un tipo de arte marcial de origen israelí que pone su acento no el ataque sino en la defensa personal. Mucho menos sabía de Avi Moyal, el tipo que iba a impartir el seminario, un hombre espigado y buena vibra que lleva el Krav Maga en la sangre y lo esparce por todo el mundo como si fuese una misión apostólica.

Pero bueno, Dennis fue al taller antisecuestro y para bien, lo conoció todo.

En Barrio Cuba, dentro de una moderna y cómoda bodega, Dennis iba aprender técnicas básicas para defenderse de un posible rapto, pero más allá de eso se toparía con una comunidad solidaria, muy unida entre sus miembros y con un lema que los cobija a todos: “estar preparados para lo inesperado".

Una comunidad de artes marciales, sí, pero curiosamente cimentada en una desgracia histórica: el famoso Krav Maga nació en tiempos del holocausto.

En la época del dominio nazi, donde los judíos eran catalogados como infrahumanos por el regímenes y movimientos antisemitas, eran comunes las palizas y ataques a mansalva contra esta población.

“En ese tiempo el pueblo judío no tenía ejército ni quien los defendiera. Entonces, cuando los nazis llegaron y comenzaron a matar a todos los judíos, se hacía necesario hacer algo para salvaguardar la vida”, explicó Moyal, quien actualmente es el presidente de la Federación Internacional de Krav Maga (IKMF, por sus siglas en inglés).

Moyal no es cualquier sensei, además de ser la máxima autoridad de Krav Maga a nivel mundial, fue el alumno predilecto del legendario inventor del método: Imi Lichtenfeld, quien murió en enero de 1998 y dejó un valioso e impresionante legado.

“Por la difícil situación que existía Imi dijo: –tenemos que aprender a defendernos– y puso manos a la obra”, agregó Moyal.

En ese tiempo, lo primero que hizo Imi Lichtenfeld fue enseñar técnicas boxísticas a la comunidad hebrea, pero rápidamente se dio cuenta de que no era suficiente. Entendió que las tácticas de lucha deportiva resultaban inútiles para enfrentar la brutalidad de los ataques callejeros.

Entonces el Krav Maga, que en español significa combate de contacto, fue la solución: un sistema de lucha sustentado por básicamente dos principios fundamentales: autoprotección y contraataque, que podría ser utilizado por cualquier individuo para repeler ataques físicos, ya sea de carácter armado o no.

La invención de Imi fue tan exitosa y eficaz que el Krav Maga es actualmente el sistema oficial de lucha y defensa personal del las Fuerzas de Defensa y Seguridad Israelíes. Desde 1951, cuando se creó el estado de Israel, la técnica comenzó a ser practicada por el ejército y la policía de ese país. Imi, por supuesto, fue el instructor estrella de las primeras generaciones.

Después de retirado, en 1964, Imi comenzó a enseñar Krav Maga nuevamente a civiles, lo que ayudó que la técnica se propagara por todo el mundo rápidamente. De hecho varios luminarias del cine, como Jennifer López, son conocidas por practicarlo.

En la película del 2002, Nunca más (Enough), Lopez tuvo que aprender Krav Maga para interpretar el papel de Slim, una mujer que después de casada busca protegerse de un marido agresor.

Gal Gadot, quien también fue soldado de las Fuerzas Israelís practicó Krav Magá, así como Angelina Jolie y Jessica Chastain para algunas de sus películas, entre las que sobresalen Tomb Raider y Al filo de la mentira (The Debt, 2011), respectivamente.

Finalmente, lo que terminó por democratizar la disciplina fue la Federación Internacional de Krav Maga, creada en 1990 y cuyos tentáculos llegaron a Costa Rica a mediados de 2007. En la actualidad, unos cuatro grupos de Krav Magá operan en Costa Rica.

“Eso sí, como organización solo estamos nosotros, pues contamos con ocho academias adscritas a la IKMF (International Krav Maga Federation). Los otros grupos no son reconocidos”, aseguró Christian Araya, uno de los líderes del grupo en el país.

El arma es el cuerpo

Antes de comenzar el curso antisecuestro Dennis tuvo que haberlo visto: en Barrio Cuba, donde varios ticos que abrazan esta disciplina se congregan a diario para practicar el Krav Maga, se puede apreciar el afiche de una ametralladora AK-47 y la siguiente leyenda: “esta es una herramienta (la ametralladora), el arma soy yo”.

Más claro ni el agua. El alumno de Krav Maga anhela transmutarse en esa seguridad que muchos buscan en los gatillos y en las balas, pero sin llegar nunca a los extremos de matar o dañar a alguien sin sentido.

“La idea es defenderse en momentos cumbre de peligro. Neutralizar al oponente, nada más. Controlar la mente y reaccionar en el momento preciso y con el movimiento preciso. No matar, porque eso más bien puede ser un problema. No enseñamos bajo la línea militar”, expresó Julio Segura, uno de los instructores de la academia.

“En este país, si uno llega y mata a un delincuente o lo lesiona de gravedad, el que puede terminar en la cárcel es uno. Son las leyes”, añadió Segura.

Por ese motivo, los movimientos que enseña el Krav Maga no son letales, pero en su mayoría si son bastante rudos. Van desde mordiscos, agarronazos, golpes en la nuca y patadas en los genitales, todo con secuencias de movimientos debidamente calculadas para neutralizar el ataque. Todo es milimétrico, veloz y singularmente efectivo.

En esa línea, en el Krav Maga se trabaja con intensidad el acondicionamiento físico, pues “entre mejor físicamente esté tu cuerpo, mejor serán tus habilidades. Son técnicas de defensa personal fáciles de aprender, movimientos naturales del cuerpo que se basan en la memoria muscular y agresividad”, detalló Araya.

Avi Moyal sabe que la cosa no es jugando, por eso antes de iniciar el seminario advierte: “Si alguien siente que los ejercicios están siendo muy rudos, por favor se aparta y se integra más tarde”.

Y dicho y hecho, lo que parece ser solo el calentamiento consiste en una serie de golpes y empujonazos que no cualquiera podría soportar de arranque. De hecho, Dennis es el primer caído de la velada.

“Me está doliendo la rodilla, tengo una lesión ahí”, indica Dennis y se sale de la actividad apenas cinco minutos después de iniciada. Se cruza de brazos cerca de la puerta, sin hablar con nadie, esperando la oportunidad de volver a escena.

El resto de participantes, mucho más jóvenes y vitales, resisten los embates. La mayoría son estudiantes regulares de Krav Maga, visten de negro y se les nota felices de estar recibiendo lecciones del gran Moyal.

Otros, al igual que Dennis son novatos. Entre ellos nos encontramos a dos empresarios de transporte, de origen colombiano, un guarda de seguridad y un instructor de defensa personal, Aarón Méndez, que nunca había hecho Krav Maga.

Con un pantalón de camuflaje, un chaleco de mezclilla, zapatos “burros” y varios tatuajes, Méndez sobresale en el grupo. A primera vista parece un rudo peleador, extraído del famoso videojuego Street Fighter. Sin embargo, al hablar con él y conocer sus motivos para matricularse en el seminario, la impresión cambia.

“Yo imparto cursos de defensa personal en barrios conflictivos o de bajos recursos de Cartago. Me he especializado por varios años y, lo que me gusta es ayudar, ayudar a las comunidades”, dijo Méndez con voz pausada y muy serena.

“Vengo al curso de Krav Maga porque, en particular, esta forma de autodefensa ofrece técnicas para situaciones específicas. Por ejemplo, en este caso es un seminario antisecuestro, pero sé que hay especializados en robos y demás”, agregó.

Efectivamente, según reconoció el Segura, las academias trabajan sobre diferentes escenarios delincuenciales.

“Lo que pasa es que conforme pasa el tiempo no estamos ajenos a ese tipo de crímenes en el país, tan comunes en Colombia o México”, comentó Segura.

Los transportistas colombianos, por su parte, dicen venir al seminario previendo algo que podría pasar –con ellos o con sus familias–, mientras que el guarda de seguridad, Randall Vindas, toma el seminario como una capacitación más.

Vindas trabaja en la calle, en seguridad de respuesta motorizada, por lo que si alguien se expone diariamente al peligro es él.

“A nosotros en la empresa nos han impulsado el acondicionamiento físico, la defensa personal, la delincuencia ahora está a la orden del día y hay que estar preparados. Tenemos que prepararnos mejor que ellos”, comentó Vindas extasiado con las técnicas que acababa de aprender de Avi Moyal.

Con Moyal, los alumnos del seminario aprendieron una y otra vez a quedar fuera de la línea de fuego, a golpear en el lugar preciso al agresor y a moverse con la rapidez suficiente para dejarlo completamente desarmado. Pistolas y cuchillos de goma sirvieron para las intensas prácticas, cuyas secuencias defensivas son odas a la sincronización de cuerpo y mente.

Pero un detalle: de qué vale dominar la técnica si el miedo tiene por “maña” paralizar a la gente. Avi Moyal también habló de eso.

El Krav Maga, en la calle.

Moyal sabe que el miedo acaba con todo. Por eso, enérgico en sus palabras, motiva a sus alumnos con el siguiente discurso: “Piensen que esto es como un ejército de rey británico. Vamos a la guerra y es momento de dejar atrás todas las cosas que nos detienen, que nos paralizan. No piensen en nada, solo tienen que pensar en batallar y salir con vida de la batalla, del problema”, exclama fuerte Moyal, mientras invita a sus alumnos a gruñir y moverse como si tuvieran rabia.

Es que claro, la mente es poderosa, y el Krav Maga ayuda a controlarla. Eso lo sabe bien Natalia López, quien en plena luz del día, viniendo de la universidad, fue acosada por un hombre desconocido.

López, quien practica Krav Maga hace un par de años, recuerda que para evitarlo se cambió varias veces de acera pero el sujeto no desistía en su intento de perseguirla.

“De un pronto a otro el hombre me agarró del pecho y no me soltaba. En un momento me solté, pero me volvió a agarrar, entonces lo que yo hice fue propinarle un hammer (golpe de martillo) en el cuello y le estrellé contra un portón”, recordó.

Natalia no pensó en otra cosa más que defenderse y esa determinación hizo la diferencia.

“Fue un momento de mucha adrenalina, yo no grité, ni hice nada, solo actué. El movimiento que hice fue un desarme de agarre, no fue pensado. Fue automático. Me dije: –ok, me están atacando y tengo hacer algo para defenderme–. Siento que eso ya está internalizado en mí”, comentó.

Otra que chica que dejó el miedo atrás fue Melania Artiñano, de 24 años. Ella practica Krav Maga y trabaja en un gimnasio en Escazú, como instructora.

Melania, con sus propias manos, enfrentó a un ladrón que intentó robar en el negocio donde trabajaba.

“Por medio de las cámaras de seguridad vi que estaba robándose las cajas donde está el dinero. Era medio día. Lo vi, y aunque algo en mí decía que tuviera cuidado, el instinto me hizo reaccionar. Pensé que eso no podía suceder y decidí correr tras él”, reveló Melania.

La chica alcanzó al delincuente, lo tomó por la espalda y lo derribó en plena calle.

“No le hice daño físico. Solo le quite las pertenencias y sí, tengo que reconocer que le grité muchas cosas porque estaba realmente enojada”, agregó.

Pero el Krav Maga es una disciplina de defensa, no de ataque, por lo que la reacción de Melania no fue completamente apegada a las reglas. El ladrón no estaba amenazándola físicamente y ella lo reconoce.

Sin embargo, para la aguerrida Melania, hay un factor clave que hace más que valioso su testimonio.

“Sí, es cierto, no me estaba haciendo daño a mí directamente. Pero hay que recalcar algo clave, que sin el Krav Maga no hubiera logrado: tuve mucho control mental. Antes de aprender esta disciplina posiblemente yo hubiera salido gritando, entrado en pánico. Pero no, mantuve la calma y recupere las cosas”, finalizó.

Un deporte para todos.

Melania y unas diez mujeres más estuvieron presentes en seminario anti-secuestro, en Barrio Cuba. Vestidas de negro, identificándose como alumnas regulares del Krav Maga, terminaron la lección de Avi Moyal felices, enteras y sin quejarse de nada. Ellas demostraron que, a pesar de su eventual rudeza, la disciplina puede ser practicada por cualquier individuo que se lo proponga.

Está comprobado que para las mujeres, expuestas constantemente al acoso callejero, la técnica es más que eficaz.

“Todos pueden hacer Krav Maga, incluso niños desde los 5 años en adelante. Eso es importante que lo sepan, ni siquiera tienen que haber practicado ningún tipo de arte marcial anteriormente”, comentó el instructor Segura.

“A niñas de 13 años, por ejemplo, les enseñamos técnicas para defenderse. No son técnicas militares, porque además sería imposible aplicarlas en un tipo de 100 kilos, pero sí otras que igualmente pueden ser efectivas”, añadió.

Pero si lo que usted quiere es simplemente mejorar su estado físico, sentirse acogido en una comunidad de amigos y aprender defensa personal por pasión pura, el Krav Maga también es su lugar. El señor Dennis, quien al final no pudo hacer todo el seminario alegando dolor de rodilla, puede dar fe de ello: sintió la buena vibra del Krav Maga, los brazos solidarios de quienes intentaron ayudarlo y quizá, por eso, nunca abandonó el barco.

Dennis se quedó hasta el final, escuchó atento las lecciones del sensei Moyal y recibió con sonrisa tímida su título de participación. Ahora, quizá, camine más seguro por las calles josefinas, pues “lo inesperado (robo, secuestro, o lo que sea)" ya no podrá contra él. O bueno, esa es la idea.