Unas líneas de agradecimiento y 60 segundos de homenaje para un compañero que marcó para siempre

El editor de ‘La Nación’, Eliseo Quesada, falleció el domingo 27 de enero víctima de cáncer. Amigo, esposo, padre, periodista y formador, Quesada marcó a una generación completa de comunicadores deportivos.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este domingo recibimos una noticia que nos impactó y nos marcó para toda la vida, realmente sabíamos que esa comunicación que no deseábamos iba a llegar en cualquier momento, pero nos aferrábamos a una esperanza y nos negábamos a aceptar el destino final.

Fue muy difícil tomar la decisión de qué y cómo escribir en este momento, no por ausencia de palabras o inspiración para hacerlo, sino porque van dedicadas a alguien que editó nuestras notas, nos aconsejó y nos guió para crecer como periodistas. El dolor de perder a Eliseo Quesada hace todo más difícil.

En mi caso, no fui quien más lo conoció. Sé muy bien que muchos y muchas compartieron con él cientos de anécdotas más, pero por cuatro años ‘Cheo’ fue ese compañero que siempre me trató con amabilidad, que buscó tenderme una mano y no dudó en esclarecer mis dudas y encauzarme en mi carrera. Así como lo hizo conmigo, lo repitió una y otra vez con todos.

Este miércoles la Unafut le dedicará un minuto de silencio en cada juego de la Primera División. Serán 60 segundos de homenaje para un periodista íntegro, serio, profesional y preocupado por colaborar en la formación de muchos comunicadores. De nuestra parte, como sus compañeros, le dedicamos estas líneas.

Eso sí, aprovecharemos este espacio y también dedicaremos ese minuto para recordar con cariño y mucha emoción a ese ser humano que nos transmitió que lo más importante es entregarse por completo a la familia.

De sus cualidades como comunicador todos estamos claros. Las personas que lo trataron, sus entrevistados y los miles que lo leyeron pueden dar cientos de criterios del comunicador oriundo de Golfito. Además, sus innumerables coberturas dentro y fuera del país y sus años como reportero, que posteriormente lo llevaron a convertirse en editor La Nación, hablan mejor de él de lo que podríamos hacerlo nosotros.

Es por esto, que nos quedamos con el ser humano y lo que nos transmitió en cuanto a la vida y aquello que tiene un valor intangible. Cheo no pregonaba su dedicación y esmero por los suyos, sino que lo demostraba con acciones y plasmaba ese amor a quienes lo rodeaban.

Después de su tradicional café al ingresar a la redacción y del saludo afectuoso a todos sus redactores, era casi que su norma llamar a sus hijos y esposa. Ya fuera para confirmar que todo estaba bien, para recordarles que les había preparado alguna comida o simplemente para expresarles el gran cariño que les tenía; era parte de nuestros días escucharlo, él nunca se avergonzaba de externar lo que su corazón le dictaba.

Momentos de alegrías con el buen Cheo tenemos muchos, al igual que todos los que en algún momento fueron sus compañeros. Era fácil entablar una conversación y aún más sencillo reír con él por todo o por nada. Volviendo al plano personal, no encuentro en mi memoria un instante de enojo de su parte y mucho menos un maltrato, un insulto o un reclamo entre gritos, con él siempre había respeto y propiciaba una relación amigable.

Ahora es desgarrador ver su cubículo en la redacción y saber que ya no está con nosotros, es sumamente complejo entender que ya no le podemos pasar nuestras notas, que ya no recibiremos algún consejo para mejorar la redacción y más aún, todavía no digerimos que perdimos a un gran compañero. Si acá nos sentimos así, no podemos ni imaginar por lo que pasa su familia.

Eso sí, también estamos seguros que tanto ellos como los demás nos quedamos con una imagen imborrable, esa del Cheo amigo, esposo, papá, profesional y compañero entregado. Cada segundo que compartimos con él nos reconforta en este momento de dolor, en nosotros seguirán con vida sus enseñanzas y así permanecerán para siempre.

Él y la vida nos dan nuevamente una lección que ya conocemos y que hay que aplicar siempre: disfrutar cada segundo al máximo, ser felices, actuar bien y vivir sin lamentos, porque al final nuestro tiempo es corto y lo mejor es aprovechar lo que tenemos.

Sabemos muy bien que Cheo lo hizo y ahora más que nunca queremos aplicar todas sus enseñanzas, no solo de lo que nos transmitió a nivel periodístico, mejor aún, de la vida misma.

¡Gracias por todo Cheo, un abrazo inmenso en donde estés y nuestro cariño para siempre!