La incertidumbre imperó en la Selección Nacional durante la primera estación rumbo al Mundial de Brasil

Tricolor arrancó proceso con poco crédito

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En cierta medida, el fútbol costarricense se acostumbró a ver a su representación mayor en las citas mundialistas desde el curso del presente milenio.

La participación consecutiva en Corea/Japón 2002 y Alemania 2006 ubicó a la Tricolor como máximo aspirante a dejarse la tercera plaza de la Concacaf, por debajo de las potencias del área, México y Estados Unidos.

Sin embargo, la catástrofe rumbo a Sudáfrica 2010 impregnó en la afición tica sentimientos de dudas e incertidumbre que, sumado a resultados poco alentadores en los primeros dos años a Brasil 2014, se acrecentaron.

La Federación Costarricense de Fútbol apostó por Ricardo Lavolpe y alrededor de él se creó una expectativa de revolución en el balompié tico: parecía el hombre ideal para alcanzar el desarrollo futbolístico en un país muy dado a subestimar lo propio.

Sin embargo, el argentino se rindió a mitad del camino, vociferando las limitaciones de una estructura que hizo hasta lo imposible por brindarle las herramientas necesarias para su trabajo.

Jorge Luis Pinto tomó las riendas de la Selección. La urgencia de moldear un equipo competitivo para las eliminatorias no era menor que la de callar las críticas de un sector que recordaba su fallida gestión seis años atrás.

Los números de los diez fogueos previos a la cuadrangular premundialista le dieron poco crédito al director técnico: tres victorias, cuatro empates y tres derrotas (43% de rendimiento).

Si aún el camino a Brasil no estaba lo suficientemente enlodado, la Tricolor cedió un empate contra El Salvador en su primer juego eliminatorio, después de estar en ventaja por dos goles.

En apenas 15 minutos, Álvaro Saborío y Joel Campbell adelantaron a Costa Rica, mas los errores defensivos de la zaga facilitaron la paridad de los cuscatlecos, quienes se vieron favorecidos también por un gol mal anulado a Óscar Rojas en la agonía del partido.

Ni siquiera la goleada en casa de Guyana cuatro días después, con triplete de Saborío y un tanto más de Campbell, despejó la espesa niebla que había en el ambiente. Así no se iría a la Copa del Mundo.