Colonia holandesa vivió el juego entre madrazos, agonía y festejo

Aficionados tulipanes: “Vencimos al mejor portero del mundo”

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Los holandeses del trópico no podían creerlo, cada vez que su equipo intentaba hacer un gol, Navas, un defensa, o el poste se los impedía...

Tantas veces estuvieron a punto de gritar el gol y no pudieron... tantas veces tan cerca... el enojo y frustración se mutaron en una risa nerviosa.

Los holandeses se reunieron en Jazz Café | JULIANA BARQUERO (Juliana Barquero A.)

Al final lograron celebrar en los penales. Fue así como en la triste Costa Rica que ayer despertó de su sueño mundialista, unos 150 holandeses se sintieron en el lugar más feliz del planeta.

Ellos se reunieron en Jazz Café Escazú para vivir las emociones del juego de cuartos de final entre su escuadra y la sorprendente Costa Rica . Ninguno de ellos esperaba tal agonía, antes del juego todos manifestaron respeto por los pupilos de Pinto, pero vaticinaban un triunfo cómodo. La realidad fue otra.

El sentir de los holandeses radicados en Costa Rica –ayer, a propósito el juego– constó de cinco actos.

Primer acto: la fiesta. Los holandeses, antes del juego, beben, se toman fotos, cantan... sienten que la historia y el fútbol los respalda, que aunque el juego no va a ser fácil, clasificarán sin mucho problema.

Segundo acto: tensión. A medida que pasan los minutos el silencio reina en la escena, los que más gritaban ahora yacen en sus sillas concentrados, no entienden qué pasa, ¿por qué no llega el gol?

Los holandeses del trópico se sienten desesperados, gritan y madrean a los jugadores de Costa Rica, golpean las astas de las banderas contra el piso, declaran a Keylor Navas enemigo público.

Tercer acto: empuje. Son los últimos 15 minutos del juego y sienten un segundo aire. “Holand, Holand”, gritan a todo pulmón apoyando a su equipo, presagian un gol en la recta final del partido.

Cuarto acto: incredibilidad. El gol no llega, una y otra vez los holandeses lo intentan, pero los ticos lo impiden. Navas, Tejeda y hasta el poste le niegan la celebración. La afición no lo puede creer, se llevan las manos a la cabeza, ríen nerviosos, gruñen consternados.

Quinto acto: algarabía. Con los penales llega el festejo, la lluvia de cerveza, la canción We are the champions , toman las banderas y se van a la calle a pavonear su triunfo y a torear carros. “Vencimos a Keylor ‘fucking’ Navas”, dice Robin Mauricio, uno de los aficionados holandeses. “Vencimos al mejor portero del mundo” reitera Cristina Vanhees, otra tulipán.

Y empezó la fiesta holandesa.