Argelia, el último de los africanos, se rindió ante Alemania

Alemanes apretaron el puño y noquearon a los argelinos en el tiempo de alargue

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Dicen que la historia no juega en el fútbol y tal vez sea cierto; pero...¡ de que pesa, pesa!

Alemania tiró ayer de sus pergaminos y del lustre que da su pasado para imponer su jerarquía ante Argelia, que resultó complicada por el planteo e incómoda por su deseo de revancha del fraude de 1982.

Los argelinos no pudieron cobrar esa añeja factura y vieron cómo los alemanes confirmaban su legado en octavos –nunca se quedaron en esta ronda– y siguen su camino, en el que la siguiente parada será Francia.

El equipo francés tiene sus propias cuentas pendientes con los alemanes; una de ellas también data de 1982 (y otra de 1986).

La deuda con Les Bleus no es poca cosa, pues “solo” le impidieron, por partida doble, a la gran generación de Michel Platini llegar a disputar una final mundialista.

Ayer, los germanos se llevaron par de sustos en las primeras de tanteo; pero de ahí no pasaron los africanos, pues les faltó tino, punch y malicia para causar estropicios en la puerta alemana.

También porque a la Mannshaft le cuida las espaldas Manuel Neuer, quien dio una lección de manual de cómo debe jugar un líbero con guantes.

Neuer cortó tres avances de los Zorros del Desierto al llegar justo, limpio y exacto, con precisión de relojero suizo, al corte del balón.

Argelia hacía el gasto, mientras los alemanes –con espuela de gallo viejo– esperaban...

Esta Alemania, desde el paso de Jürguen Klinsmann, es un cuadro que se distingue por tocar, abrir la cancha, circular la pelota y no cederla (ayer tuvo un 70% de posesión por 30% argelina).

Los alemanes ahora tienen la paciencia de conducir. Acá, cuando Mezut Özil toca, el cuadro alemán se ve francamente bien.

Trataron los teutones de resolver el asunto en el tiempo regular, pero la actuación del portero Rais Mbolhi impidió que cumplieran ese propósito.

Sobre todo lo sufrió Thomas Müller, a quien solo le faltó rogarle al meta que le diera el chancecito de seguir recortándole historia a Miroslav Klose y Ronaldo.

También porque Mario Göetze llegó con los interruptores abajo; su desenchufe fue de tal calibre que no regresó a la complementaria.

Joachin Löw dio en la tecla adecuada cuando introdujo a Andre Schürrle, pues la solución de la ecuación no pasaba solo por cambiar la ficha en la cintura; iba más del lado de acompañar a Müller.

Alemania ya sostenía del cuello a Argelia y cerró el puño: con dos goles en el alargue (Schürrle y Özil) noqueó al último de los africanos.

El tanto de Abdelmoumene Djabou solo acortó el marcador y se anotó para la estadística, porque ya no había nada que hacer.