Testimonios hacen énfasis en lo complicado del escenario

A la sede del cuadro salvadoreño se le reconoce como una cancha muy difícil

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Todo empieza en Vietnam, la zona más brava de todo el Cuscatlán. “Ellos son los que prenden al resto y es cuando se puede sentir la presión”, comenta Gabriel Campos Madrid, periodista de La Prensa Gráfica de El Salvador.

Como el viernes que viene existe una altísima posibilidad de que una y otra se “prendan”, eso significaría alrededor de 53.000 almas haciendo “barra” por la Selecta en contra de la Tricolor.

El estadio Cuscatlán será el escenario del decisivo duelo entre El Salvador y Costa Rica en sus aspiraciones mundialistas.

Los cuscatlecos esperan que, como parte de sus cartas, el escenario desempeñe su papel como jugador número 12 de los salvadoreños.

“Es un escenario incómodo. La gente está cerca y mete presión. Es complicado jugar ahí.

“A mí me tocó jugar ahí con la Selección y con el Saprissa ”, comentó Evaristo Coronado, goleador histórico de la S.

“No sé cómo será ahora, pero antes no se entraba en bus al estadio. A uno lo dejaban a la entrada y ahí empezaba”, recordó.

Coronado estuvo presente en recordado juego entre ambas selecciones, rumbo al Mundial de 1990.

Los costarricenses se impusieron, 2-4, y la afición se “prendió”..., contra su equipo y el partido no terminó por el lanzamiento indiscriminado de objetos a la cancha.

“Se presentan muchas cosas que pueden hacer que el jugador se disperse. Oís que te madrean, que te lanzan cosas; hay cosas que tienden a desestabilizarte”, comentó el entrenador de Alajuelense, Óscar Machillo Ramírez, quien también sabe de jugar en ese entorno.

El manudo y el periodista a trajeron a colación, consulta previa, acerca de si el Cuscatlán podría ejercer igual, más o menor presión que la referencia tica en ese aspecto: el estadio Ricardo Saprissa.

Ambos dijeron que la Cueva del Monstruo ejerce más presión, a pesar del menor aforo del reducto de San Juan de Tibás (el Cuscatlán es el estadio más grande del istmo).

“Me impactó mucho el Saprissa”, aseveró Campos. “Acá en el Saprissa se siente más la gente, pero en ninguno se siente tranquilidad”, apuntó Ramírez

En eso pesa el diseño expandido del coliseo salvadoreño sobre los asientos del escenario tibaseño (están aún más cerca), a pesar de que ninguno de los dos tiene una pista.

Róger Flores, a la sazón capitán en aquel 2-4, reconoció la complejidad del Cuscatlán, aunque fue claro que la concentración sería fundamental para evadir el entorno.

“Lo que pase afuera no debe tener importancia. El público no juega y un jugador con cinco años de experiencia no debería tener problemas en eso”, sentenció. Colaboró David Goldberg.