Opinión: Óscar Ramírez fuera demasiado tarde

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El Mundial prepara su podio para premiar a los mejores y sigo sin digerir nuestra pobre presentación que no alcanzó, siquiera, para descorchar un festejo en la Fuente de la Hispanidad.

Es hora de repartir responsabilidades y pregono con el ejemplo al disculparme por callar y mantener hasta la víspera del debut la esperanza de que el desastre visto en los fogueos previos se revertiría.

Cuando se trata de la Sele, que combina sentimiento-país con pasión, el corazón hace trampa y le juega de contraataque a la razón para nublarla y lanzarla por el despeñadero de la equivocación.

A Óscar Ramírez debimos quitarlo desde aquella gira previa para enfrentar a España, cuando demostró que su bagaje atentaba contra la posibilidad de redondear un buen Mundial.

Ya en la Copa América Centenario, en Estados Unidos, cuando se presentaba ante la prensa internacional y daba argumentos que solo él entendía, debió llamársele a cuentas.

Esto se complicó por su propensión al miedo, por sus planteos timoratos, por reprimir en lugar de estimular para librarse de ataduras, pero, sobre todo, por su incapacidad para planificar una campaña en la cita ecuménica del fútbol.

El equipo llegó en un estado físico y táctico deplorable, en donde con excepción de Keylor y un par, el resto andaba enemistado con su mejor nivel y, eso, que sí lo advertimos, no mereció la atención del entrenador.

Me parece desleal convocar a gente que no estaba para jugar al tope de sus condiciones, y, doblemente desleal, de parte de los futbolistas no dar un paso al costado y declinar el llamado.

Es ingenuo pensar que se renunciaría a la Copa, al viaje, a los viáticos y todo lo que implica el Mundial, pero el resultado está ahí, un descalabro vergonzoso que le plantea a algunos el caro desafío de volver a la Sele. Me pregunto: ¿con qué cara después de esto?

¿Cuál es el costo de este pobre Mundial para el fútbol del país? Elevadísimo: Ramírez no dejó nada, ni renovación ni orgullo, aunque para el jerarca federativo no fracasamos.

Ahora que los primeros currículos empiezan a llegar a la Fedefútbol se impone la sensatez: olvidémonos de Bolillo, Reinaldo Rueda, Fernando Suárez. Si queremos un colombiano, volvamos a traer a Pinto, el mejor por mucho…

Y no hay que preocuparse por la relación con los jugadores porque después de Rusia 2018 a lo sumo solo cuatro futbolistas merecen repetir.