Opinión: La anunciada tragedia rusa

Tan fantasioso es pensar en otro octavo lugar como predecir tres derrotas y un paso vergonzante por los estadios rusos

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Como en pasados mundiales de fútbol, de nuevo aparecen nuestros modernos escritores trágicos, como los maestros griegos en el género, desenvainando sus oráculos y con el anuncio de que la muerte indigna nos espera en Rusia.

Los dioses del Olimpo, con rayos y centellas, ya dictaron su veredicto. Seguramente será un castigo por mantener al Macho Ramírez, a ese hereje del fútbol, que se atreve a desafiar las voces pueblerinas que lo conminan a renunciar a su estilo, a idolatrar al dios de la gambeta, a dejar en casa a sus acólitos, sobre todo los de sangre rojinegra.

O tal vez se trate de la venganza de Zeus, quien no olvida la derrota de sus titanes griegos, aquel 29 de junio del 2014, cuando algunos de estos mortales futbolistas de una recóndita Costa Rica, derrotaron al dios de dioses y a toda su descendencia con centellas desde el punto de penal. El día en que Michael Umaña nos hizo inmortales.

A lo mejor solo se trate de los designios de la vida que nos condena a la muerte. Del Prometeo encadenado, pagando su pecado por desafiar los oráculos, las predicciones, las apuestas, la lógica, los vaticinios y todas aquellas conjeturas que, otras veces, a las puertas de un Mundial, nos conminaban a sufrir el peor de los castigos futboleros.

Tres derrotas y a casita con el rabo entre las piernas. El gran Navas humillado, Bryan capitaneando un navío hacia la nada, Celso batallando inútilmente contra los gigantes de diez cabezas de origen serbio, y Pipo arrasado por los centauros verde amarillos, indestructibles en cualquier recinto donde se juegue a la pelota.

Esquilo, Sófocles y Eurípides, los grandes escritores de la tragedia griega, estarían pálidos de envidia en nuestra época. Tanto poder de imaginación para vaticinar fatalidades, humillaciones, fracasos y causas perdidas. Todo alrededor de un deporte de once contra once, donde la historia nos relata que el heroísmo no solo es posible, sino un invitado cada vez más frecuente.

En la fría Rusia no existe la posibilidad de meter un “Caballo de Troya” hecho en San José, que sorprenda a todos y nos lleve hasta la victoria. El gran oráculo de los pesimistas ya dijo que no. Aunque aún palpiten los elogios y titulares de la épica Costa Rica en el Mundial de Brasil. “ El Matagigantes” y “La Muerte” han pasado a mejor vida.

Tan fantasioso es pensar en otro octavo lugar como predecir tres derrotas y un paso vergonzante por los estadios rusos. Prefiero creer que nos puede pasar lo que a Hefesto, el dios feo arrojado del Olimpo, pero que fue regresado por el mismo Zeus y casado con la bella Afrodita, gracias a su capacidad para el trabajo.