Opinión: Esperemos el cierre para hacer el balance

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¿Texto infame o diagnóstico preciso? Una interpretación anónima en Facebook del momento de la Sele en el Mundial tras el primer partido tuvo un efecto de misil y forzó al desmentido oficial.

Bien escrito y medianamente razonado, pero sin una fuente que lo sustentara, el artículo cumplió el objetivo de distraer la atención y atizar la polémica, pues dio paso a dos bandos antagónicos.

Para los puristas se trata de un texto infame y enemistado con la realidad, como se apresuraron a aclarar los futbolistas, el presidente federativo y el mismísimo Keylor, destinatario de varios señalamientos ácidos.

En la acera de enfrente se situaron los racionalistas, los convencidos de que la Sele es la suma de grupos que defienden intereses dispares, según la liga en donde se juegue.

A este contingente lo distingue, además, el convencimiento de que el técnico no está a la altura del Mundial, por formación, antecedentes, estilo de juego y manejo en el primer mundo del fútbol.

En un plano personal me llamó la atención que jugadores y la máxima autoridad federativa corrieran a desmentir un anónimo más de los millones que circulan a diario en las redes sociales.

¿No les parece, señores, que eso fue prestarse al juego y que contribuyó a atizar la hoguera, cuando se imponía hablar de temas más importantes, como revertir la pálida presentación ante los serbios?

¿Quién escribió el texto: un aficionado crítico, capaz de enlistar todos los cuestionamientos escuchados hace meses en torno a la Sele o alguien cercano al proceso, interesado en desviar la atención y postergar el necesario análisis que sobrevendrá cuando todo termine?

Este viernes muy temprano tendremos claro qué destino nos espera en lo que resta del Mundial y, malo o bueno, nada demorará el ejercicio posterior, en casa, de hacer el balance y trazar el camino futuro.

Y ahí sí no habrá Facebook capaz de dividirnos cuando los responsables –técnico, jugadores y dirigentes- hagan su rendición de cuentas porque no se eximirán de culpa si por sus actuaciones hipotecaran la suerte inmediata de nuestro fútbol.

Hay un valor supremo el juego: el bienestar de esa pasión nacional llamada Selección, que deberá renovarse, en hombres y estructura, bajo la conducción, ojalá, de un entrenador que combine conocimiento con trayectoria.

La tarea será ardua: nos faltan jugadores que marquen y pongan a jugar, futbolistas que encarnen la técnica que se requiere para la alta competencia y delanteros de élite que le compliquen al estratega la tarea de definir una alineación.

Mejor esperemos el cierre para hacer el balance.