Opinión: El General Rodolfo Villalobos

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Rodolfo Villalobos ha encontrado un refugio para intentar ganarse el favor de al menos una parte del pueblo futbolero. Ahora no es el presidente de la FEDEFUTBOL, sino el General del Ejército tico.

Con su disputa con el Gobierno por el tema de las entradas, endulzó el oído de todos aquellos que, con o sin razón, enarbolan banderas contra la forma en que se ha intentado controlar la pandemia.

“Es una posición intransigente e irracional”, “El Ministerio de Salud le dice no al futbol y no a la Selección”, “Con vergüenza internacional jugaremos sin público este domingo”. Algunas de las frases guerreras del dirigente, quien además utilizó términos como “decisión dictatorial”.

Horas después, tras el empate en Honduras, Villalobos emplazó en redes sociales al Ministro y, al día siguiente, anunció el permiso otorgado para 5 mil aficionados en el Nacional y calificó el acuerdo como “un sí a nuestra selección, que es el Ejército del pueblo costarricense”.

Si la Sele es el Ejército, entonces don Rodolfo debe ser el General. Las estrellas que no se ha ganado conduciendo los destinos de una alicaída Fedefutbol, de un plumazo han encajado en su auto proclamado rango militar. De paso, convoca a la unidad nacional, excita a sus huestes a vencer en la batalla y se apunta a recibir la medalla al mérito si hay victoria final rumbo a Catar.

Por si fuera poco, las deserciones en pleno campo de batalla le abrieron otro flanco de combate verbal. “En este país es muy fácil hacerse la víctima”, dijo tras la renuncia de Manfred Ugalde. Y otra vez invocó el honor de pertenecer a la milicia tica: “Es un tema de orgullo, de sentimiento, no tenemos ejército pero tenemos Selección”.

Con los resultados ante Honduras y El Salvador, dio un paso al frente, como un general tras regreso triunfal del combate. Casi que dictó una sentencia marcial por deserción de la milicia: “Los que no han entendido lo que significa ponerse la camiseta roja, que mejor se queden en casa”. O sea, si hay Mundial de Catar, Pipo y Manfred lo verán por tele.

Arengando a su tropa de camisas rojas, el señor Villalobos intenta borrar de la memoria colectiva el sinfín de batallas perdidas bajo su mando. Pequeño detalle: si realmente la Sele fuese un ejército y él un General, hace tiempo lo hubiesen dado de baja tras los deshonrosos combates y errores múltiples en el cuartel del Proyecto Gol.