Los retos titánicos de Suárez

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¿Satisfecho? ¿Preocupado? ¿O al borde de un ataque de nervios? ¿Cómo estará Luis Fernando Suárez tras su regreso de la Copa Oro y con la eliminatoria a la vuelta de la esquina?

El dilema por resolver no es poco. ¿Se lleva a la mayoría de los jugadores que tuvo en la Copa para aprovechar los días de trabajo, que no podrá tener con otros futbolistas, o arma una lista con muchos nombres nuevos para evitar un resultado como el obtenido?

Todo iba bien hasta el juego ante Canadá. Bien, entre comillas: Sin buenos rendimientos, desprovista de constancia y en los hombros de unas cuantas figuras, la Selección caminaba ilesa y con signos de mejoría en relación con el año anterior.

Jamaica, rival en la octogonal, nos sacudió el marco y dejó esa inquietud lacerante de si la cosecha contra Guadalupe y Surinam había sido por la dimensión del adversario, por la fortuna frente al marco, un envión anímico o, más bien por una dinámica nueva y producto del buen momento individual de algunos muchachos.

Pero Canadá nos aterrizó. Nos hizo ver que el vuelo hacia Catar está lejísimo y que a lo mejor nunca despegue del Santamaría. Un rival ante el que deberíamos pelear por el tercer boleto, junto con Honduras, nos pasó por encima.

Costa Rica necesita una gran mejoría para clasificar. Sin tiempo para trabajar y corregir, va a depender del buen ojo de Suárez para seleccionar un grupo que cambie la cara a la Sele. Jóvenes, dinámicos, verticales, inteligentes, con ida y vuelta y que no les pese ni la novatez ni la camiseta. O sea, casi de un milagro.

Apostar por Jewisson Bennett, Bernard Alfaro, Kenneth Vargas, Gerson Torres, por citar algunos nombres juveniles, es tal vez la única solución. Una apuesta peligrosa si, pero en un momento en el que se necesitan propuestas extremas.

Para mí la receta tradicional no funcionará. Es un error creer que los jugadores probados, veteranos, figuras en sus equipos pese a la colección de años, podrán salvar la misión rumbo a Catar. No contra esa banda juvenil aerodinámica de los canadienses y “gringos”, frente a los mexicanos que avasallan con el balón y su jerarquía, ni siquiera contra el pulmón de los hondureños y panameños.

La tarea titánica de Suárez es acertar en esos nombres nuevos, empoderarlos con la camiseta nacional, ponerlos a competir como veteranos sin “achicarse” ante los veteranos. Todo con un solo fogueo por delante.

Además, la mano del colombiano debe pesar como nunca. Romper con sus esquemas, innovar, traicionar su propia filosofía, venerar la línea de tres si hace falta, renunciar al ataque y arroparse en su área cuando sea necesario, en apuesta por el contragolpe. Todo lo que debió hacer contra Canadá y no hizo.