Olga Diakova llegó a Costa Rica sin saber una palabra en español a escribir una historia de perseverancia en el deporte

Diakova, exseleccionadora nacional de nado artístico, falleció esta semana, pero su legado y el ejemplo de lucha vivirán por siempre

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Llegó a Costa Rica sin hablar una palabra de español. Arribó desde Rusia con su familia en 1993 y su presente y futuro eran inciertos. Eso sí, Olga Diakova tenía una pasión y una disciplina envidiable, que la hacían soñar en grande.

Diakova era licenciada en educación y terapia física, con especialidad en natación y nado sincronizado. Fue atleta durante 12 años y aprovechó este conocimiento para conseguir un trabajo casi de inmediato, dando clases en la piscina. Ya en 1996 empezó como entrenadora de natación artística y nunca más se detuvo, hasta hacer historia.

Su muerte, este martes 6 de febrero, generó un dolor enorme entre quienes tuvieron la suerte de conocerla y más aún entre los cientos de atletas y padres de familia que lucharon codo a codo con ella, al punto de construir un legado impresionante.

“Era la entrenadora dura, exigente y que marcaba las reglas, pero al mismo tiempo era la que ofrecía su casa para que las chicas se quedaran si los papás no podían recogerlas. Ponía a disposición su carro y buscaba plata para que las chicas que no podían pagar compitieran. Además, era la que se encargaba de los trajes, la que peinaba y maquillaba”, contó Yanancy Noguera, quien tuvo a sus dos hijas bajo las órdenes de Olga en la selección.

Violeta Mitinian, hija de Diakova, de 36 años, es actualmente entrenadora del combinado tico, mientras que la menor, Anna, de 18 años, sigue practicando el deporte que su madre amaba. Ellas aprendieron, con el mejor ejemplo, que nunca deben rendirse y por lo mismo, este jueves compitieron en el Mundial de la disciplina en Qatar, como homenaje a su mamá.

Todo lo que es hoy la natación artística nacional se debe a Diakova, quien jamás aceptó un no. Por esa convicción creó un semillero, generó los recursos necesarios, desarrolló el deporte y consiguió que la Federación Internacional de Natación le diera un cupo a Costa Rica en los mundiales, con gastos pagos.

“Ella tuvo que luchar con limitaciones económicas, falta de piscina y poco entendimiento de la Federación local en esa época. Todo esto fue muy desgastante, porque era una entrenadora enfocada en sus atletas, en buscar fogueos, dinero para asistir a competencias regionales y en generar un ingreso para ella, porque era su modo de vida. Su trabajo fue titánico”, agregó Noguera, quien la acompañó hasta el final.

Fue una odisea cuando en el 2013 llevó al equipo costarricense en las justas del orbe en Barcelona. Luego de esto se compitió en Kazán 2015, Budapest 2017 y 2022, Gwangju 2019, Fukuoka 2023 y actualmente en Doha.

Incluso, gracias a su liderazgo, Costa Rica es campeón centroamericano de natación artística desde 2004, de forma ininterrumpida.

Inicio muy complicado

Según narran quienes mejor conocieron a Olga Diakova, ella nunca entendió por qué los otros deportes, que no eran el fútbol, no tenían apoyo. No comprendía cómo a los entrenadores no les pagaba el Estado o por qué los nadadores debían buscar los fondos para ir a las competencias. Siempre luchó contra esto.

Más allá de esta situación, nunca excluyó a los atletas que no tenían recursos para desarrollarse en este deporte, pese a que ella vivía de dar clases y entrenar.

Su gran dolor de cabeza fue no tener una piscina con las condiciones mínimas de profundidad o temperatura, para que sus nadadoras no se “congelaran” en el agua y pudieran practicar como debían.

“Olga experimentó el deterioro de las condiciones para desarrollar este deporte. Al inicio la piscina María del Milagro París estaba en mucho mejor estado. Además, no se cuenta con calefacción en las piscinas, ni en la anterior, ni en la actual de Hatillo. Las chicas pasan horas en el agua y los músculos no operan bien cuando el agua está a 18 grados”, contó su amiga, Yanancy Noguera.

Una de las anécdotas que mejor describen quién era Diakova se vivió cuando nació su hija menor, Anna. El mismo día que dio a luz, Olga impartió una clase y al terminar se fue al hospital. En todos los ámbitos era apasionada y no ponía excusas.

Ella enseñaba disciplina con el ejemplo. Incluso, programaba las prácticas a la 5 a. m., los entrenamientos duraban cuatro horas y exigía en todo momento.

Sin embargo, al mismo tiempo tenía una docilidad para comprender que eran niñas o adolescentes y establecía una dinámica muy buena con ellas, para dejarles un legado. Así lo expresó Noguera, quien ve todo esto reflejado en sus dos hijas, quienes empezaron a entrenar a los ocho y nueve años y hoy en día como mujeres adultas aplican todo esto.

Diakova perdió la batalla contra el cáncer, pero su legado en el país que la adoptó es imborrable. Sus funerales están previsto para este domingo, en la Iglesia Ortodoxa Rusa, en Coronado.