La pelea grande, con la que sueña todo boxeador, ya la tiene usted a la vuelta de la esquina.
(Suspira antes de responder). Bueno, estoy un poco ansioso..., en realidad no es poco; es mucho. Acá estamos tratando de controlar el asunto. Antes de venir acá (al gimnasio), estaba jugando Play (Station). Estoy supermotivado, a la espera de que suene la campana para demostrar todo lo que tenemos.
¿Qué pasa por su mente en estos días?
Ganar. No hay otra palabra en mi cabeza que no sea ganar, de arrebatarle todo lo que es mío porque ni siquiera es de él. Esa oportunidad estaba para mí desde antes de que yo naciera. Papa Dios me la puso en mi camino: estoy destinado a ser campeón.
¿Qué hace en estos días?
Bueno, ahorita estamos terminando el guanteo, practicando mucha defensa porque él (Uchiyama) es un boxeador muy bueno. Él no se inclina hacia el frente. Le gusta rematar mucho con la derecha, así que no tenemos que exponernos. Estamos haciendo mucho movimiento de piernas. La otra semana vamos a trabajar pura velocidad. Ahorita estamos en potencia en los guanteos, pero nada más afinando.
Usted tiene una enorme ventaja sobre el resto de boxeadores: su esposa (Hanna Gabriel) es boxeadora, ¿cómo se lleva este tema en su casa?
Sí, es una gran ventaja. Le soy sincero: yo soy una persona muy difícil y me mata el estrés; “trago carbón”. Me pongo serio porque estoy pensando en mi pelea, cómo quiero que salga, en lo que puede llegar a pasar o cómo lograr. Entonces paso pensando en eso y estoy seguro que ninguna otra esposa soportaría el estar serio o responder un poco grosero; pero gracias a Dios que me puso una esposa boxeadora porque estoy seguro que otra no lo soportaría. Ella va a los guanteos y me ayuda a corregir.
¿Ya se imaginó la pelea?
Sí, 20 veces, 200 veces. El día del temblor (en la madrugada del martes) me soñé que ya entraba al gym, con un montón de personas que me hablaban, pero la pura verdad no estaba entendiendo lo que me estaban hablando.
“Subí las gradas y en eso empezó a temblar. Ahí abrí los ojos y me dí cuenta que era un sueño.
“De verdad, he venido soñando con esa pelea desde hace casi un año y ya está a la vuelta de la esquina. Esto es algo que tengo que aprovecharlo.
En el aspecto mental, ¿cómo anda?
Muy bien, siento que ando muy motivado. Estamos canalizando todo esta energía, esta agresividad en los entrenamientos. Me meto al Internet a ver vídeos, la paso con mis amigos, con mi esposa.
“También voy al barrio donde yo crecí para recordarme de dónde vengo y que no se me olvide adónde quiero llegar y eso me da muchas ganas.
“Me voy a la montaña, que es uno de los recorridos que yo hago cuando me siento muy estresado o con mucha ansia. En realidad me siento muy tranquilo, poniendo todo en manos de Papa Dios para que vengamos sanos y salvos, que es lo importante, y ojalá con el título.
¿Cómo le ha ido con el cambio de horas (desde el lunes pasado, Vásquez invirtió su horario para adaptarse a las 15 horas de diferencia con Japón?
Me he acoplado bien, pero me siento un poco cansado. No es lo mismo dormir en el día que dormir en la noche, cuando está todo oscuro. Ahí vamos, pero creo que en una semanita vamos a estar acostumbrados.
Solo un boxeador costarricense sabe lo que es pelear en Japón, ante un japonés y con el frío de diciembre: Álvaro Rojas.
Don Álvaro ha sido siempre para mí un gran ejemplo y un gran apoyo. Creo que es de los pocos boxeadores que supo invertir lo que se ganó en el ring. Ojalá que no se repita la historia (Rojas perdió por un sorpresivo nocaut en el asalto 14) y para eso estamos trabajando fuerte y para eso vamos con todo”.