Medallista de plata de los Juegos vive en un autobús abandonado

Enrique Alvarado, ramonense que ganó presea de plata en el segundo día de justas

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

La Fortuna, Bagaces. Su rostro no daba muestras de alegría, pese a que había logrado medalla de plata. Pero ese segundo lugar de Enrique Alvarado le sabía a oro a Jorge Cárdenas, el orgulloso entrenador.

Y es que detrás de la tez morena y el pelo negrísimo y rizado, similar a aquel Cocorí de la infancia, Alvarado esconde la historia de lucha de un muchacho que vive en un bus junto su madre y dos hermanas.

“Él es un muchacho que hace apenas seis meses pesaba 44 kilos, y lo hemos alimentado y dado suplementos para que pueda competir en 50, pues en realidad es bueno en lo que hace”, expresó Cárdenas, conocido como Poli, ayer en Bagaces.

De acuerdo con el técnico, quien tiene 40 años en la disciplina, su pupilo habita en el bus viejo que está en un sitio conocido como Volio.

“Este es el caso más duro que he visto en toda mi experiencia, que suma 20 años de atleta y 20 como entrenador”, apuntó el técnico.

Cárdenas añadió que el difícil entorno de Alvarado hizo que el Comité Cantonal de San Ramón decidiera ayudarle con ¢30.000 mensuales para la manutención.

“Eso fue algo muy bueno por parte del Comité de Deportes, le dieron una beca a un muchacho que apenas estaba comenzando. Siempre vi que las dieran a atletas ya consolidados, pero es la primera vez que lo hacen de esta forma”.

La entrada de Alvarado al equipo de halterofilia se dio gracias a un exintegrante, quien lo llevó. “Desde que lo tenemos ha sido muy disciplinado. Ahora que el proceso de Juegos Nacionales termina espero que le sigan ayudando”.

“Quería más”. Sentado en una banca del salón multiuso del Colegio Técnico Profesional de La Fortuna de Bagaces, Enrique Alvarado seguía con el rostro sin dar rastros de alegría, aún dolido por las dos platas. “Creo que estaba para más, me siento bien ahorita pero me costó asimilarlo”, dijo con la mirada baja y un tono de voz apesadumbrado.

El deportista, quien suma siete meses en la halterofilia, tiene 14 años y cursa el sétimo en el instituto superior Julio Acosta García.

En su lógica tristeza, propia de alguien al que la vida le ha costado demasiado, Alvarado le dio poco valor al hecho de quedar segundo en arranque y envión, algo que no siempre se da en este deporte.

Y es que para él, a quien su madre está pensando en llevárselo a buscar trabajo a Heredia, la única opción es triunfar, ya que el techo de un bus a veces limita su futuro.

Mas, Enrique Alvarado no es de esos, su tez morena y sus rizos de Cocorí no están para tener techo.