Los relatos de nadadores ticos en el mar: desde ser custodiados por delfines hasta observar ballenas y tiburones

Aventurarse a nadar aguas abiertas es más que vencer el miedo al mar, trae implícito una posibilidad de observar parte de la intensa fauna del país. Encuentre aquí videos grabados durante el encuentro con los animales.

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“Voy nadando y escucho los delfines, así como en las películas de Flipper, el sonido era igual”, recuerda Rodrigo Bermúdez sobre una experiencia que califica como extraordinaria durante el Cruce en Golfo Dulce.

Su comparación con el filme de los años 90 es la forma más explícita de relatar lo que presenció en la competencia de 14 kilómetros de aguas abiertas, en 2016.

Esa es tan solo una de las muchas aventuras que viven los nadadores en torneos o entrenamientos en el país.

Aventurarse a nadar aguas abiertas es más que vencer el miedo al mar o prepararse para cumplir un desafío, trae implícito una posibilidad de observar parte de la extensa fauna marina que posee Costa Rica.

Las historias de nadadores ticos en el mar incluyen desde el asombro por los delfines, lágrimas al rodearse de peces, el susto de observar un tiburón o una ballena y la admiración de encontrarse con una tortuga.

Los nadadores de larga distancia, entiéndase más de 10 kilómetros, siempre llevan consigo un kayakista, quien los guía, protege y les suministra el alimento.

Normalmente son ellos quienes en primera instancia ven las especies y alertan al nadador, o en algunos casos deciden no decirle para evitar que se asuste.

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La primera impresión es esa. Aunque los deportistas saben de la posibilidad de encontrarse con animales, siempre hay asombro y el nivel de sobresalto dependerá del tipo de ejemplar.

Por ejemplo, observar tiburones puede provocar que más de uno pierda la cordura y quiera retirarse, o entre en desesperación.

Juan Carlos Camacho, quien tiene 20 años de nadar en el mar, vivió un encuentro con estos temidos animales.

En el 2009 participó en una competencia en Isla Bolaños, cerca de Nicaragua, y asegura que como a tres metros de profundidad observó varios tiburones.

Él estaba siguiendo a su entrenador Mario Ureña, vio que se subió a una piedra, cerca del arrecife. Sin saber que estaba pasando, siguió nadando y se acercó, pero su amigo le dijo que continuara.

"Vuelvo a ver hacia abajo y ahí están los tiburones, están como en un ritual, en un círculo y se seguían, uno tras otro. Estaban en lo de ellos y ni se acercaron", comentó.

Camacho no esconde que se asustó bastante, pero continuó la competencia porque le faltaba más de la mitad del recorrido y pensó que ya había pasado lo peor.

Sus experiencias incluyen delfines, culebras amarillas, anguilas, mantarrayas, tortugas y muchos peces, un grupo de estos últimos incluso lo hizo llorar, en setiembre anterior, durante los 21 kilómetros del Cruce Golfo Dulce.

"Al quinto kilómetro me vi rodeado por un cardumen de peces plateados con manchas negras y se me desbordó la emoción, no pude contener las lágrimas. Eran tantos que en las brazadas los tocaba. Se mantuvieron conmigo unos cinco minutos", contó.

Toparse con delfines transmite emociones similares. Los que han tenido esa oportunidad, aseguran que son sensaciones de admiración, sorpresa y felicidad.

Rodrigo Bermúdez lo tiene guardado no solo en la mente, también en un video que hizo su kayakista Alberto Robleto. Literalmente nadó al lado de los delfines, que le pasaban por debajo y a los lados.

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"El kayakista me decía: 'son mansos, tranquilo', pero me pasaban a un metro soplados y yo pensaba que si me golpeaban me noqueaban".

En este caso se trataba de la especie delfín de botella, pero en el golfo también es común observar a los manchados en las partes más profundas, contó Joe Bernini, organizador de la competencia y nadador frecuente en esa zona.

Evans Méndez también tuvo ese encuentro, el año anterior en el golfo, y lo describe como un privilegio.

"Eran unos seis o siete delfines. Saber que están ese montón de seres y uno integrado en ese mismo lugar, me sentí alagado con la vida. Una cosa es verlos desde un bote y otra compartir el medio con ellos por un momento", mencionó.

Cuando su kayakista le avisó de la presencia de los delfines, Méndez tomó una posición vertical y se mantuvo así hasta que los perdió de vista.

Si de sustos se trata, los que provocan ese sentimiento además de los tiburones, son las ballenas, por su imponente tamaño.

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Hace menos de un mes, Alonso Segura vio una ballena en los 14 kilómetros del Cruce Golfo Dulce luego de estar más de tres horas en el mar.

"Sentí un burbujeo por las piernas e inmediatamente las recogí porque me dio miedo, seguí y volteé hacia atrás para ver qué era y vi la ballena como que salió a respirar y volvió a meterse", describió.

Segura agradece no haberla visto debajo suyo, porque el temor hubiera sido mayor.

En ocasiones los nadadores no llegan a identificar cuáles animales son, pero constantemente ven sombras, contó Lucero Duarte, quien también recuerda una experiencia con una tortuga.

"En Punta Leona el agua es muy cristalina y permite que se vean los corales. Es increíble porque se ven todas las formaciones rocosas, y ahí vi una tortuga grandísima", mencionó.

¿Es posible encontrarse un cocodrilo en competencia?

Cuando se habla de nadar en el mar abierto la primera pregunta que surge es sobre la posibilidad de toparse un cocodrilo.

Y la probabilidad de ver un animal de este tipo existe, pero es baja y todavía más difícil es que ataquen a humanos.

Alejandro Solórzano, herpetólogo (profesional que estudia los reptiles) e investigador asociado a la Universidad de Costa Rica, explica que el océano no es el hábitat natural del cocodrilo, por lo que cuando están ahí es porque se están trasladando hacia ríos.

“Ocasionalmente lo usan para cazar, pero básicamente están ahí en ratos de paso de un sitio a otro, no están en modo de atacar. Su comportamiento es tranquilo y por eso no se conocen ataques a personas en zonas marinas, solo en entradas a ríos”, mencionó Solórzano.

Él cuenta que en varias ocasiones va a Golfo Dulce, donde realiza una investigación, y hay un cocodrilo de casi dos metros y muy cerca está la gente nadando.

“La probabilidad que ataquen es mínima o casi de cero, aunque no se puede asegurar, pero la estadística así lo demuestra”, agregó.

De igual forma, días antes de la competencia del Cruce Golfo Dulce, se realizan patrullajes con personal de monitoreo de vida silvestre del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac).

“Hacemos chequeos para ver si hay presencia, aunque no los vamos a mover porque es su hábitat, pero es para estar al tanto de dónde se están moviendo. Igualmente en en áreas de competencia no aparecen”, dijo Joe Bernini, organizador.