El niño abandonado por su madre se convirtió en el rey de las olas de Jacó

El surfista Jair Pérez tuvo una niñez llena de limitaciones, pero su amor por el surfing y el deseo de superación lo llevaron a coronarse el pasado 2 de junio en el Circuito Nacional de Surf, por segunda ocasión

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Jair Pérez Quirós tuvo una infancia difícil. Siendo apenas un niño, su madre lo abandonó y quedó al cuidado de su padre alcohólico, junto a sus hermanos.

Desde pequeño supo lo que era trabajar; barriendo patios, limpiando alcantarillas o recogiendo basura en un hotel para costearse sus útiles escolares, pero esas mismas carencias le dieron un espíritu inquebrantable y un carácter fuerte, tanto como el oleaje de playa Jacó, que aprendió a dominar a la perfección sobre una tabla de surf.

Jair en su niñez desestimó las burlas por su baja estatura (1,54 metros) y por el contrario, llegó a convertirse en el Pequeño Gigante del Surf Costa Rica, como se le conoce, para ser uno de los surfistas más constante de nuestro país que lo llevaron a ganar el Circuito Nacional de Surf, el pasado 2 de junio.

El jacobeño logró asegurar el cetro cuando aún faltan dos fechas del Circuito, lo que constituye un récord del torneo. Además, sumó su segunda corona, luego de ganar en 2013. También, desde su debut en el 2009, nadie ganó más fechas que él, con un total de 15, de acuerdo a los datos estadísticos del periodista de la Federación de Surf de Costa Rica, Carlos Brenes.

“Tuve un pasado duro. Crecimos en Playa Hermosa, con muchas limitaciones económicas. Mi padre siempre fue un alcohólico, toda la vida. Cuando tenía cinco años y vivíamos en Jacó, mi mamá se fue de la casa por el alcoholismo de él y mi hermana mayor nos llevó a los tres más pequeños a vivir con ella por cuatro años. Nos enseñó a trabajar y ganarnos la vida”, contó Pérez.

La infancia no fue sencilla para Jair, quien supo lo que era laborar en diferentes actividades para poder comer.

“Recuerdo que un señor que se llamaba Benigno nos llevó a trabajar en un hotel en Vista Hermosa donde aprendimos a hacer de todo; desde cambiar las llaves del tubo, hasta barrer los patios o limpiar alcantarillas. Sin embargo, Benigno tuvo un accidente y por esa razón mi hermana nos devolvió con mi padre a Jacó”, recordó Pérez.

Niño de la calle. A los nueve años Jair ya se valía por sí mismo y se ganaba el dinero para sobrevivir porque todos en su familia debían laborar ante la ausencia de su padre. Por ello andaba en la calle prácticamente todo el día, ya que no le gustaba pasar en su propia casa.

“En aquella época, Lisbeth Vindas (la surfista) me adoptó por un tiempo y también viví con don Juan Calderón, quien tenía una cafetería e incluso hoy me patrocina. Crecí con muchas personas que me ayudaron, que me compraron los útiles escolares y me jalaban a los torneos de surf, donde empecé a sobresalir y tuve mis primeros triunfos”, recordó Pérez.

Precisamente Su vida dio un giro cuando su hermano Arsenio lo empezó a llevar a surfear con más regularidad y le enseñó los secretos del oleaje.

“Mi hermano, quien trabajaba repartiendo periódicos, fue quien me compró mi primera tabla. Durante dos meses ahorró para adquirir una de la marca Picos, las cuales fabrican aquí en Jacó. Yo empecé a ir con él a surfear, fue él quien me inculcó la pasión por este deporte y así empezó todo”, acotó Pérez.

Crecer deambulando por las calles de Jacó también hizo que Jair conociera de cerca los problemas sociales de su comunidad y el no caer en ellas fue uno de sus principales triunfos.

“Tenía como 10 años y la droga ya existía en Jacó. Se empezaba a notar el turismo y la prostitución. Crecí viendo a mis amigos drogarse, pero siempre una voz interna en mi corazón me decía que no probara la droga. Yo no quería ser como mi papá y aunque a veces me pegué la fiesta, gracias los consejos de don Juan Calderón y sus hijos, fue que siempre tomé el camino correcto en mi vida”, agregó Pérez.

Jair actualmente forma parte de la Iglesia Cristiana Horizontes y del grupo Surfeadores Cristianos, por lo que trata de ayudar sus semejantes. Aprovecha el tiempo para dar clases de surf, ser guía turístico y utiliza la plataforma del surfing para ser un mejor atleta y continuar siendo protagonista en el Circuito Nacional donde alcanzó el campeonato.

"Estoy supercontento por el campeonato. Sabemos que el surfing es uno de los deportes más difíciles porque hay que estar superbien en todo aspecto físico y mental. Significa mucho para mí, para mi familia y las personas que han estado detrás mío apoyándome. Conlleva tantas cosas, como es el sacrificio, como dejar a mi hijo (Jari) y esposa (Amanda) un fin de semana, por lo que me siento muy bendecido por el campeonato”, dijo Pérez.