Matías Wanchope deslumbró a Los Ángeles F.C. primero con su fútbol y luego con su físico

A los 16 años, Matías Wanchope, hijo de Javier Vicente, sobrino de Paulo Cesar y Carlos, continúa destacando en el fútbol formativo de Estados Unidos. Ya debutó con el segundo equipo de Los Ángeles F.C.

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Matías Wanchope Quirós continúa viviendo una prometedora carrera, pese a su corto recorrido. El joven de 16 años, hijo de Javier Vicente, no solo irrumpió con fuerza en las divisiones menores de Los Ángeles F.C., equipo al que llegó con nueve años, sino que ahora ya forma parte del segundo plantel de la organización.

Desde los 15 años, Matías comenzó a demostrar un desarrollo físico que impresionó hasta a los técnicos del equipo de Estados Unidos. Pero detrás de ese impulso que lo ha llevado a acelerar etapas, el jugador tiene una historia de sacrificio que pocos conocen, pues la han vivido principalmente él y sus padres.

A los 13 años, el pequeño Wanchope no tuvo problema en entender que debía levantarse todos los días a las 5 a. m. para ir a practicar a un parque cercano con su padre, quien se encargó de buscar un asesor de confianza que le generara a su hijo un plan de trabajo físico.

Si algo admiran sus padres de Matías es la disposición y el compromiso que ha mostrado con el deporte. “Si algo tiene él es que se levanta solo, se alista y no hay que estarlo sacando de la cama. Hubo un tiempo en que debía salir de casa a las 4 a. m., entonces todos los días se levantaba a las 2 a. m. para alistarse con tiempo y desayunar en forma”, recordó Javier.

Un día, cuando Matías era todavía un niño, tuvo una conversación con su padre, Javier. El exjugador le fue sincero: el camino del futbolista no es fácil, tampoco se avanza con un apellido, por lo que si él quería triunfar como lo soñaba, debía comenzar a cambiar comportamientos.

Por ejemplo, Javier junto con su esposa, Maricruz Quirós, decidieron que lo mejor para el pequeño era pasar de un colegio presencial a escuela en casa. Empezaron a hablar con Matías, ya que él es muy sociable y el impacto de dejar de ver a sus amigos no era sencillo de sobrellevar.

“Nosotros creemos que nos asesoramos bien porque a corta edad muchos niños comienzan a hacer fuerza con mucha máquina. Con Matías hicimos fuerza, pero preventiva. Eso es como una introducción para el trabajo de fuerza que debe realizar más adelante. Hicimos mucho trabajo con su propio peso, con fuerza funcional: ligas y este tipo de cosas”, explicó Javier.

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El desenvolvimiento físico de Matías comenzó a rendir frutos y en Los Ángeles no pasó desapercibido.

“En el mismo club me hablaron del cambio físico que estaba teniendo Matías. Ellos hacen evaluaciones cada seis meses y comenzaron a notar que, ante su mejor estado, Matías sumó más acciones y estaba más envuelto en el juego. En el club hasta nos dijeron que estaban evaluando empezar a trabajar así con otros chicos”, recordó el padre del delantero.

La evolución del nacional hizo que Los Ángeles empezara a sumarlo no solo a su categoría natural (U-17) como jugador clave, sino que también lo integró al segundo equipo.

“Ahorita estamos en un momento clave para él, porque aquí en EE. UU. es de mucha importancia el tema del estudio. Por eso preguntan cuál línea quiere seguir el deportista a cierta edad: la de futbolista profesional o ir a la universidad y buscar llegar por esa vía a la MLS, pasando por el Draft. De momento, nosotros elegimos el camino de futbolista profesional, pero no cerramos la puerta a aceptar una beca deportiva”, puntualizó.

Maricruz, madre de Matías, dio a conocer que ellos como padres se han centrado en impulsar a su pequeño en todos los aspectos.

“Uno como mamá se desespera un poco, porque es muy difícil todo lo que hay que hacer, pero vieras que tener a Javier acá nos da una tranquilidad, porque él ya tiene la experiencia y sabe qué es lo que va a pasar. Entonces, cuando yo tengo alguna duda o me ataca el estrés, él me dice: ‘Vea, esto va a pasar así’, y de verdad así sucede”, confesó entre risas.

No obstante, Maricruz es la encargada de darle toda la logística a su hijo, porque el padre sale muy temprano a trabajar en un colegio y luego en una universidad.

“Vea esto es difícil, pero se hace con todo el amor del mundo, porque en ocasiones me ha tocado manejar hasta cinco horas o esperarlo otras cinco mientras termina”, dijo.

Para nadie es un secreto que Matías, al formarse en Estados Unidos y tener el apellido Wanchope, genera una expectativa diferente en el ambiente futbolístico nacional.

“Nosotros decimos que calladitos más bonitos, no nos gusta mucho la presión, pero es que también hay que entender que a él en Costa Rica nadie lo ha visto. Vieras que cuando salió una nota hace un tiempo, él se cuestionó mucho por los comentarios de la gente sobre la argolla y el apellido. Entonces me senté a hablar con él y le tuve que explicar esa parte de la profesión de ser jugador. Lo bueno es que aquí en Estados Unidos somos uno más. Aquí el apellido Wanchope no tiene peso”, enfatizó.

Javier explicó que allá sí reconocen el apellido y la gente se acuerda de Paulo César, hermano de Javier, mundialista en dos ocasiones: Corea y Japón 2002, y Alemania 2006; además con amplia carrera como legionario. Sin embargo, esto no ha influido en que Matías esté en el equipo B de Los Ángeles.

“Todo lo que ha conseguido es mérito de él, tanto fuera como dentro de la cancha. Él vino sin saber inglés, un compañero le ayudaba a entender, pero cuando ya entró a la escuela fue ubicado en un programa de enseñanza de inglés y en seis meses ya lo entendía, en un año ya lo dominaba”, comunicó.

La pregunta es por qué Matías ha estado lejos de procesos de Selección Nacional, pese a su notorio talento.

“Al inicio nadie sabía, yo hablo con muchas personas y piensan que estoy en Panamá. Vinieron procesos Sub-15, Sub-17 y no fue tomado en cuenta. Si fue a entrenar dos veces en el proceso pasado, pero de ahí no pasó. Ahora que la Selección de Costa Rica estuvo acá en Los Ángeles (para el partido con Argentina), Claudio Vivas se reunió conmigo y vamos a esperar qué sucede”, concluyó Javier Vicente.

El papá de Matías insistió en que el jugador es muy consciente del legado que lleva con su apellido, por lo que le encantaría jugar para la Selección de Costa Rica.