Ver su casa desmantelada fue detonante para que Osvaldo Rodríguez volviera a sus raíces

Futbolista de 29 años confiesa las razones que lo motivaron a regresar al club de su vida, el Santos de Guápiles. Volante también reflexiona sobre su pasado en San Carlos, Alajuelense y la ‘Sele’, y su futuro en las aulas

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A Osvaldo Rodríguez le desmantelaron su casa. Hace un tiempo alquiló su vivienda en Guápiles para radicar en su natal Siquirres junto a su esposa y su hijo. Por eso la arrendó durante un tiempo, hasta que los inquilinos decidieron irse.

La casa quedó sola durante 10 días. El futbolista se encontraba en San Carlos, localidad de su anterior equipo, cuando se enteró de que le habían robado prácticamente todo, hasta las puertas y las ventanas.

El trago amargo fue solo el detonante para regresar al Santos, el club al que llegó a los 11 años, cuando su padre lo inscribió en la escuela de fútbol; Rodríguez quemó todas las etapas en las divisiones inferiores y debutó en Primera División.

Antes de recibir la mala noticia, el jugador ya pensaba en dejar los Toros para devolverse al Santos, pues la distancia le dificultaba compartir con su hijo Matías de tres años y con su esposa Mabel, que se quedaron en Siquirres.

Con 29 años, Rodríguez tiene claras sus prioridades. Le resta importancia a las pérdidas materiales que sufrió su casa, pues ya la arregló y ahora se enfoca en su futuro.

Por ejemplo, solo le faltan las pruebas de grado para culminar la licenciatura en Educación Física. Cuando fue subido al primer equipo del Santos, hace casi una década, su padre le insistió que cursara una carrera universitaria.

Sin embargo, hace algunos años postergó los estudios y luego le costó retomarlos. Abandonó dos veces el Caribe para enrolarse en la dinámica de Alajuelense, a petición de Óscar Ramírez, y luego cuando Luis Marín lo llevó a los Toros del Norte.

En medio de las obligaciones futbolísticas, optó por congelar sus estudios. Hoy en día espera retomarlos, pues reconoce que, de a pocos, su carrera empieza a agotarse.

El futbolista nacido en el distrito de El Cairo de Siquirres disfruta de su vuelta a casa. Asegura ser aficionado al Santos desde niño, una ‘rareza’ entre los futbolistas, la mayoría seguidores de la Liga, Saprissa, Herediano o Cartaginés.

Por circunstancias, el mismo entrenador que lo dirigió en Santos fue quien lo llevó al club rojinegro, el Machillo.

El Pato, apodado así en su barrio por su particular forma de caminar, es autocrítico cuando analiza su estancia en Alajuelense.

"En lo personal uno sabe que, tal vez, estando en la Liga no aproveché la oportunidad de consolidarme, pero no puedo lamentarme", afirma Rodríguez, quien insiste en que en la época de Hernán Torres, pudo disfrutar de sus mejores momentos como erizo.

"Son cosas que pasan y no por eso voy a bajarme el piso, me siento contento, todavía me queda tiempo para mejorar. Me gustaría jugar afuera pero no solo por el dinero, sino también por la experiencia personal", agregó.

Los técnicos. De San Carlos, en cambio, rescata la oportunidad de levantar la Copa y de aprender al lado de un entrenador que define como “muy prometedor”. Asegura que Marín es ‘pro jugador’, metódico y detallista, similar a Ramírez, de quien fue asistente en la Sele.

A Marín lo empezó a conocer un tiempo atrás, justamente en la Tricolor, cuando Machillo optó por llamarlo para afrontar el proceso rumbo a Rusia 2018.

Todavía a estas alturas, el jugador reconoce que, de no lesionarse a falta de dos meses del Mundial, es probable que hubiera asistido a la cita, pues a la dirigencia del Santos le comunicaron con antelación que Ramírez estaba interesado en llevarlo.

Todo quedó en un rumor y El Pato prefiere no darle vueltas al asunto.

Ser estable e influyente en Santos, seguir aprendiendo y recuperar su vida en el Caribe, son sus preocupaciones.

Aunque afirma que no tiene mucho dinero, al menos financió su carrera universitaria con el fútbol y hoy en día vive tranquilo al lado de su familia, con el sueño de, algún día, salir del país para jugar en el exterior.