Un tropiezo en este juego adquiere otra dimensión

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Las redes sociales, los correos electrónicos, las conversaciones cara a cara del 10 de noviembre hirvieron de comentarios, chotas, reclamos y un largo etcétera por el penal que le pitó Vinicio Mena a la Liga tras el “piscinazo” de Walter Centeno.

Eso pasa con el clásico: todo se ve con una lupa distinta, pues el clásico es un juego distinto.

Si se trata de un error puede llegar a “arder Troya” y el tema queda instalado por días y días, con ribetes de debate nacional.

“Uno queda en la retina de medio país”, apuntó de manera certera Evaristo Coronado.

Lo del penal pitado por el silbatero Mena palidece ante otra polémica por un castigo desde los 11 pasos, sucedida hace 32 años.

El 7 de octubre de 1979 en el estadio Alejandro Morera Soto el juego se suspendió por una pelea que se armó al 44’ del segundo tiempo.

Todo estalló cuando Carlos Manuel Álvarez, árbitro de ese partido, ordenó repetir un penal a favor de la Liga, detenido en primera instancia por el meta brasileño Nery de Souza a Javier Zurdo Jiménez.

La repetición se cobró, finalmente, el sábado 20 de octubre, al mediodía, solo con la presencia de los medios de comunicación y directivos de los dos clubes.

Rodolfo Mills anotó para dejar aquel polémico clásico empatado a dos tantos.

En una época en la cual los partidos de futbol en vivo eran una rareza, canal 7 transmitió el cobro de ese larguísimo penal.

Hubo castigos fuertes hacia los futbolistas involucrados, que luego quedaron en nada o no fueron cumplidos en su totalidad.

Pecados. Lo único que no se vale en un clásico es perderlo, sentencia la sabiduría futbolera.

En la temporada 1993-1994, el técnico manudo de entonces, Enrique Quique Vásquez, fue despedido en plena final ante el Saprissa, tras perder el juego de ida (2-0).

Ivan Mraz tomó el relevo para el encuentro de vuelta, en el cual venció la Liga (2-1), en el Morera Soto.

Al año siguiente, el portero manudo José Alexis Rojas salió casi al mediocampo para intentar una pirueta espectacular, inverosímil..., e inútil: dejó al saprissista Michael Myers con el marco vacío, para sentenciar (3-1) la ida de esa final, que perdió la Liga.