Luis Diego Cordero dice que le pegó de una vez a la pelota, sin pensarlo mucho; así, le salió un bólido que solo se detuvo en la red de Mínor Álvarez.
El segundo gol del Saprissa al Santos le dio tranquilidad al equipo, pero para Cordero el tanto tuvo un significado más íntimo.
“Ayer (el miércoles 7) hace un año murió mi abuela, Idalia Gómez Oviedo. Desde que entré a la cancha le pedí a Dios que me acompañara y a ella que me permitiera hacer un gol, para dárselo de regalo”, comentó ayer el volante “33” del Saprissa.
La anotación –en los albores de la complementaria– decantó el juego definitivamente del lado de la S, que se había ido al descanso con una ventaja de 1-0.
“Santos empezó muy bien, proponiendo y tuvo sus oportunidades. En el segundo tiempo, el profe (Alexandre Guimaraes) nos dijo que rematáramos de largo, me animé y por dicha entró”.
Cordero recordó que no es la primera vez que suelta un riflazo como el del miércoles.
“Este es el cuarto que hago de ese tipo, lo hacía más con el señor (Juan Manuel) Álvarez (el anterior técnico) porque jugaba más de volante mixto, cerca del contención y tenía más espacio”.