¿Un estadio vagina?

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Los isomorfismos entre la mujer y el fútbol son palpables en la infraestructura misma del deporte. En el rigurosamente conservador Catar (escenario previsto para el Mundial 2022), el diseño de un estadio “en forma de vagina” generó incendiarias polémicas. Se trata del coliseo Al Wakrah, con capacidad para 40 000 personas, y toda suerte de innovaciones térmicas y estructurales. La maqueta es obra del reconocido arquitecto Zaha Hadid. El techo, en efecto, puede evocar una vagina. En realidad, la intención del artista fue rendir homenaje al dhow, embarcación pesquera árabe de velamen triangular y bajo calado. “¿Qué significa esta estupidez? ¿Todo lo que tiene un agujero debe ser considerado vagina?” -alegó el arquitecto-. Pero muchas mujeres se declararon ofendidas por el diseño.

En las imágenes que de él dispongo, me hace el efecto de una creación esplendorosa, con un cobertor sinuoso, ondulante, exquisitamente esbelto, uno de los estadios más bellos jamás concebidos… Verá una vagina aquel o aquella para quien todo sea vagina. El hambriento creerá reconocer un trozo de pan en el pedrusco con que tropieza.

Pero aun cuando se tratase de una metáfora arquitectónica de la vagina, ¿por qué tal alboroto? ¡Todas las copas mundiales son fálicas! La Copa Confederaciones es una columna de lapislázuli en cuya cima -especie de glande hipertrófico- reposa el planeta. La Copa Mundial es un globo terráqueo sostenido por dos mujeres (es lo que cabe inferir de sus largas túnicas y su forma alada, reminiscente de las musas). La Jules Rimet representa a la aérea Niké, diosa griega de la victoria, sosteniendo un receptáculo o cáliz (¿es necesario señalar la analogía con el sexo de la mujer?)

A través del deporte el hombre se apropia simbólicamente de la mujer. ¡Y aun debemos felicitarnos de que sea una apropiación simbólica: en los peores casos es cruentamente real! Balazos (¿no es cierto, Pistorius?); estrangulamientos (¿aló, Monzón?); violaciones (¿verdad, Tyson?) En un mundo aberrantemente patriarcal, la implosión mujer-fútbol era inevitable. ¿Un estadio-vagina? ¡Pssst: eso sería lo de menos! En el deporte como en el sexo, el macho depredador -¡no todos los hombres lo son!- goza dominando, consumiendo, destruyendo.