Problemilla por resolver

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Hoy es 22 de diciembre del 2050. La noticia del día es que anoche la final del fútbol nacional no terminó.

La Ultra y La Doce se volvieron a agredir, utilizando diminutos relojes lanzallamas (que nadie se explica cómo ingresaron al estadio pues están prohibidos), con los que provocaron quemaduras a aficionados rivales.

Según el Ministro de Seguridad, el plan presentado por la Liga Premier no fue aprobado. No solo llegó tarde, horas antes del partido, sino que de los 200 oficiales propuestos para garantizar el orden, solo 100 acreditaban tener gafas con el chip para detectar aficionados de las barras bravas.

Pero los presidentes de la Liga y Saprissa defendieron el plan conjunto y dijeron que fue el ministro quien incumplió la promesa de inicio de la temporada, cuando aseguró que a cada juego enviaría 100 robots policías, con sensores capaces de detectar los mini láser ocultos bajo las uñas.

Cuando se le preguntó al respecto, el jefe policial se enfureció. Recordó a los dirigentes que hace dos meses, a la mayoría de sus policías mecánicos se les descompuso el sensor, que los chinos no han enviado la donación de los repuestos y que la Liga Premier ofreció la compra de los mismos, sin cumplirlo. Y fue más enfático. “No hay voluntad de acabar con las barras bravas, pues a los dirigentes les encantan los hologramas que proyectan en los partidos, los mensajes motivacionales que logran armar con sus ropas de nanofifras fosforescentes y los juegos de luces que despiden desde sus gafas solares”.

Recordó que a nadie le importa si esos hologramas son con videos íntimos de algunos de jugadores o si las gafas solares son utilizadas como lanzallamas para agredir a los rivales. Dijo creer que los dirigentes regalan esos dispositivos y dejan entrar gratis a los vándalos.

En mis 86 años ya no creo en soluciones. Después del fuego verbal entre directivos y autoridades de la seguridad se nombró una comisión especial para el tema. La idea es negarles el acceso al estadio a las barras bravas, colocarlos en una gradería virtual para que vean los juegos aislados y si se aproximan a los escenarios, retenerlos en la cárcel aérea que se va a instalar provisionalmente. Para mí que en 50 años estoy escribiendo de lo mismo. ¡Si las pastillas de la eterna vejez me lo permiten!