¿Por qué el Fulham se ceba con Bryan Ruiz?

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

El Fulham es un grillete de oro en el tobillo izquierdo de Bryan Ruiz. Escribo oro porque asumo que, al menos, le pagará bien y eso legitima su deseo enfermizo de retenerlo.

El intrascendente club que deambula en la serie B –Championship- enemistado con el protagonismo, se apresta a renovarlo de automáticamente e insiste en tasarlo en 6 millones de euros.

Esa rocambolesca suma actúa como un repelente natural que ahuyenta a cuanto club se interesa por él, en una lista en donde en su momento se leyeron pretendientes de abolengo como Boca Juniors o el Oporto portugués.

La FIFA debería intervenir en estos casos y liberar a un futbolista de su jaula dorada cuando, el jugador desea marcharse.

Ruiz recaló en la exigente Liga Premier después de sembrar de goles su paso por el Twente holandés -44 dianas en 96 partidos durante dos temporadas-.

Pero muy rápido quedó claro que la zurda reposada del tico no pesaba en un torneo pasado de revoluciones, en donde los partidos se juegan en las dos áreas, se elabora poco y sobra el vértigo. Bryan se mueve a otra velocidad y no está para el choque, y si bien redondeó algunas producciones convincentes, se diluyó rápido entre lesiones, suplencias recurrentes y técnicos que desconfiaron de él.

Cuando Fulham lo cedió al PSV Eindhoven en 2014 se abrió un falso frente de esperanza porque tras el final de la temporada fue embarcado de regreso y el destino de serie B era ineludible.

Seamos honestos: un futbolista que juega en Segunda no se revaloriza, al contrario, se deprecia, y sus patrones deberían entenderlo para poner fin a esta pesadilla que solo se entiende por la firma estampada en un contrato.

Bryan tiene 29 años, cumplirá 30 en agosto, y va camino de esa frontera en donde los futbolistas disputan el primero de tres años que los separa de la jubilación.

¿Cuál club estaría dispuesto a desembolsar una pequeña fortuna por un jugador en esas condiciones, cuando el mercado hierve de talentos jóvenes a menor precio?

El Fulham pagó por él más de lo que hoy pide, pero debe entender que los pergaminos con los que llegó el tico se enmohecieron y que lo más conveniente sería dejarlo partir porque, en las condiciones actuales, ambos pierden a diario.