Opinión: Una dosis de autocrítica nos vendría bien

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En sanas matemáticas, la Sele apenas ganó un punto de seis, es decir, que perdió cinco e hizo un mal negocio en sus salidas a México y Honduras, aunque un sector apunte a la inversa.

Sobrevaloran el empate en el Morazán que, aunque bueno, es pobre recompensa para un equipo que pudo terminar la inicial 1-4, si hubiese resuelto como dicta el manual.

Cuando le consultaron al Macho sobre el tema en la rueda de prensa, comenzó a dar vueltas, razonó el tema definición como algo complejo y gambeteó la autocrítica.

En el balance de las visitas al Azteca y el Morazán quedaron 45 buenos minutos en suelo azteca, un error grueso de nuestro portero, otro buen primer tiempo ante Honduras y el cabezazo con gol de Waston.

Pero la sana autocrítica se evade porque el abordaje se hace por el lado emotivo, es decir, el discurso que se promueve ahora es que viene doble jornada en casa, en junio, y aquí ganamos todo.

Y no estamos en un plan de agoreros trágicos, ni tampoco subestimamos el poder del equipo con el aval de la gente, patentado en esa fortaleza llamada Estadio Nacional.

Pero... ¿qué pasaría si esa proyección perfecta de ganar todo en casa y pellizcar algo fuera se quiebra? Que Panamá nos gane en casa o México, entonces ¿adónde habría que ir a buscar la clasificación?

La bonanza de Brasil 2014 no durará siempre. Hay señales que inquietan y deberíamos prestarles atención. Tema sensible es Keylor: admitámoslo, no es el de siempre.

En el medio, esta vez la pareja Borges-Azofeifa no estuvo a la altura, aunque Celso pudo redimirse ante los catrachos, pero le robaron un penal y en la del desquite la pegó mal.

Del segundo tiempo en México me preocupó que el equipo se quedara sin respuestas anímicas tras el error de Navas en el 2-0. Un equipo que lleva junto 70 partidos no se puede quebrar por eso.

Y lo de Joel supera la inquietud. Ni de relevo ni de titular deparó las respuestas que el equipo esperaba de él.

Sería bueno detenerse un momento, hacer el análisis en frío, llamar las cosas por su nombre, identificar eventuales problemas y corregir, ahora que hay tiempo.

No es buen síntoma evadir, lanzar las preguntas incómodas al despeñadero, decir que uno como periodista ve una cosa y que en la cancha es otra. Eso es pueril, es un argumento que ya no cabe en un equipo que se ganó la admiración del mundo porque se metió a grande. Entonces, actuemos como tales.