Opinión: Sigamos como estamos

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Alguna vez fui partidario de la tecnología del video en el fútbol, para acabar con tantos errores arbitrales de bulto. Sin embargo, tras el plan piloto del llamado VAR en la Copa Confederaciones Rusia 2017, me convencí de que lo mejor es seguir como estamos. Es decir, que los árbitros y sus asistentes laterales continúen aplicando el reglamento así, en caliente, sobre la gramilla, con los pros y los contras harto conocidos.

Lo anterior por cuanto el VAR amenaza con burocratizar el fútbol. Ya vimos en Rusia que, después de una anotación o jugada polémica, mientras el árbitro solicita la revisión dibujando en el aire una pantalla, y otros réferis deciden ante un monitor si fue o no gol, si hubo o no fuera de juego, –en fin, si son peras o son manzanas–, se pierde tiempo y el ritmo de juego se va al carajo.

En ese contexto, conviene no variar. De por sí, desde siempre la controversia ha sido inherente al fútbol. No hay quien no haya discutido en mejengas de calle o de potrero, si la pelota cruzó la línea de gol, o si en realidad pasó sobre la piedra o montículo que “oficiaba” de vertical. “¡Fue gol!”, gritaba uno. “¡Jalá, jalá!” respondía el otro. “Pasó por encima”. “¡Que sí fue!”. “¡Que no fue!. “¡Que sí!” “¡Que no!”… Hasta que alguien cedía: “Okey, se los regalamos para Navidad”. Y el mejengón continuaba. Hasta el agotamiento. O daba pie a la alternativa: “El que mete un gol, gana”.

A los reformistas del fútbol profesional les podría ocurrir lo del cuento del leñador y las brujas (jueves y viernes y sábado seis…) Y salir con un tremendo domingo siete. Mejor, sigamos así. Desde que lo inventaron los ingleses, este deporte universal ha sufrido pocas, muy pocas reformas. Por cierto, una en la que la FIFA sí acertó, hace ya muchos años, fue la prohibición de que el guardameta tome el balón con las manos, si se lo pasa un compañero. Sin duda, se terminó la excesiva cautela que facilitaba el güiri güiri ese, además de que los arqueros aprendieron a jugar con los pies.

También hay que quitar trabas al fuera de juego, pues solo falta una cinta métrica para medir la nariz adelantada de un atacante, en relación con el último defensor. Finalmente, esta otra: que toda mano en el área, sea penal. ¡Punto!