Opinión: ¿Pinto qué...?

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La mejor forma de descalificar sin argumentos es etiquetando. ¡Pinto lovers !, por ejemplo. Nos han metido en un saco a quienes defendemos el trabajo del colombiano, más allá de las polémicas de viejos de patio en torno a si es muy bravo, insolente, prepotente o demasiado estricto.

Hoy, la Honduras de Jorge Luis Pinto pelea por una medalla. Puede ser que avance a la final o que vaya por el bronce. Tal vez solo termine en cuarto lugar en la olimpiada. En cualquier caso, será un resultado histórico para el fútbol catracho y para el olimpismo del área.

Incluso con el oro, no se acabarán sus detractores en Tiquicia. No sé cómo se las agenciaran para seguir atacándolo. El argumento principal, que lo hecho por Costa Rica en el 2014 fue producto de los jugadores y no de él, deja de ser aplicable para esta Honduras olímpica, carente de figuras, a la que nadie le daba ni la medalla de la Virgen de Suyapa antes de viajar.

Allá lo acusan de lo mismo que en Costa Rica: De hacer trabajar durísimo en los microciclos y tener malas relaciones con los líderes. Carlo Costly y Choco Lozano, dos referentes de la Mayor, fueron los más recientes en polemizar con él. Costly dijo que no volverá a la selección, pues hay “corto circuito” entre ambos.

Imagino que la actuación en Brasil tapará las bocas disonantes en un país sin glorias en este tipo de torneos. Será el oxígeno para continuar en una eliminatoria donde la tiene complicada, sobre todo por la ausencia de una nueva generación que releve a los Costly, De León, los Palacios, Bernárdez, Figueroa, etc.

“La actitud es más importante que el talento”. Esa premisa parece ser el punto de discordia con sus dirigidos, pero al mismo tiempo su clave del éxito. Matarlos entrenando, exigirles disciplina al máximo, volverlos esclavos de la táctica. Algo que para los habitantes del país más feliz del mundo y sus vecindarios, es casi una afrenta a su identidad nacional.

No soy un Pinto lovers . Tanto, que espero un mal final hondureño en la eliminatoria mayor. Porque si Honduras pasa a la hexagonal, seguramente seremos los damnificados. Pero por ahora, déjenme alegrarme por esta catracha olímpica que salva el honor del fútbol de Concacaf, muy por encima de los engreídos y destronados mexicanos. Permítanme de nuevo agradecerle a Pinto lo que hizo ayer y lo que hace hoy. La historia le reserva una silla preferente en ambos países.