Opinión: “Pate”: ¿Loco o revolucionario?

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Le oí decir, hace un tiempo, que pensaba revolucionar el futbol como entrenador. Que pretendía hacer de la pelota la dueña y señora del juego, volver a la esencia de ese deporte con jugadores de técnica exquisita y buen manejo del cuero.

Me pareció que “Paté” estaba “tocado del techo”. Un delirio, consecuencia del adiós de futbolista aun no asimilado. El gran jugador, bajado del trono, caminando hacia el valle de los mortales, sin el clamor como acompañante, desprovisto de los aplausos y de esa idolatría que generó en la grada.

Hoy, después de verlo celebrar el ascenso, me tiene pensando este “Paté”. No me convence aún, pero me dejó pensando. Algo tiene el agua cuando la bendicen y Walter logró, en muy poco tiempo, subir a un equipo por el que ni yo ni nadie hubiese dado una peseta. Vi un par de juegos de Grecia y percibí esa esencia olorosa a buen futbol en las botas de sus hombres.

En una división donde la pierna fuerte y el juego recio imponen su ley, resulta un arco iris que un equipo apueste a la idea romántica de que al triunfo se llega más fácil con la pelota de pie a pie. Como lo intentó siempre “Paté”, “El Pato”, y tantos y tantos chaparritos que hicieron del ballet futbolero su carta de presentación.

Pero los tiempos han cambiado. Y es allí donde no le compro el cien por ciento de su proyecto. Todos en el Mundo quisieran jugar como el Barcelona de los últimos años, pero Barza solo hay uno. Porque se necesita una generación de prodigios, amamantados por la diosa del futbol, para subsistir con el “tiki taka” en medio de un deporte cada vez más vertiginoso, más atlético y menos artístico.

Con Grecia, conformado por algunos veteranos a las puertas del adiós y varios muchachos de buen pie, no creo que Walter pueda causar una revolución en la primera. Ni siquiera unos juegos pirotécnicos. Si insiste con esa puesta en escena, es probable que ni los dioses griegos puedan interceder por el futuro del nuevo inquilino del Olimpo futbolero.

Por si fuera poco, Italia 90 y Brasil 2014 nos llevaron al cielo con una propuesta diferente, distinta a la profesada por los chaparritos y todos sus descendientes. Descubrimos que la defensa reforzada y el ataque de contra contenían el ADN ganador de nuestro futbol. Vestimos de obreros a los once hombres para que, entre todos, arropados en la estrategia como arma principal, nos dieran los triunfos tan largamente esperados.

Pero al “Pat” hay que agradecerle la idea. Y el tiempo tendrá que poner en sus manos un equipo de más recursos, posiblemente su Saprissa, para demostrar que el “loco” soy yo, que sí es posible volver a la génesis del futbol, rescatarlo del vértigo sin poesía y crear una revolución a punta de gambetas, túneles y sombreros.