Opinión: La nobleza deportiva

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Esa escena hay que guardarla, atesorarla, porque vale la pena. Como han comentado otros colegas, no habrá necesidad de que en la Unafut se rompan el coco para designar el premio Fair Play del Verano, pues nadie podría superar a Minor Álvarez, arquero de Pérez Zeledón, después de que este deportista se olvidó de custodiar su meta por atender con prontitud a un rival en desgracia.

La acción fue al minuto 56 del partido entre Pérez Zeledón y San Carlos, el domingo pasado. Álvarez salió a rechazar la pelota y chocó contra el norteño Erick Zúñiga, quien quedó prácticamente inerte. Minor intuyó que algo malo ocurría, desatendió el juego y le prestó inmediata atención. Entre tanto, el balón seguía en movimiento, de lo que se aprovechó el norteño Juan Vicente Solís para anotar en el arco desguarnecido, sin reparar siquiera en que el jugador yacente en el césped, era uno de sus compañeros.

Apegado al reglamento, el árbitro Henry Bejarano avaló la concreción. O sea, Bejarano aplicó la ley, pero no la lógica ni el sentido común, lo cual no resulta extraño en este juez, ni en la mayoría de los réferis de la Primera División, tan de capa caída desde hace un buen rato.

Ese gol, que mantuvo en ventaja a los del norte hasta el minuto 90, cuando los del sur despertaron y barrieron a sus oponentes, pudo haber significado la salvación de San Carlos.

Además, daba al traste con la aspiración de los guerreros de clasificar, urgidos como estaban por la victoria y de que se diera un empate entre Santos y Cartaginés, allá en Guápiles. Es decir, el gol de Solís no había sido una anotación cualquiera. ¡Definía muchísimo!

Ahora que el dios del tiempo ha practicado su alquimia entre lo fortuito y la verdadera dimensión de las cosas, el premio Fair Play tendría que ser, necesariamente, para Minor Álvarez. Alto y fornido, el guardameta se había rezagado en su trayectoria, hasta que recaló en Pérez Zeledón, donde José Giacone le ha dado confianza y hoy demuestra sus grandes condiciones. Nos alegra y celebramos con sinceridad su renovado protagonismo, en vista de que figuras como este muchacho atajador, honran a los de su estirpe y al fútbol de nuestro país.