Opinión: ¡Gracias, Evaristo!

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Hay temas que por distintas razones se esconden durante años en la memoria, hasta que un hecho, casual o específico, los desprende de la nebulosa del tiempo y desembocan en el tintero. De uno de esos temas me ocupo ahora, a raíz del nombramiento de Evaristo Coronado Salas como gerente general del Deportivo Saprissa, a todas luces, un gran acierto de la organización tibaseña, pues el Caballero del fútbol es uno de los referentes más relevantes en la historia de ese club y del balompié nacional.

Como aficionado seguí la carrera de Coronado desde sus inicios, allá por el año 1979. Más adelante, con la óptica del reportero, reseñé su trayectoria y me tocó el honor de escribir la crónica de su despedida en 1995, contra Comunicaciones de Guatemala, ocasión en la que el querido Coro dio la vuelta olímpica y entregó a Vladimir Quesada el gafete de capitán.

Pero la vivencia que refiero reviste un tono familiar que Evaristo ignora. Fue una soleada mañana en el estadio Saprissa, en 1981. Se disponían a jugar Saprissa y Municipal Puntarenas. Ya los chuchequeros calentaban en la gramilla, cuando los morados ingresaron en fila india, ante el delirio de su afición. Cada una de las estrellas llevaba de la mano a un niño ataviado de saprissista. Y en aquella luminosa mañana, Federico García Cambronero, mi sobrino mayor, entró a la cancha de la mano de Coronado. Con sus escasos tres años de edad, Fede Jr. era un carajillo medio corvetas y seguía con dificultad el paso del espigado artillero. Vale decir que adoraba a “Varisto”, como le llamaba en su lenguaje infantil, admiración que le sirvió de espejo, pues Federico es hoy un destacado profesional del diseño publicitario, morado de corazón y, principalmente, esposo y padre ejemplar, un hombre de bien.

Recuerdo que en la altura de la gradería del este, su tía Georgina y el suscrito, cautivos de la emoción, llorábamos a lágrima viva junto con el abuelo Ruper, mientras Flora Eugenia, su madre, recibía de vuelta al chiquillo, con el partido a punto de comenzar.

¡Gracias, Evaristo! Hay temas que por distintas razones se esconden durante años, hasta que un hecho casual los desprende del alma y del tiempo… Y desembocan en el tintero.