Opinión: ¿El más bueno o el menos malo?

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El campeón es Heredia porque fue el mejor en la recta final. Sin apelaciones. Pero es un monarca que dio tumbos a lo largo de la etapa de clasificación. ¡Así que imagínense a los demás! Lo ha ganado el menos malo.

La planilla de Hernán Medford era para arrasar de principio a fin, en parte por su arsenal y, en otra, por la fragilidad de los rivales. Una Liga desarmada, un Saprissa renco en su defensa y un Cartaginés agobiado por su viejo romance con los fantasmas malditos. ¡Era para comer jamón!

En un campeonato como este se da cuenta uno de que realmente no hay oposición para los grandes, ni siquiera cuando juegan como pequeños. Nunca como en este Verano 2017, un club chico tuvo mejor opción de subirse al trono y patearle el trasero a los de siempre. La Liga en un proceso sin fuelle, Saprissa sin sustitutos para sus ídolos que emigraron, Cartago expulsado del paraíso en la última jornada. Y Herediano inestable, irritado, vulnerable como nunca en su propio fortín, con voces disconformes de un sector de la grada contra su técnico.

Era el momento para que cualquiera de los pequeños se pusieran el traje de Gullivert en Lilliput, para que emergiera de nuevo un David con su honda matagigantes. Limón fue un grato espejismo de muchas fechas, pero al final quedó en evidencia que la alegría futbolera necesita camisa de fuerza y hombres ecuánimes para los grandes retos. Santos ilusionó igual, pero demostró que no puede llevar aún el peso de una camisa con estrella.

Al final, pudo más la buena estrella de Medford, pese a sus arrebatos, a las expulsiones, a la confrontación permanente contra los árbitros, la Unafut, los rivales. Contra todos. Los muy buenos jugadores heredianos aparecieron a la hora decisiva para aportar fútbol, goles y espuela. Bastaron unos cuantos partidos bien jugados y todos se rindieron a los pies del Team .

Quedan en el aire más preocupaciones e incógnitas que otra cosa. ¿Dónde están los futbolistas del futuro?, ¿cuándo un no tradicional podrá regresar al podio de grandes?, ¿se puede triunfar en el torneo local sin una buena chequera?, ¿hay cantera para creer en procesos, o hay que alimentarlos con leche foránea?

Si por la víspera se saca el día, los 11 rivales tendrán que acostumbrarse a ver ondeando en su estadio la bandera rojo y amarilla. Por mucho tiempo. Buena noticia para los heredianos, mala para el fútbol. Porque eso significará que los procesos –como se presagia– fracasarán por falta de piernas y de talento joven para revolucionar este fútbol alicaído.