Opinión: Campeonatito lindo y querido

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Lo de “campeonatito” en el título no tiene tintes peyorativos. Es, más bien, un reconocimiento al torneo por su adrenalina primermundista en la recta final.

La pandemia de irregularidad que envolvió a todos, desde el campeón Herediano al casi descendido Carmelita –ojo, que se puede salvar– deparó un torneo de alto voltaje emotivo.

Y eso se agradece porque, a falta de dos jornadas –tres para el Team y Alajuelense– ignoramos quién terminará primero y la identidad del resto de acompañantes en la puja por el título.

Pérez es primero, pero no tiene la cima segura; San Carlos le sopla en la nuca, aunque por matemática aún podría quedar fuera; Saprissa está pegado con alfileres mientras que Cartaginés, Herediano y la Liga no pueden darse por clasificados.

Hemos visto de todo: un Pérez sólido al que le temblaron las piernas en casa ante Santos y dejó escapar la opción más clara de terminar primero, la caída en picada del Monstruo, el resurgir impensado de los blanquiazules, el desmoronamiento de Grecia y esa montaña rusa rojinegra que se niega a morir.

Modesto de pies a cabeza, el torneo deparó el encanto de mantenernos pegados a la silla hasta el final, aún ansiosos y hambrientos de emociones porque nada está claro y todo puede pasar.

Y eso tiene un valor que cabe reconocer porque ligas del primer mundo se definen muy rápido cuando un equipo, por lo general grande, se marcha en solitario rumbo a la copa y solo deja las migajas al resto.

Aquí, con los problemas de arbitraje, con las polémicas de algunos entrenadores cuando se encaran con la prensa en el ritual postjuego, con figuras sobrevaluadas que cobran más de lo que rinden, aún está pendiente el premio gordo, el gran acumulado del fútbol: quiénes van a segunda ronda.

Imagínense el nivel de campeonato que tendríamos con actitudes más profesionales de jugadores, entrenadores y dirigentes; árbitros sin miedo para tomar las decisiones por las que muchas veces se les salen de las manos los partidos clave y un entorno del fútbol comprometido, más sano y dispuesto a mejorar.

Por ahora se van perfilando algunas lecciones: a Saprissa, una cosa es jugar lindo y otra jugar bien.

A Herediano: hay que tener más escrúpulo a la hora de escoger a quién sentará en el banquillo. Y a Alajuelense: de poco vale el conocimiento de Hernán Torres si le dan un equipo formado, que no encarna su idea y solo se mantiene de pie por el carácter de un timonel que no sabe claudicar.

Y la lista sigue porque Cartaginés puede estar si resuelve su partido en el Carlos Ugalde y se deshace de la paternidad de Santos, una suerte de bestia que lo domina a placer y que ya lo dejó fuera dos torneos seguidos cuando lo dirigía Jeaustin Campos.