Observar, decidir, recibir y pasar

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Buenos Aires

En el diario Olé, meses atrás, le preguntaron a Patricio Hernández, fino número “10” de Estudiantes de La Plata de comienzos de los '80 que luego actuó en el Torino de Italia: “¿Qué tipo de fútbol te gusta?”. Respondió:

-Me gusta el tipo de jugador que cuando está dentro de la cancha mira, piensa y elabora. El fútbol entra por los ojos, va al cerebro y del cerebro a los pies. Ahora, el orden en la cancha es observar, decidir, recibir y pasar, mientras que antes el jugador recibía, observaba, decidía y pasaba”.

El grado actual de obstáculo cambió la ecuación del juego. Hay menos tiempo para resolver. Por eso impera la premisa de jugar a un toque o a lo sumo a dos, sin perder precisión. Y también para no dar tiempo al rival a desarticular la acción. En charlas de café, preguntamos a amigos: ¿ustedes creen que antes se marcaban muchos goles como el de James Rodríguez a Uruguay...? Más que eso: ¿de verdad piensan que Pelé o Maradona hacían muchos goles como ése...?”. La respuesta de los interlocutores es siempre efusiva: “Uuuuhh, ¿sabés los goles que hacía Pelé...? ¿Y Diego...?”.

Hay una compulsión natural a fantasear con el pasado, a glorificarlo. Sin embargo, es menos idílico de lo que sugiere la nostalgia, siempre engañosa. Ese de James es un gol excepcional, de todos los tiempos. No sólo el mejor del último Mundial, compite contra cualquiera de los Mundiales anteriores. Por la repentización de la jugada, por nacer desde la nada, estando rodeado de cinco adversarios y por su precisión, espectacularidad y belleza. Si el torneo de James hasta ahí era muy bueno, esa joya lo tornó consagratorio. Y en él acató el nuevo orden que exige el juego: observó, decidió, recibió y ejecutó. Un gol sin falla del rival, todo acierto del atacante.

Que nadie tenga dudas: no se veían muchos goles así. Este tuvo, además, el plus de haber sido conseguido en este tiempo, en el que la velocidad, el dinamismo y las marcas dificultan más la acción creativa, de armado de juego. Un gol, hoy, equivale a tres del pasado, por lo difícil que resulta anotarlo. Y sin contar con los fenomenales arqueros actuales.

Antes no se jugaba mejor, se jugaba distinto, había más libertades, por eso el habilidoso, el talentoso, el técnico, tenían más posibilidades de hacer maravillas con la pelota. Se permitía recibir, dominar y pensar antes de enfrentar al contrario. Los mismos exfutbolistas que pregonan que en el pasado se jugaba mejor (en su época de pantalones cortos), una vez convertidos en técnicos le machacan la cabeza a sus jugadores desde el costado con indicaciones como “presionen”, “encimen”, “no pierdan sus marcas”, “no lo dejen acomodar”, “no lo dejen recibir”, “que no se dé vuelta”...

Ya puestos en técnicos no hablan más de las maravillas anteriores, porque se dan cuenta de que esto es más complicado.

Consultado por el diaro El País, de Montevideo, sobre las diferencias que encuentra entre el fútbol de su época con el actual, Enzo Francescoli respondió:

-Hay diferencias, pero no quiere decir que sea mejor o peor. Hoy el fútbol es mucho más rápido, hay menos espacios, y menos posibilidades de lograr cosas. Pero no sé si antes fue mejor que ahora o viceversa. Es diferente, sí”.

Efectivamente, a mayor velocidad, menos tiempo para pensar, sobre todo, para decidir. Y la rapidez provoca malas decisiones. En su breve respuesta Enzo hizo un análisis notable con una concisión borgeana. El 'Príncipe' debutó en la Primera División de Wanderers en 1979, hace 36 años. Se da cuenta de que, a él mismo, por cerebral y técnico que fuera, le hubiese costado mucho más brillar, hacer goles y eludir rivales en el juego actual.

En 1979 le salía un contrario a marcarlo cuando él ya había dominado el esférico; hoy, antes de dominarlo se le acercarían dos a presionarlo. Antes tenía cinco o seis segundos para recibir la pelota y accionar, ahora dispondría de dos, máximo tres. Debería desprenderse de ella más rápido; en consecuencia, se equivocaría más.

Desde luego, un crack como Enzo se hubiese adaptado al presente, como se hubiesen adecuado todos los que fueron estrellas a través de la historia, porque tenían las condiciones físicas, mentales, anímicas y técnicas para jugar bien. Y hubiesen destacado. Le preguntaron al 'Pibe' Valderrama si podría jugar en el fútbol de hoy, contestó en concordancia con la anterior afirmación: “Yo siempre he dicho que los buenos jugadores siempre se van a adaptar a los sistemas, el que juega bien tiene posibilidades siempre”.

Tal cual. Pero sus proezas, como las de Enzo, habrían disminuido. Las de Cruyff también, aunque Johan diga que ahora sólo saben correr. Hoy, destacar es más difícil. El nivel de obstáculo se multiplicó; y la técnica se mide por el grado de oposición.