Marcel Hernández sufre un calvario al temer por su familia en Cuba

“A mi papá lo quieren mandar a la primera línea de defensa, si se rehúsa lo llevan preso”, expresó el futbolista, clamando por ayuda

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La impotencia y la preocupación invaden a Marcel Hernández, quien desde Costa Rica quiere ayudar a su familia que se encuentra en medio de la crisis política y social que se vive en Cuba en estos momentos.

El atacante de Alajuelense no la pasa nada bien y así lo dejó entrever en sus redes sociales este martes.

“Una vez necesitamos ayuda, nuestras familias, amigos, nuestro pueblo sufre. Mi papá lo quieren mandar a la primera línea de defensa, si se rehúsa lo llevan preso... Por favor ayuda”, imploró el delantero en sus cuentas de Twitter, Facebook e Instagram.

Hernández cumplió 32 años el domingo y ese día tuvo cierto contacto con su familia, pero después todo cambió y lo agobia pensar que sus seres queridos corren peligro en la isla.

Justo ese día iniciaron protestas multitudinarias en Cuba, reclamando libertad, cansados de la dictadura.

Miles de cubanos salieron a las calles espontáneamente en la jornada del domingo en unas cuarenta ciudades y pueblos de la isla para protestar por la crisis económica, que se ha visto agravada por escasez de alimentos y medicinas.

Pero hay un verdadero caos, colmado de violencia.

Estados Unidos instó este martes a Cuba a poner fin a las restricciones de Internet impuestas tras protestas antigubernamentales sin precedentes y renovó el pedido de liberación de los manifestantes detenidos.

“Hacemos un llamado a los líderes de Cuba para que demuestren moderación (y) respeto por la voz del pueblo abriendo todos los medios de comunicación, tanto digitales como no digitales”, dijo en rueda de prensa el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price.

“Cerrar el acceso a la tecnología, cerrar los canales de información, eso no hace nada para responder a las necesidades y legítimas aspiraciones del pueblo cubano”, agregó.

“Felicitamos al pueblo de Cuba por mostrar gran valentía”, dijo Price, y agregó que La Habana ha respondido tratando de “silenciar sus voces”.

“Llamamos a la calma y condenamos toda violencia contra quienes protestan pacíficamente. Y también hacemos un llamado al gobierno cubano para que libere a cualquier detenido por protestar pacíficamente”, dijo.

Cerca de un centenar de personas, incluidos periodistas independientes y activistas de la oposición, seguían detenidas el martes.

En una movilización a una escala sin precedentes desde la revolución de 1959, los cubanos salieron a la calle el domingo en varias ciudades y pueblos de la isla bajo gobierno comunista.

Los problemas crecieron porque el acceso a Internet móvil, que era un gran aliado de estas protestas, fue rápidamente interrumpido. El grupo de monitoreo de internet Netblocks reportó interrupciones en Cuba en las principales redes sociales y plataformas de comunicación, como WhatsApp y Facebook.

Joe Biden expresó el apoyo de Estados Unidos a los manifestantes y urgió al gobierno cubano a no recurrir a la violencia para reprimirlos.

“Estados Unidos hace un llamado al régimen cubano para que escuche a su pueblo” y “su clamor por la libertad”, dijo.

Frente a la estación de policía de El Capri, en la periferia de La Habana, una mujer llora de angustia por la suerte de su hija, detenida el lunes durante la protesta que estremeció ese barrio humilde.

“A mi hija se la llevaron ayer (lunes) y no sé nada de ella, pero no diré más, ni quiero que me filmen”, dice con agotamiento y temor.

De baja estatura y tez morena, la mujer espera alguna información pues dice que no sabe “nada”.

Su angustia es la de muchos familiares de los más de un centenar de detenidos en toda la isla durante dos jornadas de manifestaciones antigubernamentales.

En El Capri y la Güinera, barrios de la periferia de la ciudad, reinaba este martes la calma, garantizada por un fuerte dispositivo policial.

El lunes, críticos y partidarios del gobierno se enfrentaron con piedras, palos, barras de hierro, machetes. Una de sus calles principales quedó tapizadas de piedras y vidrios, así como trasformadores eléctricos rotos.

Otra madre de 50 años también indaga por el paradero de su hijo de 21 años. “Se lo llevaron de la casa esposado y a golpes, sin camisa, sin mascarilla”, y también “se llevaron a muchos del barrio, jóvenes y viejos”, precisa la mujer, que prefiere no revelar su identidad.

“Ni he comido, la presión (tensión arterial) la tengo altísima”, porque “no dan respuesta de nada”, añade.

Bajo anonimato, una joven de 24 años comenta que a su hermano de 25 años “lo sacaron de la casa del vecino”.

“Le dieron tremenda mano de golpes, injustamente, y se lo llevaron”, dice, sin saber donde está. “A mi mamá por poco le da un infarto”, apunta.

Eso es lo que pasa en Cuba, donde está la familia de Marcel Hernández y, él, desde Costa Rica, sufre un calvario porque teme por su gente.

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