Los 1.100 días de la Liga sin Óscar Ramírez: un viaje turbulento con secuelas aún presentes

33 futbolistas firmaron con la Liga y posteriormente se fueron sin consolidarse; solo ocho del último campeón se sostienen en el club. ‘La Nación’ profundizó en cuatro aristas: los fichajes, los técnicos, la cantera y el presente

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Después de la salida de Óscar Ramírez, la Liga fichó a 33 futbolistas que luego abandonaron el equipo sin consolidarse, cambió de técnico 11 veces en siete torneos y todavía busca la fórmula para recuperar la cima.

Tres años de turbulencias y tropiezos desde el Verano 2015, cuando el Machillo dejó Alajuelense. Casi de inmediato, empezó el viacrucis deportivo, alimentado por los fichajes poco efectivos y un cúmulo de errores que han evitado que el León alcance la estabilidad.

En este reportaje, La Nación profundiza en cuatro aristas: los fichajes del club después de la era del Macho, los movimientos en el banco, el aporte de la cantera y el presente del club. La siguiente infografía refleja los movimientos del equipo.

Con la presión al cuello y después de tropezar con cuanta piedra se interpuso en el camino, tal parece que Alajuelense vuelve a tener un plantel lo suficientemente competitivo para pelear por el título, aún cuando la irregularidad se ha convertido en su gran talón de Aquiles.

Los jugadores y el banco. De la ‘era Machillo’ todavía se sostienen ocho jugadores: Kenner Gutiérrez, Patrick Pemberton, Allen Guevara, José Salvatierra, Jonathan McDonald, Luis Sequeira, Cristopher Meneses y Porfirio López; los dos últimos dejaron la institución pero luego regresaron.

Quizás la palabra que mejor describe a los primeros seis futbolistas de la lista es ‘resistencia’. Del último equipo que se adjudicó el título con la casaca manuda, abandonaron el plantel 22.

El último de aquel plantel en acabar su andadura como manudo fue Pablo Gabas, quien hoy analiza los partidos de Alajuelense desde el set de televisión de Repretel. Hace poco, el tico-argentino se despidió de la afición manuda entre aplausos y cánticos.

Puede que Gabas le deba gran parte de su mote de ídolo a lo conseguido durante la era de Machillo: ganó cinco títulos, los primeros cuatro como capitán. Cuando Ramírez asumió el equipo, Alajuelense apenas tenía 24 trofeos en sus vitrinas; hoy tiene 29. En este número se estancó.

Gabas brinda argumentos sencillos para explicar el éxito: Machillo se reforzó con jugadores de entre 26 y 28 en su mejor estado de forma, trabajó horas extra en plasmar su idea táctica y atinó, la mayoría de veces, en las etapas finales.

Es, probablemente, la antítesis de lo que sucedió en los años siguientes, cuando se cambió de técnico 11 veces y los refuerzos no pesaron.

“Óscar Ramírez siempre tuvo seis o siete jugadores de su once en un nivel muy alto”, recalcó Gabas, que reconoce que las contrataciones posteriores no influyeron.

Tampoco hubo paciencia para que los entrenadores consolidaran una idea, ni siquiera cuando se consiguió llegar a dos finales, con Hernán Torres y Javier Delgado. Ambos se sostuvieron apenas un semestre y los cesaron de su cargo. Después todo empeoró.

Delgado, hoy gerente deportivo de la Liga, cree que la era Ramírez debería verse con una excepción a la regla, pues es poco común que un técnico se sostenga por tantos años en un equipo grande.

La consecución de cinco títulos, transformada en una era dorada para Alajuelense, se volvió una losa muy pesada de cargar para los siguientes técnicos, a los que se les pedía mantener el rendimiento alcanzado por Machillo. No sucedió y, por el contrario, hubo dos torneos en los que no se clasificó.

“Lo atípico fueron los cinco torneos que ganó Óscar, eso no es normal. Se mantuvo la búsqueda de algo parecido a lo que él hizo, pero cuando no se daban los resultados, se cambió todo de nuevo. Al darse un cambio de entrenador, también venían los cambios de jugadores”, explicó el Sheriff.

Solo para reflejar el mal tino en las contrataciones, estos son algunos de los 33 fichajes que llegaron al club y posteriormente fueron despedidos: Lucas Gómez, Mauricio Montero, Jefferson Hurtado, Iago Soares, Nino Rojas, Seemore Johnson, Jamile Boatswain e Iván Luqueta (vea infografía con la lista completa de jugadores).

“A los futbolistas que han llegado les costó la adaptación y el peso que conlleva estar en la Liga. Por ahí también influye la necesidad de ser campeón”, reconoció Gabas.

El antes y el ahora. Dirigencialmente, Raúl Pinto lideró dos etapas antagónicas en Alajuelense. La alegría de los cinco títulos y la sequía de dos semestres sin levantar la Copa antes de entregarle la estafeta a Fernando Ocampo, con un equipo en ascuas.

De entrada, el actual jerarca anunció recortes en los gastos al recalcar que la situación del club era crítica. Trató de dar un golpe sobre la mesa con la llegada de Benito Floro, quien se despidió del club con un 46% de rendimiento y un torneo en el que no logró clasificar.

No le salió la jugada a Ocampo, quien acabó por destituir al español para ponerle las fichas a una apuesta más segura: la contratación de mejores futbolistas, la mayoría hondureños.

Después de un inicio catastrófico de gestión, con dos eliminaciones en primera fase, el actual jerarca logró al equilibrio. Según él, en el primer año se redujeron los gastos y se recuperó la estabilidad financiera, lo que permitió hacer mejores contrataciones en el segundo año.

Pinto, en cambio, cree que la sequía de títulos de la Liga se debe a que se tardó mucho tiempo en atinar con los refuerzos y armar un plantel con la calidad suficiente para pelear la corona.

“Creo que el equipo se está reformando y las transiciones cuestan”, explicó.

Al menos en la última campaña, Alajuelense obtuvo la clasificación, aunque Pinto reconoce que tarde o temprano, Machillo estará dispuesto a volver a dirigir y la Liga debe estar atenta.

Si hay algo que no se puede cuestionar de la era Ocampo son las constantes ideas para desarrollar proyectos paralelos al primer equipo. Cada cuanto, exponen algún nuevo plan.

Desde la llegada de Agustín Lleida, destacado por su trabajo en la liga menor del Pachuca azteca, los homenajes constantes a exjugadores, la política para incrementar el número de socios, el aparente equilibrio en las finanzas y el proyecto para construir un nuevo estadio.

Buenas ideas que, para su mala fortuna, no se han visto complementadas con los resultados deportivos del primer equipo, la principal exigencia de los aficionados y socios.

La proyección que hace la actual gerencia es que el equipo alcance el título lo antes posible. La estabilidad en la planilla, la llegada de los catrachos (Róger Rojas, Alex López y Luis Garrido) y la poca diferencia en la calidad individual con respecto a sus competidores directos hacen pesar a Delgado que cada vez se está más cerca de quitar la losa de encima.

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“Hay planilla para pelear un título. No es aquella diferencia que había en otros torneos. La regularidad en el rendimiento es el punto que hay que encontrar lo más rápido posible. La opción de tener un equipo base y estable”, explicó Delgado.

También hay una premisa en la cabeza de la gerencia deportiva: hay que tocar lo menos posible el plantel y evitar las salidas masivas de futbolistas.

Liga menor. Es hasta curioso revisar la lista de canteranos de Alajuelense en los últimos tres años. Después de Rónald Matarrita (vendido en la MLS), José Guillermo Ortiz (en Herediano) y recientemente Luis Sequeira, ningún otro joven de las fuerzas básicas se ha consolidado.

En el afamado proceso de Benito Floro no se estableció ningún jugador y los tres jóvenes mencionados empezaron su etapa en el primer plantel cuando Machillo estaba a cargo. Valga decir que Sequeira se consolidó cuando Carmelita le dio la oportunidad de jugar.

A Harry Rojas, quien debutó con Machillo y luego se proyectó con Delgado, lo frenaron las lesiones tanto como a Esteban Marín, de buen ver en sus inicios con el Sheriff al frente.

Nicolás Dos Santos apostó por Daniel Villegas en el pasado semestre y Wílmer López por Barlon Sequeira; los jóvenes son los más afectados con los cambios de entrenador.

Cada técnico tiene su forma de ver el fútbol, lo que implica que apueste por un juvenil u otro. En esta campaña todo pinta a que Orlando Galo y el propio Sequeira podrían dar el salto de calidad.

En medio de los cambios impulsados por Ocampo, se contrató a Lleida. Un tipo con un alto perfil y resultados demostrados en el desarrollo de jóvenes.

La visión de Lleida es integral, basta con escucharlo unos segundos para entenderlo.

“Si el prospecto debuta después de los 21 años su valor en el mercado es bajo. El jugador que debuta con 18 años es exportable, porque a los equipos del extranjero les atrae que jóvenes de esta edad estén jugando de manera continua en Primera”, explicó Lleida, que llega a la Liga con el desafío de hacer que los jóvenes alcancen la división de honor lo antes posible.

En total, 21 prospectos de la casa han recibido la oportunidad desde que Machillo salió del club.

Tres años después de la salida de Óscar Ramírez, la Liga todavía anhela el título 30.