Limón hizo más densas las brumas cartaginesas

Un solitario tanto le bastó a los caribeños para sentenciar ayer su mejor partido

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Cartago. En su camino hacia los bajos fondos de la clasificación, el Cartaginés dio un paso al frente.

El equipo brumoso anda a los tumbos, en una crisis de confianza tan densa que se puede cortar con un cuchillo.

Para agravar sus males se topó con un cuadro limonense, cuya coherencia y orden resultó demasiado para los de Vieja Metrópoli.

Odir Jacques se sumó a la pasarela de pasajeros del banquillo azul que deben escuchar cuestionamientos y recriminaciones desde una tribuna, que le grita sin miramientos el consabido ¡fuera!

El mismo que hace unas semanas (no muchas), escuchaba Johnny Chaves, el anterior inquilino, ahora con San Carlos.

Paradojas del futbol: mientras Chaves encadenaba su cuarta victoria al hilo, los brumosos hilaban su cuarto tropezón seguido (0-1).

La derrota brumosa es un serio revés para sus aspiraciones de segunda fase, las cuales hoy parecen utópicas..., o descabelladas.

Cartaginés tropezó ante un Limón con ideas, coherencia, sentido y, hay que repetirlo, orden.

El representativo del Caribe siempre tuvo juntas sus líneas y, al menos, ayer se movió con orden en un bloque de 40 metros que nunca (o apenas) dio espacios.

Además, presionaron la salida del rival y al contrario que llevaba la pelota, tal y como uno desearía ver siempre esas ejecuciones en los equipos costarricenses.

La victoria limonense fue redonda y merecida: buscó más el área y demostró mejores trazos que los brumosos, cuyo esquema se deshilachó conforme el juego avanzó.

Sin respuestas. El gol de los verdiblancos –tiro libre de Andy Francis que Luis Torres atajó dentro de su cabaña– fue el equivalente a un recto a la mandíbula en un boxeador.

Cartaginés quedó groggy con el contraste y el partido se le fue, se le fue y se le fue.

Si la primera parte guardó cierto equilibrio, a partir del gol el partido quedó en “modo caribeño”; incluso, la visita se dio el lujo de cederle la pelota a los cartagineses.

El problema fue que para entonces Pablo Brenes y Paolo Jiménez, quienes podían hacer más con la pelota, estaban en las duchas: Odir, descontento, decidió que no regresaran al segundo tiempo.

De hecho, el asedio final de los locales contra los visitantes fue un espejismo. Ni más, ni menos.

La situación para los locales quedó peor cuando Erick Ponce, otro de los que sabe con la pelota, perdió la cabeza y se desquitó con Ricardo Harris su frustración.

Es cierto que el defensa limonense no es una blanca paloma y lo venía hostigando, pero el mexicano no podía dejar a su equipo con 10 y emparejar el renglón de los expulsados con los limonenses.

Camino a las duchas, Ponce oyó la “trapeada” de Jacques , quien a su vez oyó los reproches de un público que, al parecer, se desencantó de él porque lo ve incapaz de repetir el abracadabra herediano.

Sucede que en el futbol dos más dos no suman siempre cuatro. Quien hizo el relevo porque así creyó encontrar el cofre de oro al final del arco iris, demostró que sabe de futbol..., solo que sabe muy poco.