La magia de Joel Campbell le viene de Pelela

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Joel Campbell Samuels heredó la sonrisa de su padre, Humberto, un hombre de mar que también fue guardameta.

Pero la magia que destella en el artillero es un legado que también reclama su madre, dama exfutbolista con visión de gol, tanto que en sus tiempos de las Estrellas Rojas del Atlántico –el equipo femenino que dirigía su esposo– le decían Pelela, en alusión, claro está, al legendario brasileño Edson Arantes Do Nascimiento, Pelé.

Lo cierto es que cuando Humberto Campbell y Roxana Samuels procrearon al tercero de sus cuatro retoños, los genes del balompié revoloteaban en las entrañas de doña Roxana, por una sencilla razón.

“Como Humberto amaba el fútbol y se había hecho a la mar, en busca de futuro para nosotros, yo recortaba las secciones deportivas de los diarios, se las enviaba por correo y si me telefoneaba de algún país lejano, le narraba las incidencias de la Primera División.

“Eso lo percibía Joel porque, como bien dice mi mamá, un hijo se educa desde el vientre”, destaca la madre.

Dicen sus papás que aún cuando ni siquiera era capaz de balbucear sus primeras palabras, Joel ya sabía sonreír, una virtud que tanto Joel como sus hermanos, Junior Humberto, Katherine y Nekisha, heredaron de don Humberto.

“Es que la familia de Humberto es muy alegre”, comenta doña Roxana, con una picardía que se le adivina en su voz telefónica, en vista de que no pudo asistir a esta reunión familiar, a propósito de Joel.

“Era tan fiebre que desde chiquito se las arreglaba para tener dos balones, por si acaso uno volaba al techo o algún vecino incómodo se negaba a devolver la pelota de su jardín”, describe su padre, al tiempo que cuenta cómo se las agenció para que Enrique Díaz Harvey lo recibiera en su equipo infantil. En aquel momento tenía cuatro años de edad.

¡Quién dijo miedo! El equipo del barrio Valencia, en San Rafael Abajo de Desamparados, fue uno de los primeros en los que militó Joel.

En duelos de ida y vuelta contra Liga Deportiva Alajuelense, perdieron el de ida por 14 a 1 (gol de Joel).

Seguía el segundo partido. “Papá, ¿crees que podremos ganar esta vez?”, inquirió Joel. “¡Claro que vamos a ganarles!” fue la enfática y convincente respuesta.

Con el liderazgo del mozalbete de ébano y de Daniel Arce (no el que jugó en Primera División), los carajillos del Valencia derrotaron a la Liga por 3 a 2, con triplete del hoy famoso Joel Campbell.

Como si aquel juego hubiera sido ahora, a don Humberto, escudriñando el ayer a través de la malla del campo del barrio donde se jugó el partido, se le quiebra la voz. “¡Para mí que desde entonces él supo que no habría obstáculos que no pudiera enfrentar y vencer!”

Raíces y dolor. Hay orígenes que se perpetúan en las almas de los seres. Son esas pequeñas cosas que, como canta Serrat, “nos hacen llorar cuando nadie nos ve”.

Esto lo confesó doña Roxana: “Yo amamantaba a Joel sobre una almohada que hoy, cuando está a punto de cumplir 22 años, él lleva adonde vaya, como un objeto entrañable. ¡La misma almohada!”

También hay historias de dolor en esta familia, que ahora gira en torno a la magia del chico sonriente y callado de los ojos grandes, sin que hayan cambiado, para nada, sus valores ni la espiritualidad.

El día que Junior Humberto, el mayor de los hermanos Campbell, cumplía 11 años de edad, un taxista irresponsable lo atropelló, se dio a la fuga y lo dejó tirado en el caño.

Las serias lesiones que sufrió truncaron la naciente trayectoria de Junior, quien amaba muchísimo el fútbol. Y, por las cosas del destino, fue Joel quien tomó el relevo de su hermano en esta pasión de multitudes, detrás de un balón cuando apenas daba sus primeros pasos, hasta el sol de hoy.

La tarde en el apartamento de los esposos Jermaine Green y Katherine, hermana de Joel, transcurrió entre los álbumes con cientos de recortes de Joel y los chineos de don Humberto hacia su nieto, Ethan, entre sus brazos.

“Será basquetbolista”, aseguró Jermaine. “¡Será futbolista!”, replicó el abuelo que volvió del mar.