La ilusión azul chocó contra el título 23 de Herediano

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Heredia. Una vez más, como desde hace 73 años, el futbol le partió el corazón al Cartaginés. Esta vez no le bastaron 90 minutos porque prolongó la agonía hasta los lanzamientos de penal.

Herediano se convirtió anoche en el nuevo campeón nacional al vencer a los brumosos en un partido que dominaron pero al que le faltó el remate y por eso llegaron a la instancia más extrema. Los florenses fueron justos ganadores: siempre buscaron el partido.

El Team salió como un miura en el mero arranque, lo hizo en andas de un estadio volcado hacia su equipo y por la necesidad urgente de marcar en las primeras de cambio; de hecho, en solo cuatro minutos ya había hecho palidecer el azul a los cartagos.

No hubo round de estudio, no podía haberlo en un juego de final de temporada y cuando las urgencias son tantas.

Sin embargo, el Cartaginés salió sin daños de ese chaparrón inicial, se atrevió a incursionar en los predios de los locales y en un contragolpe, que terminó con un “arrollado” de Randall Chiqui Brenes, a los 11 minutos, que pudo y debió causar alguna calamidad.

Enconchados. Los brumosos soportaban los embates de los heredianos; y estos, con mayor o menor sabiduría o juicio, buscaban el resquicio para horadar el sistema defensivo rival.

La fisura apareció en la recta final de la primera parte, cuando el juez Randall Poveda -alertado por el línea Octavio Jara- decretó como penal una jugada de José Villalobos sobre Víctor Núñez.

El delantero marcó la apertura con el cobro desde los 11 pasos para ensanchar la esperanza de la remontada (39').

Como las desgracias nunca vienen solas, los cartagineses sufrieron el gol y por la falta que provocó el penal vieron marcharse expulsado a Villalobos, su capitán.

Javier Delgado trató de remendar el boquete en su zaga con la entrada de Kevin Vega por el Chiqui , desenganchado de todas formas.

Todo el país futbolero podía anticipar la tormenta herediana que se vendría luego. Así fue.

El gol de Mambo , apenas en los albores de la complementaria fue un golpe al mentón que dejó a los brumosos viendo estrellitas, con las piernas y buscando refugio en su área para no irse de bruces.

Se tambalearon, y feo, pero no pusieron rodilla en tierra y eso ya era ganancia dado el devenir del juego, que tomó un definitivo tono rojiamarillo de ahí en adelante.

El buen pie de los florenses meció al Cartaginés de acá para allá, que apretó los dientes y se defendió de la mejor manera que entendió: si la bola tenía que ir de “puntazo p'arriba” a nadie se le cayeron los anillos por hacerlo así.

Los brumosos terminaron “con el rancho apedreado”..., pero sin el lapidario tercer gol en contra.

Esfuerzo final. El alargue no cambió en nada lo que se vio en la segunda mitad, salvo que el Herediano finalmente dio la estocada que hirió a los blanquiazules por medio de Yendrick Ruiz.

Parecía que el asunto era cosa juzgada y que el destino futbolero le hacía una mueca, de tantas que le ha hecho al equipo y la feligresía brumosa; pero, en el futbol la bola pica para cualquier lado...

En un último suspiro, los brumosos empataron por medio de Andrés Lezcano con la complicidad de Leonel Moreira, helando la sangre florense y mandando el juego a la “ruleta rusa” de los penales.

Ahí Herediano tuvo los nervios más finos, no fallaron ningún tiro de penal y Minor Díaz sentenció el nuevo disgusto brumoso.