Javier Delgado en busca de otro 'happy hour'

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A Javier Delgado le sienta bien el banquillo de Alajuelense. Allí estrenó su credencial como técnico, pegó una vuelta olímpica ante Saprissa en la temporada 2004-2005, y largó dos gritos de campeón en los torneos de Concacaf y Uncaf.

No llevó a la Liga al Mundial de Clubes porque ese torneo no se jugaba aún con el formato actual. El título local tuvo el atractivo de ganárselo al equipo que lograría todo con Hernán Medford, al que eliminó en semifinales.

Las pasantías en Herediano, Puntarenas y Ramonense, entre 2006 y 2010, no terminaron bien. En la casa florense fue dado de baja, luego abandonó el puerto en medio de una terrible crisis económica al tiempo que su ADR tenía destino de Segunda.

Se reconcilió con la corona en suelo chapín, con el Municipal, en el Apertura 2011, y estuvo cerca de romper la sequía de más de siete décadas sin títulos de Cartaginés, que lo habría inmortalizado.

En la Vieja Metrópoli tiene incondicionales y detractores. Estos últimos consideran que con un planteo más agresivo aquella noche en el Rosabal, su onceno se habría recibido como campeón.

El técnico de carácter fuerte, devoción por la línea de cuatro, rombo en el medio y dos atacantes está de vuelta en su casa. Viene de un pasaje discreto por Honduras, con el Real España, en donde no pasó de las semifinales en el Apertura y fue despedido al sexto juego del Clausura, en el 2015.

Está en esa dimensión que absorbe a muchos entrenadores, en donde la leyenda deja de alimentarse de glorias frescas, como le ocurrió a Mourinho y a Van Gaal, y la presión por los resultados se vuelve doblemente densa, ahuyenta las conquistas y obliga a capitular.

En Cartaginés su mágico verano se tornó en pesadilla al torneo siguiente, pero es injusto jugar al adivino y aventurar que viene marcado. Está en el Morera, escenario de sus primeras conquistas, habrá aprendido de los golpes y si no se deja traicionar por el carácter, puede redondear su segunda hora feliz.

En el plano táctico deberá arriesgar. La Liga no es de medias tintas: o sale a buscar el partido pensando en el arco de enfrente o vendrán las congojas. Le faltan delanteros de peso y más finura para enhebrar juego en el medio.

Delgado viene por su segundo happy hour en Alajuelense.