Herediano hizo lo predecible. Ganó, dominó y no sufrió. Comprendió que al abrir la cuenta prácticamente se garantizaba una victoria ante un Cartaginés moribundo.
En la Vieja Metrópoli tampoco funciona el refrán de que “toda escoba nueva barre bien”,l aún cuando en esta ocasión se pudo percibir que el timonel charrúa Gustavo Roverano pretende que en su propuesta predomine el orden defensivo, ante la falta de recursos para inquietar en zona de ataque.
Quizás Roverano, recién llegado al club, aún no se da cuenta de que el funcionamiento blanquiazul falla en todas las zonas, con una zaga de errores constantes, un mediocampo sin ideas y un ataque estático que, con excepción de las pinceladas de Dylan Flores y Hernán Fener, no consigue inquietar a su rival.
La nebulosa que flota sobre Cartaginés no se alejará con un simple planteamiento ordenado, pues la métrica de esta campaña dice que basta con un gol en contra para romper cualquier pretensión papera.
Y Herediano, de pocas luces en el primer periodo, resolvió sus problemas en el primer minuto del segundo tiempo, cuando Yendrick Ruiz se sacó de encima la marca de Sadier Camacho y perforó las redes.
La anotación acabó con las ilusiones de Cartaginés y al mismo tiempo le devolvió la tranquilidad a los florenses.
Otra vez Yendrick, otra vez dentro del área, otra vez peleando la punta del certamen.
Los rojiamarillos dejaron atrás un arranque titubeante para afianzar una base, con Ruiz, Allan Cruz, Rándall Azofeifa y Elías Aguilar como pilares de la creación y el juego de combinaciones en ataque.
Aunque el duelo de este miércoles no fue el más brillante, consiguió salir de apuros y jugar con la desesperación brumosa, inoperante en la consigna de llegar al gol.
El segundo tanto cayó al minuto 74, cuando José Leiva cometió una falta dentro del área. Azofeifa pidió el tiro penal y lo mandó a las redes.
Al mismo Leiva le pitaron otra falta, bastante dudosa, que Yendrick se encargó de resolver con el tercer tanto al 83’.