El cada día más lejano recuerdo de Vergara

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De aquel empresario saludado por la masa saprissista como mecenas quedan pocos recuerdos..., y cada día son menos.

En el imaginario colectivo del saprissismo el Jorge Vergara de hoy no es el Jorge Vergara de aquel marzo del 2003.

Como sucede al final de las malas relaciones, ahora “chima” todo que tenga que ver con el magnate sin medias.

De forma lenta, segura y sostenida, las huellas del “vergarismo” se disipan en el nuevo horizonte morado.

Revertir la política de cierre de fronteras del club es solo uno más de esos pasos en la limpia de un pasado que se tornó incómodo y con reproches por el evidente desinterés del vendedor más grande del mundo de Omnilife.

En junio pasado –durante la asamblea que formalizó la salida del mexicano como accionista mayoritario de la S– la sola mención de su nombre provocaba caras largas y murmullos de inconformidad.

Cuando se confirmó su partida, un ¡fuera Vergara! saludó el hecho consumado.

Se consumó aún más hace dos semanas al confirmarse que ya no recibirá dinero alguno por transacción de jugadores.

La “desvergarización” no había tardado mucho después de esa asamblea de junio.

En signos externos se estrenó himno, se regresó al uniforme morado y al escudo original y se remozó del estadio –adiós al violeta de las paredes–.

También desapareció, sin más, la definición de Vergara acerca de que el significado de Saprissa se encontraba en el corazón y no en un diccionario.

Aquella valla que decoraba una de las paredes hacia la sala de prensa ahora espera por un timeline de glorias moradas.

Lo de ayer es casi el mate final al recuerdo de Vergara. Solo resta que descuelguen su retrato.